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« Previous Page Table of Contents Next Page »to veinte de ancho y está plotegida en todo el contOlno, hasia la propia cima, por una muralla de piedras cua– dradas Quizá las elevadas estl ucturas de Palenque, que nosotros hemos llamado pítamidales, y que se en– contl aban. tan atruinadas que no pudimos llegal a comprenderlas con exactitud, Sel íaIl; en su origen de la misma fOlma Sobre el costado ouental dé la estluc– tura hay una ancha escalinata con gl adas de pieili a co– mo de ocho a nueve pulgadas de alto, y tan empinada
que se necesita gran cuidado para el ascenso y el des_ censo· de éstas nosotros contamos ciento una en su lu– gal.· 'En la cumbl e faltaban nueve y quizá veinte es– taban cubie1 tus de escombros en la base En la pm te supel ior de las gradas se encuentl a una plataforma de piedla de cuatro pies y medio ~e ancho, .q:u~ se extien– de ala lalgo de la par te posienor del edlÍlclO No hay puerta en el ccnho pelo en cada uno de los extlemos una puer ta da entrada a un aposento de. diez y ocho pies de lalgo y nueve de ancho, y en medIO de las dos hay un ter cer aposento de la misma anchul a, y de treinta y cuatlo pies de largo Todo el edificio es de piedla; pOl dentro, los muros están muy bien p~lidos,
por fuera arriba de la altura de la puelta, las pledr as son plana~ y cuadradas; sable esta línea hay Ulla pli–
mOlosa cOlniza o moldUla, y desde ésta hasta la crma del edificio todos los costados se encuentt an cubier– tos de pre~iosos y elabolados O1namentos esculpidos que forman una especie de arabesco El estilo y carác_ tel de estos ornamentos ela enteramente distinto de cualquiera de los que hasta aquí habíamos visto, ya sea en ese país o en otro alguno; no tenía ninguna seme– ianza con los de Copán o de Palenque, y eran entel a– mente únicos y peculiares Los diseños el an ralos e incompl ensibles, muy esmel ados, algunas veces. gl 0–
tescos pero a menudo sencillos, de buen gusto y her– mosos' Entre los objetos inteligibles hay cuadlos y
1 ambos, con bustos de ser es humanos, cabezas de leo– pardos, y composiciones de hojas y flores, y los O1na– mentas conocidos en todo el mundo con el nomble de grecas Los ornamentos; que se suceden uno a ob o, son todos diferentes; el todo forma un exb aOl dinalio conjunto de primor y complejidad, y el efecio es gran– dioso y a la vez: curioso Y la construcción de estos ornamentos no es menos peculiar y sOlprendente que el efecto general No hay tabletas o piedras o sim_ ples, que replesenten cada una por sí misn:a U!!, sujet<? entero; sino que cada ornamento o combmaclOn esta compuesto de piedras separadas, sobre cada una de las
~uales se halla esculpida una palte del asunto, y des_ pués colocada en su lugar en la paled Cada piedla, por sí misma, era una insignificante pal te flacciolla– lia" pero colocada alIado de otras, contribuía a formal un' todo el que sin eUa sería incompleto. Quizá po–
d) fa na~lársele, con.... propiedad, una especie de mosai– co esculpido
Desde la puerta delantel a de este exh aOl dinalio edi– ficio, un pavimento de 22 pies de 1m go por quince de ancho, de dUla cemento, conduce hasta el techo de oh o edificio, situado más abajo sobre la eSÍluctm a al–
Uficial, como se mucsba en el grabado (fig NQ 34)
No existe escalela ni otra visible comunica– ción entre los dos; pela, descendiendo pOI un montón de escombros a lo largo del costado del más hajo, V buscando en la obscuridad alrededor de la esquina, en_ hamos por una puerta al frente, de cuaba pies de an– cho, y nos hallamos en el interior de una cámala de doce pies de aUm a, con C01'I edol es que se extienden por todo el ancho, de los cuales el del frente ela de sie– te pies y tres pulgadas de fondo. y el abo de tres pies con nueve pulgadas Las paredes interior es el an de piedl"aS cuadl adas lisas y pulidas, y allí no había puer_ ta intel ior o medio alguno de comunicación con cual_ quiel oü o lugar Por fuera, la PUeI ta estaba sobrecar_ gada de ornamentos, y todo el exterior ela lo mismo que el del edificio ya desclito arriba Las gLadas que conducían desde la eut! ada hasta el pie de la estruc– tura se hallaban enteramente destruidas.
