This is a SEO version of RC_1969_01_N100. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »éstos, sólo había 101 os, monos y lagartos, todos muy buenos para comer, pero que teníamos de reserva para los tiempos más apremiantes Lo tupido de la selva y los fuertes aguaceros habrían, en todo caso, hecho la caza impracticable.
Una sola vez intenté yo una explOlación De la puerta del palacio, casi en line~ con el frente, se eleva– ba una alta y escarpada montana, la que nosotlos pen– samos que debía dominar. u,na vista; de la ciudad ,en t~
da su extensión, y que qUlza ella m~s.ma cantendI la rUI– nas Tomé la situación, y, con bruJula en mano y un indio por delante de mí con sU.l'!1~chete" desd~ la ~aI
te postelior del mencionado edIfIcIO SUbl en lmea rec– ta estenordeste hasta la cúspide. El ascenso era tan empinado que me ví obigado a ayu?arme con las r~mas
pala subir. Sable la cumble habla un alto m~ntIC~lo
de piedras, con una muralla de cimiento todavJa eXl~
tente Plobablemente una tone o un. templo habla existido alli, pero el bosqu~ ela tan t~pldo C?Ill;0 ~ba
jo y ninguna parte de la clUdad en lumas, Ul Slqmer: a l' alacio podía verse Los árboles crecían hasta a111–
~a Pde la ~umbre, y subí a uno de e!l?~, pero n? pude ver el palacio ni ninguno de los edIfIcIOS. Atlas, .con dh ección a la montaña no había na~a SlUO se~va, al frente, a través de un claro ent~e los arboles, mnamos la arbolada planicie que se extlen~e has!a Tabasc.o Y el Golfo de México; Y el indio al pIe del ~rbo~ espIan– do por entre las ramas, alzó el rostro h~C1a mI con ex– plesión radiante, Y señalando un pequeno ,run;:o e~ ei
llano, que era el mundo 'Qara él,. ~xclamó, ~lla es~a e pueblo". Esta fué la única ocaSlOn en que mtenté ex– plorar, porC\u? ~ué la única vez que tuve un blanco ha– cia donde dlrlgll'me.
Debo exceptuar, 110 obsta~te, la expl?raci6n de un acueducto que Pawling y yo Intentamos Juntos Lo a· bastece un arroyo que corre inmediato a la base de la telraza donde está el palacio En la época de nuestra llegada toda la corriente pasaba por. este acueducto Ahora estaba crecida Y corria p~r encIma y a l~ h~.rgo
En la entrada tuvimos g~an ~üIcultad para reSIstIr la fuerza del torrente El mtel'lor estab~ completamen– te obscuro Y no podíamos movernos slU candela~ Los costados e~an de piedras lisas c?mo de cl;latro pIes. ~e
alto Y la bóveda estaba constrmda con pIedras sah~l
zas 'como los corredores de ~os edifici,?s A C~l ta d~s
tancia de la entrada el pasaJe. se desvIaba h3;Cla la IZ_ quierda, Y a una distancia de. CIento sesenta :pIes se ha; Haba completamente obstrmdo por las rumaS Q~e
1 umbo seguiría más adelante, era imposible determI– narlo, pero ciertamente no pasa debajo del palacio, co– mo se ha supuesto.
