Page 133 - RC_1968_04_N91

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Lomas"; pero Corral se resistía, dando por pretexto que, siendo general de división, debiera llevar más contingente. Chamorro le mandó que guardara arres· to hasta que obedeciera. Amigos de Corral lo persua– dieron, y el 19 de febrero salió para Diriomo, dond~

debía abrir un pliego cerrado que contenía las órde– nes que debía ejecutar, bajo la pena de perder su empleo y su grado.

Grande fue su despecho al informarse que Cha– morro le ordenaba atacar la plaza de Masaya, paso que él juzgaba arriesgadísimo. Al llegar a Catarina, encontrándose al Gral. José 'Guerrero que les dispu– taba el paso en las alturas de San Juan. Una sola carga bastó para desalojado y lanzarlo huyendo en desorden a Masaya. Como estela de su paso, Guerre– ro dejó al honrado masayés Francisco Cuadra ex-– pirante en el charco de su propia sangre.

Pero Corral se detuvo allí Con el pretexto de no tener piedras de chispa suficientes, y las pidio a Gra– nada. De allá se las mandaron, mas ya él estaba. en camino de vuelta a Granada, si:h que nadie hubIese podido hacerlo desistir de esta contramarcha. Cha– morro lo mandó a detener en la entrada por el lado del Rastro, y le ordenó desfilar en silencio, con las cajas destempladas, los fusiles a la funeral~, con .to– dos los aspectos de un derrotado. "Es preCISO -dIce Pérez- haber conocido el carácter de aquel hombre para formarse idea cabal de cuánto le afectaría ~a

insuordinación, y más aún la idea de que n~ debla aplicarle la correspondiente pena, porque un Jefe de la importancia de Corral, tan querido de la tropa ~r

el pueblo, no podía ser .cast!gado sin. causar un tr~~­

torno, que tal vez habna SIdo la ruma de la legItI-midad".

Chamorro destacó entonces para Masaya al Co– ronel Florencia Xatruch con su fuerte ejército y sus mejores oficiales. En la madrugada del 9 de feb~ero

salió Xatruch, sin que lo notaran los de~ocráhcos

de Jalteva. El combate de Masaya fue 1ernble, pe.ro los legitimistas pudieron tomar la Igle~Ia parroqUIal donde se habían hecho fuertes los faccIOSOS.

Masaya era la' retaguardia Y el granero de los democráticos. Por tanto, al día siguiente, 10 de fe– brero Jerez decidió levantar el campo frente a Gra– nada ' diciendo, acaso por dar ánimos, que en. Masa– ya "~ jugaría su último albur':. Los. gr~nadmos. le fueron hostigando en su fuga. 'Nos SIgmeron -lll–

forma Córdova-, hacié~donos fuego en todo el ca– mino. La tropa de Martmez nos esperaba en la en– trada (de Masaya). Sobre ella cargaron nuestras de bilitadas tropas".

Fernando de Lorenzana, Marqués de Belmonte, Encargado de Negocios de Nicaragua ante la Santa Sede comunicaba a Chamorro en carta que éste ya no lÍegó a leer, que Su Santid.ad ha,bía bendecido varios cirios el día de Candelana (primero de fe~re­

ro de 1855) destin~d.o a los soberano~ que manteman relaciones diplomatlcas con el Vaticano.

Precisamente en esa fecha destacaba Chamorro al -Gral. Corral para atacar a Masaya, y Corral no lo efectuó por creerlo arriesgadísimo! aunque va~ién

dose del subterfugio de carec~r de .pledras de c~lspa

suficienves. JPu~ bien, el ¡Lic. Pe.rez nos ad~lerte

que "cuando la Providencia quiere proteger una cau sa se vale de todos los medios paar salvarla". La de– sobediencia de Corral produjo un bien a la causa le– gitimista; si aquella vez emprende el asalto a Masa– ya quien sabe que tal resulte, porque en esos mo·–

m~ntos habia una acumulacióll; de fuerzas que hu– bieran hecho difícil sino impOSIble apoderarse de a– quel punto estratégico, llave de toda la situación. El 9 de febrero escribe su carta Lorenzana, y

ese mismo día, en la lejana. Nicar~gua se estaba lle– vando a cabo el suceso mas glonoso de la carrera militar de Fruto Chamarra con la toma de Masaya, que significó el golpe de gracia para Jerez y sus se-guidores.

