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1876

GUATEMALA

MAYO 25

A las siete de la mañana salí de Guatemala en un carruaje de las diligencias de Robles. Antes de em– pren,der la marcha se nos hace pesar el equipaje en la Agencia y resulta que cada pasajero tiene que pagar de 4 a 6 pesos por su valija. Aunque la tarifa que el señor Robles ha hecho fijar en varios sitios públicos de la ciudad dice que el asiento de Guatemala a San José vale doce pesos. se nos obliga a pagar $1.6. los que unidos a cinco que me costó el equipaje, hacen 21 pesos, ~uma hario considerable para una distancia de 24 leguas y. para los estrechos carruajes en que vamos apretados corno sardinas. _ El seño-r Robles, único ernpresario de diligencias en Guatemala. es un español tan mal encarado corno grosero y abusa frecuentemente de su monopolio y se complace en hacer rabiar a los viajeros que tienen la desgracia de caer en sus manos.

Mientras se pesaban maletas, baúles, etc., hay un violento altercado enfre el insolente empresario y Dn. Benito Fernández, comerciante hondureño, alter– cado a que dió lugar el Sr. Robles.

La caravana se componía de tres carruajes y una carreta que llevaba los bagajes. En el mismo coche en que yo voy, el más pequeño por cierto, se acomo– dan Don Fernando Guzmán, -mi padre- Don Benito y un hijo suyo de 12 años y un francés, Capitán de un buque surto actualmente en San José.

En los otros dos carruajes van Ramón Rosa, José Saborío, Leandro Lacayo, el Gral. Felipe Solares, el Gral. Medinita, Carlos Murga, Enrique Soto, Manuel Arzú y afros varios.

El camino es agradable, llueve ligeramente y se siente una brisa fresca. A las 10 a.m., llegarnos a Amatitlán y hospedarnos todos en el hotel "La Amis– tad". Allí almorzamos perfeetamente y a las doce sa– limos con dirección a Escuintla bajo un torrencial aguacero. Nos alojarnos en el hotel del Comercio. Yo ocupo un cuario con Dn. Fernando, L. Lacayo y Medi– nita. Dice la Geografía de C. A., que Escuintla tiene diez mil habitantes pero en verdad que no parece tan populosa. El clima es sano y agradable. Altura sobre el nivel del mar 1380 pies (Greografía por R. Toledo).

Después de la comida sacó Felipe Solares de su carriel un naipe y se puso a tallar un monte, pero al pace;) raio uno de los apuntes :tiró sobre la mesa un par de dados y se hizo el naipe a un lado. Yo perdí como 80 pesos.

Mientras me acostaba se puso Medinita a dietar– nos planes de campaña y a darnos consejos sobre la manera cómo debíamos derrocar al Góbierno de Don Pedro Joaquín Chamarra. De más está decir que mi padre, Leandro y yo escuchábamos la charla de nues– tro compañero de cuario con la misma atención que prestábamos a la lluvia' que no cesaba un solo instan– te de caer.

. Acostado ya, en vez de atender a los consejos del heroe de Olancho, ponía atención a las tonadas anda– luzas que en uno de los cOITedores del hotel entonaba Pepe Saborío acompañándose con una malísima gui– tarra.

mAYO 26

. Salimos de Escuintla a las siete de la mañana. Con la lluvia de anoche el camino está pésimo. A las

9l(a llegarnos a un lugarejo llamado El Naranjo, que dista solamente 4 leguas de Escuintla: allí debíamos almorzar. Llueve a cántaros desde la 10 a.m. Es im– posible salir hasla que no escampe. Nos ponernos en marcha a la 1 p.m., aunque todavía llueve. El camino es un inmenso pantano.

. A las cinco de la tarde llegarnos a San José y allí sabernos que el vapor "General Barrios" naufragó el día anterior. El Capitán del buque que es un Sui2;O, el poriugués Pereira a quien había conocido en Guate– mala, y varios oficiales y marinos, acaban de llegar

al puerio en una de las chalupas del vapor naúfrago.

Cuentan éstos que- una tempestad horrible los obligó a salir a 70 millas mar afuera y como el vapor era bastante viejo no pudo resistir el furor del hura– cán, que a excepción de 14 soldados chapines, todos los pasajeros se habían salvado en lanchas y que por lo que hacía el vapor seguramente se encontraba ya en el fondo del mar, pues le entraba un pie de agua cada hora.

A Dn. Fernando, a Leandro y a mí nos preocupa la suerie de seis nicaragüenses que se encontraban en el buque perdido y de cuyo paradero no hay noticia.

Sobre todo sentiríamos que hayan perecido To– más y Carlos Alemán, excelentes amigos nuestros.

Terno que el naufragio del "Gral. Barrios" desa– liente a este Gobierno y desbarate todos nuesfros pro– yecios sobre Nicaragua. Aunque ese vapor era viejísi. mo cost6 a GuatelT\ala 80 mil pesos. Además, se perdieron en él más de 500 Remingtons, un cañón Krupp, y un obús. A nosotros debía servirnos de mu– cho en la campaña próxima contra Chamarra. Veo en esia catásfrofe un iriste preludio y así se 10 digo a Leandro, pero ésie, que no quiere nunca mostrarse abatido, manifesió cierta indiferencia filosófica y ase– gura que tan desgraciado suceso, no tiene mayor im– podancia.

Medinita pretende, y creo que con mucha razón, que Dn. Felipe Solares debía mandar alguno de los buques surios en este puerto, a buscar el vapor náufra– go, pero Don Felipe con su carácier indolente poco se preocupa de la suerie de tantos infelices.

MAYO 28

El mar arroja un timón piniado de negro y los marineros del "Gral. Barrios" r~conocen que es el de la lancha en que se embarcaron los nicaragüenses: este despojo casi nos confinua en la trisie idea de que iodos nuestros compairiotas perecieron.

A las 7 p.m., llega un negrito jamaiqueño anun– ciando que el bote en que venían los nicaragüenses ha salido a 12 leguas al norte de este puerto, que él mislT\o venía en esa chalupa. Cuenta que todos. se salvaron menos el Dr. Tomás Alemán que pereció a pocas varas de la orilla. A bordo del vapor quedaron 14 soldados guatemaltecos que a estas horas segura– mente habrán perecido.

MAYO 29

Llegan a este puerto afros pasajeros que piensan tornar el vapor que va para Acapulco. Los Generales Domingo Vásquez, (hondureño) Van Severen, (de ori– gen alemán I y el patojo Aguilar (salvadoreño l. Lle– gan, también, los nicaragüenses que salieron el día anterior a 12 leguas al N. O. de San José. Se nos pre– sentan cubiertos de harapos y descalzos. Son cinco:

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