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« Previous Page Table of Contents Next Page »to, pero también pueda ser que el pulsador no tiene téc– nica o mejor dicho, no está familiarizado con esa clase de tacto y no lo percibe. Solo el médico tiene ese tacto le,ilbdo
Pulsm', ya en el sentido obrero, significa levantar pesos a pulso de brazos.
PUNTO
La palabra punto entra en la terminología médica profana, significa la posible inminencia del desarrollo de una enfermedad. El curandero cuando pronuncia este término, quiere decir que ha pasado su vacilación cru· cial, entrando según él, a un diagnósJico definido. De ahí los puntos.
Mencionemos algunos: "Punto de perniciosa". "Pun·
~o de tifoidea". "Punto de pulmonía". "Punto de tétano". Los médicos no deben decir así, es más exacto pro– nunciar que hay amenaza de tal enfermedad o inminen– cia de tal dolencia.
PURGANTES
TRASPURGAS
En nuestros lugares, mucho se abusa de los purgantes y numerosas personas son muy adictas a ellos, bajo el supuesto de padecer de alguna do· lencia cualquiera, pues si la padecen, quizás sea por el abuso mismo de ellos. En el concepto em· pírico, el purgante viene a ser como una panacea,
basta que comience una enfermedad o por lo menos una indisposición, para que venga el consabido purgante, abusando más el sexo femenino.
Evidentemente, algunos purgantes, bajo prescrip– ción empírica, han acertado, pero aquí, ha obrado la ca· sualidad y el curandero sin saberlo, ha tratado de emer· gencia una gran hipertensión con posible ruptura arte· rial. Por otro lado, una prescripción empírica de un pur– gante, ha obrado la fatalidad, cuando se ha producido una ruptura vesícula-biliar o una ruptura apendicular. Los purgantes constantemente repetidos, traen con– sigo por abuso mismo, patologías intestinales variadas, el mismo estreñimiento por la acción repetida y violen. ta contra su peristaltismo, acarreando la relajación, el cansancio y la pereza intestinal; entonces, con facilidad, sin apercatarse, la persona se' haya en el círculo vicioso, purgándose y purgándose.
'y no sólo el abuso de los purgantes trae consigo patologías intestinales, sino más allá, como la laxitudes crónicas por avitaminosis por la arrastrada de la flora y además, las deshidrataciones que sufre el organismo que repercute en los demás órganos. Hasta una simple pí!. lora laxativa produce a diario una irritabilidad intestinal. En conclusión, un purgante científico y adecuada· mente administrado y solamente bajo la indicación fa· cultativa, puede ser muy valioso para la salud. Hay que tomar en cuenta la' superstición. Los pur-
gantes tienen sus ribetes supersticiosos. Veamos algu– nos:
Purgantes oleoses, sobre todo, el prestigiado acei. te de ricino, al tomarse, a continuación debe ponerse el vaso en que se bebió el aceite, boca abajo y en el sue– lo para que escurra bien el residuo impregnado en sus paredes. Según este procedimiento, el purgante hace mejor su efecto.
Las cucharadas que miden un purgante oleoso, prin– cipalmente, el de ricino, deben ser cucharadas "nones"
y no cucharadas "pares", así, habrá con más seguridad m,ejor efecto y mayor eficacia. ,
El vulgo tiene la creencia que los purgantes oleosos, sobte todo, el aceite de castOI (ricino) son "calientes". Pues en realidad, no lo son, los aceites obran en el in· testino como laxantes mecánicos.
También el vulgo ctee que los purgantes salinos,
"1 efrescan". Al contrario, ellos son irritantes por la ra– zón de que ¡llueven más el intestino, debido a una vio. lenta pI esión osmótica que se opera.
Bañats~ el mismo día del purgante, se corre el pe– ligro de "hidropicarse" (llenarse, como dicen). La creen· cia se basa en que todo purgante fluxiona y abre los poros del cuerpo y el agua del baño se introduce en ellos
La persona que ha tomado un purgante, mientras no ha efec1uado, debe evitar las miradas de las "pan_ zonas" (embarazadas), sobre todo, las primerizas. Las mujeres en tal estado, poseen casi siempre "vista fuer–
j-e" , capaz de "entripar" al purgado, anulando el efecto. La traspul'ga, o sea el seguido día después de una purgada, se considera como el día más delicado para un purgado. La creencia aconseja al traspurgado, no bañar– se, no salir al sol, abrigarse del aire, tener dieta limita– da y ningún otro medicamento; si hay tempel atura, se recomienda cubl irse bien los pies y ponerse tacos en los oídos Muchas mujeres se aplican parches redondos tre– mentinados o carañados en las sienes.
En fin, para telminar, mencionemos los principales purgantes que la curandería los utiliza para los siguien· tes fines:
Para resfríos. Para catarros. Para empachos. Pa/ a refrescar el hígado Para recoger la bilis.
Para la cabeza cuando se siente pesada. Para refrescar el calor.
Para la entrada y salida del invierno. Para los cólicos. Para los calentureros. Para los golpeados. Par a las caídas. Para las lombrices. Para provocar los abortos. Para el bazo.
PUS PODRIDA
La pus podrida es la pus hedionda, pestilenta. La pus podrida es propia del colibacilo y de ciertos empiemas y abscesos de carácter anaeróbico.
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