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A MIS CONCIUDADANOS,

AL EJERCITO CONSTITUCIONALISTA:

. Después de nueve meses de patriótica, pero sangrienta lucha, las armas victoriosas del Presiden– te Sdcasa se hallan en las cercanías de 10 Capital, en Teustepe y Boaco.

Yo no ignoran los Nicaragüenses todos que desde Laguna de Perlas hasta La Cruz de Teustepe, en cerca de veinte combates, el Liberalismo ha demostrado su energía y su poder dorrotando en todas for– mas a su antagonista el Partido Conservador. ,.

En mi campamento de Booquito recibí el cuatro de los corrientes una invitación del Sr. General Henry L. Stimson, representante personal del Presidente Coolidge para concurrir a Tipitapa en donde ten– dría verificativo lino conversación de ambos, y llegar a convenios de paz. Concurrí o la población indicada y después de larga conversación, en la cual el señor Stimson hizo declaraciones trascendentalísimas para nuestra desgraciada patria, se sirvió dirijirme la siguiente carta:

"Tipitapa, 4 de Mayo de 1927. Señor General José María Moneada. Tipitapa. Estimado Gene– ral Moneada: Confirmando nuestra conversación de esta mañana, tengo el honor de comuni– carle que estoy autorizado para declarar que el Presidente de los Estados Unidos tiene la de– terminación de acceder a la solicitud del Gobierno de Nicaragua para supervigilar la elección del año 1928; que la permanencia en el poder del Presidente Díaz durante el resto de su man–

dato se considera como indispensable para dicho plan, y se insistirá sobre el/o; que el desar–

me g~neral del país es también mirado como necesario para el bu.en éxito de esta elección y

que las fuerzas de los Estados Unidos serán autorizadas paro hacer Id custodia de las armas de aqué/Jos que quieran entregarlas, induyendo las del Gobierno y para desarmar por la fuerza

a aquéllos que se nieguen a hacerlo. Con todo respeto, (f) Henry L. Stimson".

Los Delegados del Presidente Sacasa, doctores Argüello, Espinosa y Cordero Reyes, recibieron co– pio de está comur\icación, y tanto ellos como el suscrito declararon de manera enfática y terminante que los fuerzas de los' Estados Unidos, que son la expresión inequívoca de ciento veinte millones de habitan– tes que 'ésa' naci6n alberga, son bastantes para hacer de nuestra pequeña patria, que tiene a lo ;;umo ochocientos mil habitantes, lo que a bien tenga, y que no es humano el oponerse ni óbligar 01 pueblo nica– ragüense a derromar su sangre generosa en estéril y triste sacrificio. Que el honor el ejército y el nuestro, én lo persondl y ~n lo cole~tivo, por las declaraciones hechas al mundo y la sangra derramada en los cam– pos de batallo, ;en defensa de la Constitución y de las leyes, vulnerables por Emiliano Chamarra y su suce– sor Adolfo Díai, nos obligan a rechazar lo propuesto; que podíamos inclinarnos ante la fuerza y rendir qui– zá las armas, pero no la dignidad y el décoro.

El señor Stimson contestó que también el honor nacional de Estados Unidos estabo comprometi– do en fa permanencia del señor Diaz, porque al reconocerle, el Gobierno Americano había obrado con bue– na fe y la conciencia clara de que la Presidencia del Sr. Diaz, era constitucional. Agregó que con profun– da tristeza cumplía con el deber que su Presidente el señor Coolídge le había impuesto, al hacer semejan– te declaración.

Jamás he tenido en la vida momentos y horas de más angustiosa meditación. Una pesadilla ho– rrible pesa sobre mi alma de patriota, y no tengo valor ni me considero con derecho para resolver por mi solo lo que el ejército y el país entero deben hacer en este día de luto y de zozobra.

Me dirijo a mis conciudadanos por medio de estas líneas, y preguntarle su opinión al ejército libe– ral victorioso en los campos de Teustepe, victorioso en todos los campos, -pues ni un sólo combate ganó el ejército de Chamarra y Diaz no obstante la protección manifiesta de los marinos americanos, que la pro– porcionaron fa posibilidad de arrojar todas las tropas de que podían disponer, contra nosotros en Palo Alto, Muy Muy y Las Mercedes, en donde el poder conservador resultó como siempre irrisorio, para descender hoy mós hondo aún.

Recomiendo a mis conciudadanos la mayor calma, aunque esto sea más fácil decirlo que hacer– lo, pues yo mismo tengo en el pecho el mayor tormento de mi vida.

Hemos cumplido el ejército liberal y yo con nuestro deber De glol ia se hnn cubierto los libero– les en (os campos de batalla. Su honor resplandece mejor aholo ante el mundo. Puede ser que la justicia llegue a triunfar alguna vez.

Yo no soy inhumano. Por una causa 110bley generosa, me puse al frente de 105 fuel Las consti– tucionales, pero no podré aconsejar a la Nación que derrame toda su sangre patriota por nuestra libertad,

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