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Don José Antonio Lacayo de Briones
El 21 de Noviembre de 1740 fue nombrado Go– bernador de Nicaragua el Regidor don José Antonio Lacayo de Briones, o como él se firmaba con más modestia, Dn. Josef Lacayo.
Ya hacía algunos años que el señor Lacayo fi– guraba en la vida pública de la por ese entonces agitada y abatida Provincia de Nicaragua. Debido
a la decadencia en que había caído la Corona y Reino de España durante Carlos II, el Hechizado, los brotes anárquicos en esta Provincia eran fre– cuentes, y la autoridad real menospreciada. Los ingleses, enemigos eternos de España, venían a au– Inentar con sus constantes incursiones, -y sus alianzas con los zambos miskitos-, las vicisitudes de estas tierras.
En el mes de agosto de 1725, estalló un motín entre los jefes y oficiale!! del cuartel de León, con motivo del nombramiento de Maestre de Campo, hecho por el Capitán General, en don Vicente Luna
y Victoria. Fue comisionado para pacificar la Pro– vincia el Sargento Mayor don José Antonio Lac;ayo de Briones.
El comisionado, con tino y sagacidad, logró calmar la efervescencia popular, quitó al pueblo cerca de quinienias armas, seis cañones y muchas municiones que tenía, y dió cuenta en información respecfiva al Capifán General.
Cuando la Provincia estaba peligrosamente amenazada por los ingleses, la autoridad real, ya en Inanos de Felipe V, di6 la Gobernación al vete– rano soldado Lacayo de Briones. .
Desde el principio tuvo el nuevo Gobernador que aduar con decisión y firmeza. Sabiendo que el mulato Antonio Padilla, Capifán de una de las com– pañías de pardos o gentes de color. y algunos oiros, intentaban amotinarse y oponerse de hecho a la toma de posesión porque deseaban para Goberna– dor a don Felipe Gámez Mesía, Maestre de Campo de la Provincia y Corregidor del Realejo, Lacayo no se intimid6, y apenas llegó a León tomó pose– sión solemne de su destino, recibiendo, dos días después, del propio don Felipe Gámez, muestras de sumisión y confianza. Padilla, sin embargo, conti– nuaba dando muestras de rebeldía.
Estando el país amenazado por los ingleses, en guera con España, dispuso Lacayo pasar revista de las cuatro compañías de la plaza, incluyendo a la de Padilla. Formadas que fueron, se les amunicionó a todas menos a la del Capiián rebelde. Este mandó reclaJnar las municiones por medio de un sargento, pero el Gobernador contestó al mismo sargenio. ordenándole que se retirara de la compañía con to– dos los soldados, a quienes debía advenir que te–
nían obligación de abandonar a un Capifán traidor al Rey.
Cuando Padilla fue iInpuesto de aquella con-
festación, protestó a grandes voces contra el califi– cativo y lleno de indignación di6 la orden de marcha, sin pedir permiso, manifestando que acuar– telaría la gente en su casa y que pelearía con armas blanca!> y piedras, si llegaba el caso de combatir a los enemigos del Rey. Lacayo mandó inmediata– mente a reducirlo a prisión, lo procesó y lo conde– no a mueríe en pocos días.
Estando el '~eo en la capilla hubo amagos de trastorno, por lo cual Lacayo anticipó la hora de la ejecución y le hizo dar garrote a media noche, co– locando la cabeza y una pierna en sitios públicos, para escarmiento de los demás.
En fal estado los asunios del inferior, deterIni– nó la Corle de España poner en esfado de defensa el Castillo y río de San Juan, sobre el que se pro– yectaba una forInal expedición por parte del Gobier– no inglés, enfonces en guerra con el nuestro. Con tal objeto fueron enviados a Nicaragua más de ochocientos fusiles, doce piezas de artillería, mu– niciones, dinero, cien soldados de línea de la Ha– bana con sus correspondientes oficiales, sargentos y artilleros, una galera y algunos otros auxilios. IGámez, Hist.de Nic. p. 2121.
Reconocida la aptitud del señor Lacayo, que era hombre JnUY activo, y cuyas medidas preventi. vas para poner a Nicaragua en estado de defensa, habían impresionado bien a la Corie, se le expidió iüulo de Comandante General de las Armas, el 4
de Inayo de 1745.
Fue en su carácier de Comandante General que el señor Lacayo envió la RELACION DE LA LAGUNA DE NICARAGUA y RIO SAN JUAN que aquí presen-tamos a nuestros ledores. ,
En esa Relación puede observarse que el espi– ritu descubridor y aventurero de los españoles había decaído grandemente. Molesta la monótona y tantas veces rep'etida frase -hablando de los ríos y su origen- 'cuyo nOInbre se ignora y el cur– so de su navegación". O esta ofta:" . cuya cabe– cera se ignora".
Amenazada la Provincia por el rumbo de la Mar del Norie por los. caribes bravos y los zambos mosquitos, aliados del enemigo por anfonomasia, los ingleses, y jamás se pensó en un reconocimien– fo integral de la región I
Sin eInbargo, la Relación es de sumo interés por la descripción desfallada del Castilo de Nuestra Señora de la Concepción, monumento histórico de la heroicidad de nuestra raza.
Aunque el Señor don José Antonio Lacayo y Briones era español de origen, forma parle de nues– tro acervo intelectual por ser el progenifor de una larga y dilatada familia, cuyos mieInbros aún dan distinción y prestigio a la sociedad nicaragüense.
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