A más de los truenos y relámpagos, tuvim?s una alarma por la noche Fué originada por. un rmd? se– mejante al crujido de una rama seca baJ.o ,una pIsada furtiva, la que, al levantarnos todt?s plecWltadamente, pensé que sería la de alguna bestIa salY~Je, pero. Mr Cathel wood, cuya cama estaba más prOXIma, se Ima– ginó ser la de un hombre Ttepamos sobre el mont~n
de piedras caídas al extremo de este corredor, pela mas allá todo ela una densa obscuridad PawHng hizo dos disparos como una insinuación de que estábamos des– piel tos, y arreglamos palos a t!av.és del c~)1'r~dor c?mo Una trampa de modo que ni sIqmera un mdlo pudIera enttar por ~quel lado sin ser derribado con algún con– siderable 1 nido y con detrimento de su persona Fuera de los zancudos y las garrapatas', sufrimos a causa de atlas insectos peores llamados por los nativos nignas, los cuales, se nos dijo, atormentaron a los es– 'pañales en su primer entrada al país, y que, dice el histOliador: "roían su Camino entre la Carne, debajo
de la~ Uñas de los Dedos del Pie, en seguida ponían sus Llendles ahí dentro, y Se multiplicaban de tal ma_ neI a que no se libraban de ellos sino con Cauterios, de modo que algunos perdían sus Dedos, y oh os sus Pies, siendo así que debían ser arrancados al plincipio; pero estando hasta aquí iguOlamoS del Mal no sabían cómo aplicar el Remedio" '
Esta descripción es verídica aun en la última cláu_ sula Nosotros habíamos escapado de ellas hasta nues–
tt a llegada a Palenque, y estando ignorantes del mal, no sabiamos cómo aplicar ellemedio Yo llevé una en el pie por varios días, consciente de que algo iba mal, pero no sabía qué, hasta que las liendres habían sido depositadas y multipIíc~adas. PawIíng trató de extraer–
las con una navaja, que me dejó un gran hueco en la calne; y, desgraciadamente, por los piquetes de varios insectos se me puso el pie tan inflamado que ya no me podía enbal ni el zapato ni la media. Me ví obligado a leposar, Y, sentado un día entero con el pie descu_ biel to y en postura horizontal, fui asaltado por peque– ñas moscas negras cuyas picaduras yo no sentí al mo– mento de la inflicción, pero me dejaron señales seme– jantes a las punzadas de cien alfileres La irritación era tan grande,;Y aumentó tanto la hinchazón, que me alazmé y decidí legresar al pueblo No era cosa tan fácil ~l llegar allá El pie estaba demasiado grande para ponerlo en el estribo, y, verdaderamente, el mantener– lo sólo por unos momentos suspendido, me hacia sen_ tir como si la sangre me fuera a reventar pOI la piel, y la idea de que se pudiel a golpear contra un arbusto me hace estremecer aún ahora mismo Era indispen_ sable, sin embargo, abandonar el lugar Mandé al pue_ blo POI una mula, y al décimo día de mi llegada a las 1uinas, bajé cojeando la terraza, monté, y puse el in– rOl tunado miembro en una almohada sobre la manza– na de la silla Esta me proporcionó, para aquel fan_ goso camino, un asiento muy poco seguro Iba delan_ te de mi un hombre cortando las ramas, sin embargo mi somblero fué arreBatado tres o euatro veces, y por dos veces me vi obligado a desmontar; pero a su debi_ do tiempo, para mi gran alivio, salimos del bosque Después de la opresión y confinamiento entre la sel– va, al llegar una vez más a un campo abierto, sentfase el espÍl itu muy reanimado
Al ascender a la meseta en donde el pueblo estaba situado, observé un grado de animación extraordinario, y una turba de gentes en la enyerbada calle, plobable– mente algunos quince o veinte, quienes parecieron ani_ mados al verme, y al punto tres o cuatro hombres a ca– ballo Se dirigi€1on hacia mí Yo ya había soblelleva_ do la representación de muchos personajes en aquel pais, y esta vez me ví erróneamente tomado por tres "padtes" a quienes se esperaba que llegaran esa ma– ñana de Tumbalá Si la equivocación hubiezR conti– nuado yo hablÍa tenido comida bastante para seis peI_ sanas a lo menos; pero, POi' desgracia, ésta quedó pron_ to descubierta, y yo avancé hasta la puerta de nuesb a antigua casa Inmediatamente apareció el alcalde, con las naves en la mano y en traje de gala, es decir, con la camisa metida enbe los pantalones; y tuve el gusto de notar que estaba de peor humor por la llegada de los padles que cuando nosottos llegamos;- en veldad, él pa_ recia ahOl a más bien inclinado hacia mI, como alguien que podía simpatizar con sus molestias por el absurdo de ptomovel semejante alboroto a causa de ellos Cuan_ do vió mi pie, además, lealmente demostró cierta con– miseración, y trató de acondidonalme tan cómodamen_ te como le fué posible La hinchazón había crecido demasiado. Pronto me fuí a acostar, y, permanecien_ do enteramente quieto, con el auxilio de un botiquín, ayuno, y la ausencia de cosas irritantes, a los dos días con sus noches reduje la inflamación muy pelceptible_ mente.
88
This is a SEO version of RC_1969_01_N100. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »