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Un pávido viento religioso
ululaba en Xalteba sobre techos y gentes, los dioses yaclan con hijas de los homhres, los teúles dormlan con hijas de la tierra.
Nuevos, extraños niños,
con grandes oios de asombro,
venían a la vida. De mano de sus madres iban ya por mercedos y plazas, y eran con el dedo señalados, el centro eran de las lenguas, el blanco de las miradas, piedras de esdndalo,
e~ círculo de las contradicciones.
Sacerdetes de Tamagastad el terrible
invocaban vientos, exorcisaban; aguas,
conjuraban fuego contra tierra en procura de la ardiente sequía propicia al sacrificio de infantes.
y los dioses, [os teúles sus padres,
amaban a [os hijos de las hijas de los hembres, y habían puesto sal en sus lenguas, y derramande el agua en sus cabezas, y los llamaban Juan y Pedro y Hernando.
Mas las hijas de la tierra,
las madres de [es niños del maiz y del barre, suplicantes andaban, y llorosas;
tambores de sacrífício golpeaban sus peches, obsidianas ardian en las nieblas nocturnas.
y alzaban sus tiernos hacia la media luna, hacia la luna tierna,
escabel celeste de la inmaculada.
y conturbóse el esplritu de los dioses, congregáronse los teúles en sus lares, juntaron asamblea en su cabildo,
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Allí He,'nando de Sote,
de largas barbas fluviales, dios del Missisipi; y Pence de León -deidad marina– progenitor de La Florida;
y Diego de Texerina, de muchas encomiendas, apacentador de rebaños y súbditos, el primero que alzó vara en Granada; y el otro Diege, el de Machuca,
que abrazó a Nicaragua con grandes brazos de
(agua; y el fortísime Benalcábar, cargador de ciudades a cuestas; y Martín, el de Estete, llamado dios contra dios,
que al fulgurante Tonatíú puso raya, raya de agua y de acero en el Lempa; y Gabriel de Rojas, dios genésico, de dilatada estirpe,
cubridor de gentes en leguas y leguas,
y levantáronse uno a une,
y tuvieron concierto,
y hablaron como dioses,
y hablaron cemo teúles y padres fundadores:
"Ay de Tamagastad, ay de su gente. Comerán el polvo de los cementerios, descenderán al reino sin retorno, a las tinieblas de la tristeza,
porque estos niños son la nueva alianza, el pacto de las sangres, el nuevo iris y la nueva sal, y el nuevo Adán entre las naciones",
y extendieron sus manos,
sus eternales manes de bendición y fuerza.
y ya estaba caída la tarde,
y resonaron las primeras campanas, las primeras campanadas del Angelus, del primer Angelus sobre Xalleba.
LUIS ALBERTO CABRALES
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