Los indios miran estas ruinas con supelsticiosa lcvcrencia No quieren acercalse a ellas de nocbe y conser van la antigua tradición de que un inmenso te– soro está escondido allí Cada uno de los edificios tie_ ne un nombl e que le han dado los indios Este se lla_ ma la Casa del Enano, y está consaglado por una le_ yenda extl avagante, que, mientras estaba yo sentado en la puerta, recibí de los labios de un indio, como si–
gue
Había una vieja que vivía en una choza situada en el mismo lugar que ahola ocupa la estluctma sable la cual este ec1ificio e~tá sentado, y frente a la Casa del
Gobellwdor (de la cllal se halá mención más adelan– te), quien se lamentaba porque no tenía hijos En
medio de su aflicción un día tomó un huevo, lo cublió con un paño, y lo depositó cuidadosamente en un rin_ cón de la choza Todos los días iba a verlo, hasta que
una mañana encontró el huevo empollado, y vió que había nacido una cl.'iatura La vIeja quedó muy com_ placida, y le llamó su hijo, le buscó una nodriza y 10
cuidó con esmelO, de modo que al año ya andaba y ha_ blaba como tm homble; pela entonces dejó de crecer
La vieia estaba más encantada que nunca, y decía que con el tiempo él sería un glan sellar o un ley eiel to día ella le ordenó que fuel a a casa del gobernador a desafiado para una prueba de fuelza El enano tIata–
ba de evadirse, pelO la vieja insistió y él por fin fué.
La guat día le permitió la entrada y lanzó su reto al
goheluadol Este, sonriendo, le ordenó que levantaIu una piedl a de tres arrobas, o sean setenta y cinco li–
bIas; el chicuelo regresó llorando adonde estaba su madle, quien le hizo volver pala decir que si el gober_ nadOl la levantaba primero, que él lo halÍa en segui– da El gobelnador la levantó, y el enano inmediata– mente hizo lo mismo El gobernador entonces le puso
a pI ucba con otras suertes de fuerza y el cnano siem_ pIe hacía todo lo que el gobelnadOl hacía Por fin el
gobelnador, indignado al verSe igualado por un ena– no, le dijo que, a menos que constl uyel a en una no– che una casa más elevada que cualquiera de las del lu_ gar, 10 mataría El pobre enano r egres6 otra vez llo–
rando a decÍlselo a su madre, quien le rogó que no se desanimara, y a la mañana siguiente despel tó y se en–
contt ó en este elevado edificio El gobel nadm, vién– dolo desde la puelta de su palacio, quedó asombrado, mandó por el enano y le Ol donó que recogiera dos ma– nojos de cogoiol, una madera de las más dm as, con uno cuales el gobernador le pegaría en la cabeza, y después
el enano le correspondería con el obo Nuevamente el enano Ieglesó con lágrimas en los ojos a unitse con
su madre, pero ella le dijo que no tuviera miedo, y le
puso sobre la coronilla una tOl tillita de trigo La pI ueba se verificó en pI esencia de todos los gl andes hombres de la ciudad el gobclnador quebró todo su mazo SObl e la cabeza del enano sin dañal al chicuelo en lo mas mínimo En seguida él plocnró evadir la pI ue_ ba en su p10pia cabeza; pero había dado su pulabla en pI esencia de sus oficiales, y se vió ohligado a someter_ se El segundo golpe del enano le hizo pedazos el el á– neo, y todos los espectadores aclamaron al vencedOl como su gobernante Luego después mm ió la vieja; pero en la aldea indígena de Maní, a diez y siete le– guas de distancia, existe un pozo pIofundo, el cual da ent] ada a una cueva que conduce baio tíeua por una inmensa distancia hasta Mérida En esta cueva, a la orilla de una cOHiente y bajo la sombra de un ál bol
cOlpulento, se sienta una vieia con una selpiente a su lado, que vende agua en pequeñas cantidades, no por cUnelo, sino sólo por una criatura o infante para dar de comer a la selpiente; y esta vieja es la madle del enano Tal es la fantástica leyenda 1elacionada con este edificio; pelO apenas me pareció más extraña que la esb uctura a que ella se Iefiele
El oho edificio indicado en el clisé, es llamado por un nomble que originalmente puede haber he_ cho alguna lefelencia a las vestales que en México se ocupaban en mantener encendido el fuego sagrado,
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