Las hazañas de Chamorro en la prolongada ba-talla de Granada había repercutido en Centro Amé-

rica y de tal modo provocado la admiración hacia este hombre extraordinario, que muchos manifesta. ron deseos de conocerlo y anunciaron su viaje a Ni– caragua con ese objeto, una vez que terminara la guerra. Desde la lejana Italia, también venía una voz de admiración, tanto más imparcial cuanto más ajena a nuestras sórdidas luchas. En la carta a que nos referimos, al expresado Marqués de Belmonte, Manifestaba a Chamorro su "verdadera admiración por la energía, valor, sabiduría y heroicidad con que V. E. ha defendido y sigue defendiendo su autoridad legítima, los principios rectos de buen Gobierno, la moral y la religión contra la turba de extraviados hijos de Centro América y de otros extraños que pre– tenden combatir lo racional, lo legítimo, lo justo Y' lo santo, llevando entre sus hermanos, sangre, fuego y desolación, con el fin de entronizar en su patria el desorden, la demagogia y la desenfrenada licencia". Fruto Chamorro estaba triunfante. Su carácter, su energía, su constancia daban frutos de victoria. El sentido de aquella contienda y la razón de su de– senlace, pueden resumirse así:

Disciplina ante insubordinación; orden ante a· narquía; propósito de luchar por un hermoso ideal, ante el de acometer con fines proditorios e inconfe– sables como los de enriquecerse con los despojos del enemigo y tratar de ponerlos a buen recaudo. En su– ma, dos hombres se enfrentan como símbolos de las luchas políticas seculares de Nicaragua: el uno le– vantando el principio de legitimidad; el otro, el a· nárquico arbitrio de insurrección; el uno saca re– cursos por medios legales; el otro arrebata, saquea, confisca sin medida; el uno todo energía y orden. mantiene bien alimentados y pagados a sus solda– dos, se hace obedecer de ellos y sabe que todo vaya al garete, procede sin plan militar ni político, no provee ni el paog ni el rancho de sus hombres, deja que cada cual se valga personalmente como pueda; ambos caen en sus lechos: Fruto Chamorro, quien ya no se levantara más, continúa manteniendo la dis ciplina, como lo enseña el caso del Gral. Corral, dis– pone la última acción que debía asegurar el triunfo, y lo alcanza; en cambio, Máximo Jerez, en una si– tuación parecida, pero más' ventajosa porque día a día va mejorando de su herida, es incapaz de conte– ner el desorden; se mantiene en Granada con espí– ritu de terquedad más que de constancia, hasta que se ve obligado a salir huyendo; y entonces, sin sa– ber medir las proyecciones de su desastre ni conocer el espíritu de su gente, vencida y acorbardada, la dirige conscientemente a la ratonera de Masaya, colocándola entre los legitimistas vencedores, y los que les vienen a la zaga, persiguiéndoles desde Granada. Asi cosecha esta última derrota, desastrosa y definitiva. Los restos de aquel numeroso "Ejército Protector de la Libertad de Nicaragua", hambrientos, sedientos continuaron SU fuga en pelotones hasta León

y al concluir Córdova esta parte de sus RECUER– DOS, observa:

"León estaba sin fuerzas, su plaza desierta, su ri– que agotada, sus hombres muertos y heridos y todo el resto sin esperanzas".

Por dicha para éstos, y por desgracia para Nicara– gua, Fruto C~amorro quedaba allá en G~:anada reduciqo a la impotenCIa en su lecho de enfermo. Una mano mas vigorosa que la de Corral -dice Walker, aludiendo a Chamorra- hahría llevado a los democi'áticos fugitivos a empellones hasta la plaza de León". . Después de la victoria, Fruto Chamorro se trasladó a Quismapa una propiedad que poseía en las cercanías de Granada.' Su mal era disentería, düícil de curar en aquellos tiempos.

Allí rodeado de su esposa, de sus hijas y de suS amigos, , después ?~ hab~r recibi~o los Aux~lios de la Santa Iglesia Catohca, sm proferIr una qU~Ja !i~te. el dolor físico ni un reproche ;:¡, los que lo hablan lUJUrIa– do y procurado toda clase de males, entregó su alma al ere,ador a la una de la mañana del 12 de marzo de

1855. Tenia 51 años de edad.

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