This is a SEO version of RC_1968_08_N95. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »los partidismos y los localismos mientras en el interior de casi todos los Estados las facciones se atacaban duruamente, el Gobierno 'Federal, controlado por los serviles, se disponía a imponer el conservatismo en toda la nación. Se puso inmediatamente en pugna con .los gobiernos liberales de los Estados de Guatemala, Honduras y El Salvador, logrando echar abajo, por la fuerza, a los dos primeros, respectivamente eu 1826
y 1827, e integrando luego. las administraciones de esos Estados con elementos adictos al Partido Conservador, mientras iniciaba una larga era de luchas de diversa suerte, con el último. Nicaragua se consumía en terrible guerra civil, encendida sobre todo por torpes rivali– dades localistas, y sólo oCsta Rica, aislada en el ex– tremo del Istmo y sin grandes difel'encias internas, se mantenía en paz. A fines de 1827, el General Morazán reconquistaba Honduras para el liberalismo, y un año después batía a las fuerzas guatemaltecas en territorio salvadoreño e ,entrando luego a San Salvador. Y el
13 de a "(_~1829, este noble y vigoroso caudillo del banderín un :Vóista, al mando de tropas hondureñas y salvadoreñas, tomaba la ciudad de Guatemala, deponía a las autori ades federales y guatemaltecas, expulsaba a los grandes cabecillas civiles, militares y eclesiás– ticos del 'Partido Consel'Vador, y fundaba un nuevo orden político de carácter reformista, asumiendo la presidencia de la República en 1832, después de apa– gar con facilidad algunos brotes serviles en Nicaragua y Honduras. Así se frustró el tercer intento de los grupos oligárquicos de Guatemala, para readquirir el control absoluto del Istmo, que comenzó a perder gradualmente desde que la Independencia desató las amarras históricas y políticas que sujetaban los pro– vincialismos y localismos centroamericanos, El primer intento fue la anexión al Imperio de Iturbide, y el segundo, la lucha parlamentaria en la Asamblea Na– cional oCnstituyente, para establecer el centralismo político. Este tercero, ya francamente puesto en acción con el uso de toda suerte de violencias políticas, so– ciales y militares había de ser el último; su fracaso midió prácticamente la impotencia de la conservadora Guatemala para imponerse sobre toda la nación. Desde ese momento la oligarquía, junto con todos los grupos de dentro y fuera de Guatemala, coutrolados por, o afectos a ella, valga decir todo el Partido Conservador de entoncse, se conv~tió en francamente separatista.
y a su vuelta al poder en Guatemala, había de luchar enérgicamente por la desunión. Esa vuelta se produjo escasos diez años después. Porque la situación, que en 1829 y los años siguientes parecía definitivamente favorable para el liberalismo y el federalismo, no era más que un simple episodio histórico:. debido al entu– siasmo y los esfuerzos de los grupos liberales y a la inteligencia de su líder, que, en el fondo, no co– rrespondía a un verdadero cambio en la estructura so– cial guatemalteca. Por eso estaba llamada a pasar al influjo de fuerzas históricas mucho más poderosas aún.
Si el liberalismo en Guatemala, además de estar en la cabeza de sus accidentales dirigentes y en el ritmo
y orientación momentáneos de su política y su admi-
27
nistración, hubiera alcanzado ya raigambre social por la difusión y la popularización de una cultura media, la desaparición de las formas feudales en la propie– dad raíz y de los antiguos métodos de explotación agrí_ cola, la liberación absoluta del comercio, la industria y el trabajo, y el desarrollo de la riqueza mueble en manos burguesas o de la clase media, la Federación hubiera tenido su existencia asegurada. Y entonces las agitaciones populares promovidas por el claro y los choques lugareños que en adelanet se hubieran producido en cualquier parte de Centro América, hu– bieran sido tan sólo manifestaciones de hábitos colec– tivos tradicionales y nunca hechos provistos de sentido social actual; porque, como herencia de la Colonia que eran, tenían forzosamente que irse muriendo con los años, ahogados por la savia progresista anticolo– nial, con que la sección naturalmente directora de la Unión iba a nutrir el organismo entero.
Pero no era así, ni mucho menos: Guatemala con– tinuaba metida en los moldes viejos del feudalismo colonial, que la Independencia no rompió sino que sólo retocó con nombres, símbolos y ceremonias re– publicanas, y le faltaba aún mucho tiempo para salir definitivamente de ellos. Así, dice el Licenciado Ortiz Guerra, al señalar las diversas fases de la evolución histórica de la propiedad raíz en Guatemala: "Conse– cuencia del sistema de distribución agraria durante el período colonial, fue la creación de grandes exten– siones de tierra, monopolizadas por unos cuantos te– rratenientes, y la existencia de los grandes ejidos co– munales; instituciones que sostenidas durante el pe– ríodo posterior a la Independencia, fomentaron el ma– rasmo de la~ clases directoras y las gobernadas, del cual no se ha sacudido nuestro pueblo sino hasta los últimos tiempos, al amparo de necesidades crecientes
y mejores leyes de distribución agraria". (22) Natu– ralmente que poseyendo tal fuerza y arraigo las ins– tituciones de orden feudal, las reformas del Partido Liberal en la administración y la legislación en los años de 1829 a 1839 (supresión de diezmos y otros gravámenes para la agricultura y la ganadería, des– amortización de la propiedad raíz, separación de la Iglesia y el Estado, intensificación de la educación pílblica rural y urbana, promulugación de códigos y leyes tendientes a liberal' el comercio y la industria, etc.), en vez de convencer y atraer a las masas, las exacerbaban; y este fenómeno, debidamente apro,ve– chado por los serviles, junto con el empleo de una propaganda que hubiera resultado nula y contra– producente en un pueblo medianamente abierto si– quiera al nuevo espíritu histórico, provocó el alza– miento popular y la vuelta del Conservatismo al poder político en Guatemala. Tal suceso se verificó el 13 de abril de 1839, cuando el General Carrera y sus masas de "montañeses" fanatizados, entraron a la ciudad de Guatemala. Don Lorenzo Montúfar resume así el pro– ceso: "El clero y la pretendida aristocracia para suble– var a los pueblos, aprovechan una esrie de reformas que a la legislación se había hecho. Muchos curas lo– gran al fin levantar a los campesinos. Los milagros se repiten ... y mediante tales pretextos que se em– plean el año de 37, para hacer creer a los pueblos que el gobierno envenenaba las aguas, se levantó Ca-
This is a SEO version of RC_1968_08_N95. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »