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ll'el a auxiliado })O1' los aristócratas y los curas Aquel cmulillo se convil'tió en instuUl1ellto de sns pI'otectores,

y cuatro familias, al)oyadas por los jesuitas, qne lla~

malon en su auxilio, ejercieron como dueñas y señoras de los destinos de la patria, su voluntad absoluta du–

lante treinta años". (23) El Partido Conservador les~

tablcció entonces tOllos los monasterios y capellanías extinguidos; la vieja Univelsidad, reglamentada con los estatutos de Carlos JI el Hechizado, COn la que

suplantó la Academia de Estudios fundada pOI' los li_

berales; los diezmos; el fuero eclesiástico; la cultura dogmática; el Consula(lo de Comercio que había sido fundado en 1"143, conse! vando Sil Olganizacióll inspi– rada en las antiquísimas Oldenauzas de Bilbao; la Socieda(l Económica, también de factura colonial; <lc

w

rogó todas las medidas laicas de la ley civil: matri~

monio civil, Übel'tad de testar y otras; y mantuvo intactas las instituciones que, como los bienes de ma–

nos muertas, el censo enfitéutico y las vinculuaciones, eran obstáculo insuperable para el desall'ollo de la liqueza numeral'ia. (24) Pero, fuera de todas esas dis–

posiciones que, estancando a Guatemala, hacían más imposible la unidad de intereses y miras en Centro Amél'ica, fue mucho más imllortallte aún pa1'a la snel'– te imnediata de ]a FedCl'ación... la actitud separatista asumida por el Consel'vatislÍlo, a que ya a1tulimos atrás. Llegado de nuevo dicho pal·tido al poder, ya la diso~

lución definitiva estaba asegurada, y mucho más lo estuvo en 1841, al inicial se su largo pelÍodo de abso– luto dominio político.

Esos beillta años -inicia<los veinte después de la Indepel1dencia- dan una buena medida del al'l'aigo so– cial que las formas femlales coloniales, que el'an el

sostén de las al'istocracias civil y eclesiástica, tenían

en Guatemala, ilesviI túan del todo la apaI'iencia COll_

tral'ia que (liel'On sus pI'imel'os gobiernos liberales Este hecho no potlía dejar de ser enten<lido por los diligentes y sentido lJOl los pueblos de los oh os Es– tados, aun amante las mismas administl'aciolJeS libe~

rales, y en realidad siemple estuvielon eSllelRndo Y

temiendo la leacción cOllsel'vadOla, que ya estaban cau– sacIos de combatir. Por eso, estando aÍJn los liberales dominando en Guatemala, deeletaron su separación plovisional de la Felleración: Hondlllas (5 <le novielll– ble de 1838) y Costa Rica (14 del mismo mes y año), adelantándose con prudencia a lo que las circunstan– cias imperativamente las hubieran obligado a hacer más adelante, En 1841 y 1844, respectivamente, se se– lJalalOl1 también El Salvallor y Nicaragua.

Así :se consumó, en el plano founaL la disolución de la Federación, determinada dhectamente, según se ve, por la política selJal'atista de los conservadol'es gUa~

temaltccos y sus afiliados de los otlos Estados, y por el cansancio y desanimacióll <le los pueblos de estos últimos, que comenZalon a ver en el ideal llel'seguido el Oligell de todos sus males. Sociológicamellte, lo le– petimos, la clisolución se 11lOdujo IJar la contradicción histórica interna que, 1)01' desgracia, existía en CCl1~

tro Amélica,

Desconociendo esto, o más bien aflontándolo con el valol' Ciue dan las causas jnstas, hombrcs grandes co– mo I\'Iorazán se propnsieron a todo trance. plimero, sostener lo que aparentemente era Fedel'ación; luego, rcalmarla. Un itlealismo, porque ela luchar couha lo

que entonces era históricamente insuperable. Un sa– crificio, pOlque era agudizal y 1u'olongar, no se sabía hasta cnándo~ la guel'la civil en el Istmo, venciendo plÍmelo los localismos provinciales y Olganizando lue– go todas las fUel'zas lu'ogl'esistas contra las retal da–

tal ¡as. Por eso, tan nobles afanes no encontl'aron eco pOlmlar, Y a MOl'azán, al fin, lo mataron balas de hombl'es llel'manOs, tan buenos y sincclos como él, l)ero que, no de tan elevadas lUÍlas, escuchaban me– jor la palpitación (le la realidad histól'Íca (lel mo~

mento. En todo caso, Morazán figuI'al'á Siellllll'e como una de las grandes luminarias centroamericanas, lJOr~

que, COll sincClidad prístina, sobl'e todo y contra todo, él amó la Unión y luchó y murió 1101' ele::.,;~, ,;,_~

Después de Morazáu, muchos planes, piy,)yedos e in– tentos de Unión se han hecho, pero tol'os han fra– casado; porque, fuera <le que ya se había liqui<lado

la época en que la imneeliata tladición histólica suge– lía natural y espontáneamente la idea unionista, to<los esos planes, proyectos e intentos han sido sólo pro– ducto, o de soñadores más o menos desconectados de la reali<lad y (lesprovisfos (le influencia social, o de diplomáticos labiosos e insinceros, o de caciques 1'e– publicanos con ambiciones más allá de las fronteras seccionales. Sea, que ha faltado en todos ellos, o la eUClgía o la pureza lUorazánicas; elementos que, junto con el respaldo libre y consciente del pueblo cenhoa– mericano, se hicieron imprescindibles, desde qUe se entró en la nueva época <le sellalación Y autonomía política absolutas de los Estados, para Una real Unión de Ceubo América. En cuanto R su Olganizacióu, re– l)etimos lo dicho en frase aocidental que llamamos paléllfesis: ella deberá ser dhighla, en cierto gra<lo,

1)01 la sección naturalmente más poderosa del Istmo; si no cambian los índices de l'iqlleza y podelÍo: Gua~

temala. Pero, de acnerdo con la eX}leriellcia histólÍca que hemos examinado detalladamente en este trabajo,

,lebemos complementa.' el paréntesis asi: siempre qne

11icha sección 1elJresente políticamente la tesis pro~

gresista. en el respectivo momneto histórico, pal'a así poder darle fundamentos espirituales indiscntibles a su preeminencia ¡nll'amente económica.

y ablamos un Intimo l)arélltesis lla1'a agregal~ con fines meramente ilusbativos, que hoy por hoy cree– mos que la tes,is plogresisfa estalÍa significada por un gobierno popular rellUblicano, que, a la llar <le que respetase absolutamente las libertades públicas e in~

dividuales, se Olientase cou decisión 1)01' los deno· telos de una }lrogl'esiva justicia social

FIN

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