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pero así; algunos de ellos renunciaron a ésta escuela y se dedicaron al exorcismo y buscando la profesión de la doctrina Católica, se apegaron al culto de la Mano Pode– rosa, de la Santa Cabeza y otras que se profesan hasta la fecha por el lado de occidente. Ya estos grupos rechaza– ban los maleficios.

La manera de obtenere sangre se operaba bajo cua– tro formas:

1). Se sangraban unos a los otros.

2). Hiriendo a una persona como si fuese un' ac– cidente, bien disimulado el hecho.

3). Con provocación, agresividad o intimidación. 4). Haciéndole ver a una persona que está en ma· las condiciones de salud o que está próxima a enfermar· se, habiendo necesidad de extraerle "sangre mala" para evitar el desarrollo de la enfermedad.

Una vez ingerido el líquido hemático que lo hacían cierto tiempo, tomaban a la vez un "cocimiento" de yer– bas que ponían más negros y brillantes los ojos por al– gún tiempo, posiblemente el brebaje contenía algún di· latador pupilar (midriático). Entonces podían actuar en cualquier parte, aún lejos del lugar.

Actulamente, un individuo si bebe sangre humana, no es el individuo embebido del misterioso ritual, por lo menos si ha captado los vestigios de esa leyenda, no es el personaje recóndito, misterioso, sino un tarado men– tal con apariencias normales. Este individuo cuando be– be sangre humana, cree tener dominio, sugestión o atrac– ción mental sobre cierto grupo de gente o quiere tener dominada a cierta persona, para conseguir amor o pro· vecho de ella. Se conforma a veces con solo herir a su víctima, pero hay casos en que se le pasa la mano, ma– tándolo; prefieren a personas fuertes y vigorosas, esco· gen la noche y un lugar muy disponible o distante, pre– viamente reconocido, casi se puede decir con certeza que son abstemios para las bebidas alcohólicas, casi siempre son del timpa enfermizo, algunos se disfrazan y tienen el cuidado de no dejar huellas. Conocí un caso de tal ti– po de apellido Canda, al fin y al cabo, capturado por la policía, la cual lo fichó como un simple criminal, pero un psiquiatra salvadoreño que pasaba como turista, pidió entrevistarlo, dado el caso, el presidiario, en efecto fue considerado como un criminal, pero se lo exigía una ne– cesidad de ingerir sangre, era una clase de psicopatía de la que el tema aquí refiere. El dictamen del médico sal– vadoreño no tenía por qué darlo a conocer, $010 me lo reservó a mí, yo andaba de paseo con él. El caso quedó como una simple criminalidad sin que nadie sospechó de él (Canda) un enfermo mental. El mismo psiquiatra de esta versión me citó el caso de un mejicano, hematófago un tipo de asesino fríamente peligroso, premeditado e in· sidioso. En un marco de confianza, bondad y mansedum– bre, maquinaba el acecho a la muerte de su víctima ino· cente; entraba en el grupo de los que matan y van al entierro y demuestran mucho pesar por el ser trágica. mente desaparecido. Cuando se averigu6 que el mejica– no era un enfermo mental, fue internado en un asilo. En condiciones ordinariamente normales hay perso– nas que han bebido voluntariamente sangre humana en el trance de una pasión violenta y brutal, desatada por Una terrible venganza y la saña. Al beber· la. sangre del victimado equivale a la libación de venganza, epílogo

del as&sfnató. El que tiene planeada la venganza¡ algu– nas veces dice: "Me las tiene que pagar y juro bebérmela la sangre. El que consumó la venganza, algunas veces dice: "Hasta me le bebí la sangre". Cómo la beben la sangre?

Esta clase de tipos pudiéramos llamarles hematófa– gos accidentales, solo operan durante la violenta y ope– ran bajo tres formas:

Los labios del victimario se pegan a la herida de su víctima.

El asesino recoge con sus manos la sangre de su víctima.

El asesino toma la misma arma ensangrentada y se la lleva a sus labios para ingerirla. Caso conocido es el de Santos Salís. El Dr. Miguel G6mez Alfara y yo, lo conocimos personalmente.

Se registran casos en que no interviniendo ninguna arma, en la lucha cuerpo a cuerpo, un contrincante ha arrancado con los dientes, fragmentos de tejidos y se los ha tragado.

Han bebido sangre humana voluntariamente por sa, dismo, hombres que hieren a una mujer para beberse la sangre y satisfacer el acto sexual. Conocí el caso de un hondureño que a su propia muier la hería muy apenas con una cuchilla de barbería, luego le succionaba la he– rida bebié[ldole sangre. La mujer estaba llena de cica– trices en toda la regi6n de ambos muslos. Durante la ope· ración, ella satisfecha, llamaba a su dueño con cariño "mi sanguijuela".

Hemos terminado la líneas referentes a las distin– tas formas de hematofagia, incluídas dentro del tema de la carne samaguanteada. Parece que esta palabra fol– klórica fue tomada del término castizo sámago que quie– re decir la albura o parte mas blanda de las maderas, que no conviene usar para la construcción.

SANGRE

La sangre entra en cualquier tema extensamente. Pa– ra nuestro folklor, nos limitaremos a pocas líneas. La presencia de la sangre, más si está vertiendo a chorros, puede impresionar más que la presencia de un cadáver.

Muchas personas no pueden ver la sangre porque sufren un desmayo.

Muchas personas creen que la pérdida sanguínea producida por una herida o una hemorrafia patológica, jamás se repone.

He aquí lo que se expresa de nuestra sangre: "La debilidad está en la sangre". "El reumatismo está en la sangre". "El resfrío está en la sangre". "La sangre lo presiente". "Tiene calor en la sangre". "Tiene hielo en la sangre".

"Tiene disipela en la sangre". (erícipela) "Tiene envenenada la sangre".

"Le enveneraron la sangre, por eso no tiene hijós". "La herida no dio sangre, la sangre chorre6 para adentro y se ahogó".

. "Tiene madura la sangre (una garanazón)". "El mal está en la sangre, por eso no se aliviará". "Tiene rala la sangre".

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