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« Previous Page Table of Contents Next Page »al queológicas en los territorios recientemente adqui– lidos de México. especialmente CaUfornia y Nuevo México. y sobre exploraciones Españolas en esas re_ giones (48).
A pesar de la cautelosa conclusión de Antiguos Monumentos de que podría existir alguna llconexi6n mas o menos intima" entre los mound_builders del Va_ lle del Ohio y las avanzadas civilizaciones de México y Centro Amél ica, Squier, por el año 1849, habla de– cidido definitivamente que sí había un lazo íntimo enne los dos gl upos indígenas y estaba determinado a en·
contrar evidencias que apoyaran su creencia. El creia que en Ohio HS e había originado una semi-civilizaci6n que posteriormente se extendiió hacia el Sur, cons_ tantemente desarrollándose en su progreso hasta que alcanzó su mayor altura en México", y que una inves– tigación de las ruinas de Centro América y México presentalÍa pruebas incontrovertibles de la unidad bá_ sica de los constructores de túmulos del Valle del Ohio
y los consl1 uctores de las pirámides de Centro Amé– lica y México. (49)
En la mente de Squier estaba, probablemente, el deseo de probar que los Estados Unidos tenían un gran pasado así como un gran futuro Squier creía fervientemente, _como lo hacía cualquier miembro de la escuela "Joven América Jt
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en el destino de los Estados Unidios de absorber todo el territorio de la costa del Pacífico y mas allá y, quizás, hasta el Istmo de Panamá (50) Para ciudadanos de los Estados U– nidos en la década del año 1840) especialmente opti– mistas como Squier) el futuro tenía prospectos de ex_ pansión, prosperidad y progreso Mas si alguien se avergonzaba de la comparación de las pirámides de Egipto con los túmulos de Ohio, Squier prometió eli_ minar la necesidad de las excusas Primero demos.
traría que las 1uinas de Centro AmélÍca eran tan bue– nas o mejores que las ruinas de Egipto Luego de· mostraría que los constructores de las magnificas pi.
1 ámides de Centl o América eran los mismos construc_ tores de los túmulos del Val1e del Mississippi Squier no podría menos de babel' saboreado las palablas de un amigo quien le escribió:
"Yo no puedo dudar. ¿no son nuesbos túmulos las "Pirámides NOlteamericanas?¡ y más tarde, sus contenidos no se probarán ser análogos, y quizás identificarse con aquellos de México y Centlo América?, de sus ruinas quizás alguna "piedla de Rosetta" pueden aun exhumarse para descublÍr a los sorprendidos sabios del viejo Continente que en nuestro lado de las
"grandes Aguas". naciones de seres humanos civilizados) con Axtes, Ciencias y Religión han existido en los valles, y poblado las riberas del "Nilo" Americano hace miles de afias· y
probablemente, antes de los acontecimie~to~
"Ni16ticos ll mismos! (51)
Por supuesto) Squier mismo se regocijaba en es_ ta guisa: "Mas por qué no podrfa la republicana A_ mélica producir algo tan similar a las aptitudes del viejo Egipto monárquico? No tenemos ríos más gran– des, y si nuestros lagartos no son tan grandes como
sus COCOdlilos, no tenemos cien veces más que ellos?"
(52).
Pero para llegar a Centro América. para seguir sus investigaciones, Squier debía tener ayuda finan– ciera Las sociedades científicas debatían las solici– tudes de Squier de dinero para organizar una expe_ dición arqueológica, pero a pesar de los esfuerzos de los más destacados cientfficos del pafs) no se obtuvo lo suficiente (53) El gobierno federal habla finan_ ciado exploraciones antes, pero no se podía depender de él como patrocinador del saber Como dijo el Re_ presentante James H Mammond: "Yo soy uno de esos que no piensan que ellos (los Representantes al Con· greso) tienen derecho alguno a gastar dinero para pro· pósitos específicos" tales como el propuesto por Squier (54) La Smithsonian 1nstitution habla publicado An–
tiguos Monumentos y habia ayudado a financiar la em_ presa de Squier en New York¡ pero el Secretario Jo_ seph Henry se había desilusionado grandemente por 10 incómodo que era Squiel' y rehusó ayudar. (55)
La elección de 1848, ganada por Zachary Taylor y el partido Whig (liberal), le dl6 a Squier la opor_ tunidad qne necesitaba Poco después de las eleccio– nes, Squier. quien aparentemente ni siquiera había votado por Taylor) (56) concibió la idea de un nombra– miento diplonlático como medio de llegar a Centro América a estudiar las ruinas aborfgenes Existía un clalo precedente de tal idea Jobn L Stephens mis– mo había ido a Centro Amél'Íca en una misión diplo_ mática que le permitió suficiente tiempo para satis– facer su curiosidad eru(lita lespecto a las ruinas de Guatemala y Yucatán (57) Squier, como Stephens, obtuvo el nombramiento que necesitaba, mas Squier. a diferencia de Stephens
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se vió envuelto en un con_ flicto de intereses entre los Estados Unidos y la Gran Bletaña. que le dejó poco tiempo para escudriñar los monumentos de la civilización aborigen Centro Ame– ricana
1. Aunque viajó extensivamente en Nicalagua. Houdul'as y El SalvadOl, Squier no visitt$. ni Guatemala ni
Costa 1Uca. Fué nomblado Enca1gado de Negocios para Guatemala. pel'o también fué acreditado para las otras cuatro 1 epúblicas de Centro América, 2 "American Review H
,
VI, sin filma, (Octuble, 1850), pp. 436-37
3. El lustle de la estu'pe de Squier está confinado a lo militar. Samuel Squier fué Teniente del Ejército de Oliverio Clomwell Philip Squier, su bisabuelo, Sil'vió bajo el General Roger Wolcott en Louisbourg en 1745. El abuelo) Epllraim Squiel'. peleó en Bunker lIüIl y ganó alguna fama como soldado diaIista. Joel Squier, padre de E George Squier, no tuvo sin embargo, ttasfondo militar. La madl'e de Squier, Ka_ theline ll:ilmer Squier. de ascendencia holandesa, murió cuando E George tenía doce años Sus dos m?–
dio-henuanos más jóvenes, Ch"rles. quien murió en un accidente ferroviario en 1868) y Fl'ank, pronu. nente manufactuI'el'o de papel en New York a finales (lel siglo XIX, fueron hijos de la seguuda espo~a
de Joel. l\:IalÍa Kilmel' Squier. Eplll'aim Squier a Ioel Squier, Julio 11, 1833, Documentos de Ephlalm George Squier, Sociedad Histórica de New York; Evert A. y George L. Duycldnck, "Cyclopedia .of Ame_
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