Page 89 - lista_historica_magistrados

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eñe(gías perdidas durante él rudo trabajo y el des– velo.

b). Muchas personas se llegan a los mataderos no solo para ingerir sangre, sino para verla correr. c). Algunos hombres beben la sangre de res en los ma– taderos como energético sexual para (os tunantes que van degenerando.

d). También la beben como antianémico y fortalecedor de pulmones. Los matarifes expresan muchas veces frases alusivas y contundentes. Mencionaré dos frases que yo mismo las escuché. Una, era alusiva

y decía: "Mientras unos beben lechita blanca de va· ca, yo bebo lechita roja de toro". La otra era con– tundente: "Así como bebo la sangre de este ani· mal, así me beberé la sangre de fulano de tal". e). Se bebe en condiciones neuróticas del individuo, el propio matador que destasa y ve correr la sangle, se puede convertir en un psicópata y aunque no fue. ra un enfermo mental, siempre se procura tomar mas rápido la venganza, carecen de miedo de im pulsar el cuchillo. Esta clase de tipo, cuando de· termina dar el "golpe", se bebe el trago de sangre como si fuera un trago de aguardiente. Puede be– ber sangre de la víctima.

Al contral io, hay destasadores que son mansos de espíritu, ha habido como una protesta dentro' de su psi. quis; como una reacción contraria.

Sangre de cabro.

Han bebido voluntariamente sangre de cabro, los hombres que desean ser olvidados por sus mujeres. Una de las causas es la misma mujer que no llena el "atrac– fivo'; de muier, a pesar que ésta sea muy buena espo· sa y el marido que no la ha podido coordinar bien, fá· cilmente cae en aburrimiento y por pena o pesar no la abandonan.

Han bebido involuntariamente sangre de cabro, los maridos para que sus mujeres se las peguen (adulterio). Maldosamente, hay una tercera persona que interviene en este infame procedimiento, asociado con otros polvos. En las facultades de la magia negra lo facilitan a cambio de buen dinero.

Sangre de perro.

Han bebido involuntariamente sangle de perro, los maridos, para que no se permitan y puedan entrar en re· laciones sexuales con cualquiera otra muier; ésta sangre también la mezclan con otros polvos, la cuestión es Ii·

gar "al hombre" (véase más adelante liga).

Antiguamente, era la sangre del coyote para el hom– bre y la sangre del mapachín en celo para la mujer. El efecto que consiguen dar en una mujer con la sangre o la orina del mapachín, es el mismo efecto de la cantári– de, la mujer corre en desenfrenada y turgente locura de amor hacia el hombre que la ha deseado mediante un in. noble y material hechizo.

Sangre de cerdo.

Hiln bebido involuntariamente sangre de cerdo, los maridos o los queridos que maltratan a sus mujeres. El

hechicero mezcla gotas de sangre de este animal duran. te la castrada con aguas cocidas de un bejuco, luego se añade para disimular una regular proporción de agua de quina. También utilizan en lugar de las gotas de sangre, la orina del barraco (cerdo no castrado) en las mismas condiciones. E{ hechicero advierte a la interesada que de preferencia debe administrase en ayunas; así, el frescor se sube al celebro (cerebro) y a la hiel, al mismo tiempo el calor se baja más abajo del ombligo. Casi siempre el hechicero es solicitado para esta cI ase de servicio por

concubinas que desean el matrimonio.

Sangre humana.

Han bebido voluntariamente sangre humana, aqueo Ilos persona ¡es que han sido influídos ba io circunstancias abaio mencionadas.

Enfocando con curiosa mirada retrospectiva, nos en· contramos con ciertos hechos que han venido relatándose a través de los tiempos como leyenda de extraños mi– tos. Esta leyenda permaneció fiía durante la época co– lonial y se fue debilitando cuando se llegó al presente siglo, quedando vestigios de élla cuando se llega a la se· gunda mitad de esta centuria.

Muchos personajes instruidos por esta leyenda con– siguieron atravesar la cerca le la magia negra, hasta pe– netrar en los dominios de la hematofagia humana. De– bo añadir que los hematófagos teniendo su auge en tiem– po de la colonia, fueron escasos en esa época, de manera que casi todo el populi lo aceptaba como cosa rara; era la magia de ras magias. Se dijo que un gobernador de provincia fue amenazado por esta magia y temeroso, siempre vivió inquieto, hasta que se marchó a España, sin embargo, al poquito tiempo murió.

Po otro lado, Tata Ruma un noventón que todavía vive en sus cabales, relataba que su abuelo conoció a un fulano que no quiso seguir perteneciendo a la seda, en cambio, por no tener esa fortaleza, perdió todos sus ha– beres Hasta hace poco se borró por cierto lugar la me· mOl ia del hombre sin cabeza a caballo que posaba de– bajo de un gran jenízaro a media noche en los cuartos crecientes de luna, porque una carretera asfaltada pasó derrivando el árbol y la hacienda sufrió modificaciones. Ese hombre sin cabeza era el fulano del cuento de Tata Ruma. Prosiguiendo el relato, dice que el individuo he· matófago ha sido impregnado del Telcuan, es decir, don– de está la piedra que contiene la tres líneas de la fuer· za del grupo de magos, los que se dividieron en varios grupos coordinados, así: El grupo que ejercía poder so– bre la vista; los que hacían "ver". El grupo que ejercía poder sobre el tacto; los que hacían "tocar". El grupo que ejercía poder sobre el oído; los que hacían "oir". El grupo que ejercía poder sobre el olfato; los que hacían "oler". El grupo que ejercía poder sobre el espacio, es· tanda en este, las famosas voladoras, desde pequeñas palomitas hasta enormes pájaros. Aquí, diré una frase de mucha hilaridad del humorista diriáleño don Emilio Echaverry quien dijo que la muerte de Justo Rufino Ba. rrios se supo rápidamente por medio de las veloces pa· lomitas voladoras, una broma anacrónica a la radio. De estos grupos que hemos mencionado, los dos primeros son los más fuertes, desvanecien/es. Por último, hubie· ron otros grupos, pero no se sabe a que se dedicaban,

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