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MANUSCRITOS DE IMPORTANCIA HISTORICA

En el año de 1943 en compañia del ilustre Profe· sor don Carlos A. Bravo, visité la Iglesia del Diriá con el objeto de conseguir datos en el archivo Parroquial, impulsado por algunas noticias halagadoras sobre la exis– tencia de varios libros con siglos de antigüedad. los informes ob1enidos señalaban al Sacristán don José Lo·

renzo Espinosa como el guardador de los preciosos da· tos que me interesaban.

No sé si mi buen amigo y paciente don José lo– renzo Espinosa, estaba de mal humor cunado lo visité con el Profesor Bravo, o si se trataba de la hurañez de la raza con las personas que le son desconocidas, la realidad es que el buen amigo y Sacristán, se empeñó en callar y prefirió escuchar la palabra docta del Profe. sor Bravo. A duras penas nos contestó que ya estaba en poder de la Iglesia dirialeña la custodia preciosísima de oro macizo con piedras preciosas que regalaron los Reyes de España con inscripción o dedicatoria y el año de! obsequio, y que se hdbía perdido.

En realidad, la custodia es una joya de gran valor intrínseco y de trascendencia histórica.

Volví al templo pasados muchos días y encontré de buen humor a mi amigo Espinosa que espontáneamente

blo la producción de enfermedades. Du– rante su estancia en Viena fUe encargado por la emperatriz de examinar, junto con otro gran médico austriaco, Van Swieten,

o

a tres mujeres condenadas a la hoguera por brujas. Aunque el austriaco creía en las brujas, se puso de acuerdo con su co– lega holandés y declararon inocentes a las tres desgraciadas, que recobraron su liber– tad. También un doctor Pigray, médico de Enrique IV y otros médicos franceses, hu– bieron de informar así en un proceso se– mejante: liNo hemos encontrado malhecho– res o delincuentes peligrosos, sino a po– bres personas de imaginación alterada que no se preocupan de la muerte o más bien la d~;ean: sería mejor purgarlas que quemarlas.

Para no hacer interminable el relato

BRUJAS de los médicos que com'batieron aquellas (de los "Caprichos" de Gaya) terribles condenas, nombraremos final·

mente ,a uno de los más destacados, el brabanzón Juan Wier nacido en 1515, quien en su libro "Pseudomonarchia daemonium" se burla de los demonió· manos. Da también detalladas informaciones sobre el in· fiemo, sus jerarquías y sus numerosos diablos. Para quien se interesa por ello, sepa que la monarquía in· fernal está constituida por un emperador, Belcebú, 7 reyes que reinan sobre los cuatro puntos cardinales, 23 duques, 10 condes, 11 presidentes, numerosos caballe– ros bajo los cuales están 6666 legiones, compuestas ca· da una de 6666 demonios, es decir algo más de 40 mi– llones de combatientes. Probablemente, a pesar de ha– ber hecho el censo del infierno, Wier creía poco en Jos diablos. Por su gallarda actitud, condenando a los que condenabán, merece el elogio de la posteridad.

da especie de asuntos, tanto sagrados co– mo profanos.

En 1599 apareció una de sus mas ca' nacidas obras, cuya tesis fundamental gi– ra en torno del diablo, quien -dice- do– mina con su enorme labor de corrupción. Un diablo o una legión de diablos se es– tablecía en el cuerpo de la víctima Y la hada actuar según los gustos infernales, o bien se movía en torno de ella para ator– mentarla día y noche. provocando a veces en los demás un contagio, mediante el cual los traviesos inquilinos pasaban de un cuerpo a otro y hasta saltaban del obse– so al exorcista. Más de un cura tuvo que luchar en propia defensa, mientras hacía los con juros para liberar a afros.

Entre las grandes hazañas del diablo ell la Edad Media sobresale la de someter a sus vfctimas al frenesí del baile. Las brujas se reunían los sábados, a veces en verdadera multitud, y uno de los más es–

pectaculares y bulliciosos números de la fiesta era un baile frenético, en el cual los bailarines se movían dán– dose las espaldas. Hacia la mitad del siglo XIV estalló el frenesí colectivo del baile llamado de San Vito. por– que estaba encomendado a este santo la cura de fas atacados. Hombres y mujeres en comitivas numerosas, agarrados de las manos, bailaban durante muchas ha ras hasta que caian agotados por tierra, quejándose de dolores especialmente en el vientre, y era necesario fa· jarlos apretadamente para calmar la timpanitis consecu– tiVa a aquella larga convulsión.

Puede decirse que durante los siglos XV, XVI Y XVI! transcurre la epopeya de las brujas y la serie de los grandes procesos. la crueldad de los tormentos a que se las sometía, una vez descJbiertas, provocó un período de terror en gran parte de Europa, pero espe– cialmente en Francia y Alemania. Parecían aldeanas, obreras, sacerdotisas de amores difíciles, vengadoras de ofensas que se cobraban haciendo impotentes a sus es· posos. Parecían burgueses ambiciosos, charlatanes y a veces hasta médicos. El médico Poirot fue quemado en 1612 en Nancy bajo la acusación de haber embrujado a una gran dama.

Cómo se comportaron los médicos durante la épo– ca en que más intensa fue la lucha contra los supuestos poseídos de Satanás? Hubo entre ellos quienes creían en los endemoniados; pero otros no participaban de tal creencia. Andrea Cesa/pino, por ejemplo, gran hombre

d~ ciencia italiano. afirma que muchos habían visto en Pisa a una obesa que vomitaba objetos imposibles de tragar, como grandes clavos, huesos, ovillos de lana, caro

bon~s y manojos de plumas. Otro buen médico italiano, Battlsta Codronchi trata en su libro "De remediis natura– libus contra maleficia" del modo de conocer si una en'

ferme~ad es debida a maleficios diabólicos, y de los remed!os para estos enfermos que en su mayoria son energumenos, es decir epilépticos o histéricos.

, Un médico holandés del siglo XVIII, Van Haen, que gozo ,de merecida fama, estaba persuadido de que se cometlan muchos errores y horrores atribuyendo al dia.

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