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Víctor Hugo dijo una vez que "ningún ejército puede resistir la fuerza"'de una idea a la que le ha tlegado su hora". Para la mayor parte de la América Latina la hora de la libertad ha llegado En 1954 había 13 hombres-fuertes militares en latinoamérica -ahora sólo quedan cuatro o cinco. Y, si viviéramos de acuer– do con nuestras responsabilidades, en los meses y años venideros podríamos esperar la eliminación de tod6 despotismo en la América Latina- hasta que el Hemisferio Americano sea un hemisferio libre, no parcial– mente libre, no casi libre, sino completamente libre, desde el Cabo de Hornos hasta el Circulo Artico.
Pero los Estados Unidos -la cuna de la libertad- han sido vistos con demasiada frecuencia, no como amigos de esta creciente marejada de libertad, sino como mantenedores de dictaduras brutales y
tam-baleantes. -
En 1953 los Estados Unidos le dieron una medalla al dictador del Perú.
En 1954 se le concedió Jo Legión del Mérito 01 dictador de Veneuela por medio de nuestro em– bajador.
En 1956 el dictador del Paraguay recibió una medalla de los EE. UU.
En 1955 nuestro Secretario de la Marina fué a la Argentina y pronunció un elocuente discurso comparando al dictador Perón con Lincoln, para beneficio de Perón.
Hemos abrazado calurosamente a Trujillo -el brutal déspota de la República Dominicana-, y re– cientemente uno de nuestros embajadores fué fotografiado abrazando al enviado de Trujilfo cuando lo arrojaban de Nicaragua porque la OEA prácticamente había declarado a su gobierno fuera de la ley.
Durante los últimos ocho años hemos botado en la América Latina más de 500 millones de dóla– res en armamentos y municiones, la mayor parte de los cuales se han utilizado para fortalecer el puño de los dictadores. Y aun ahora, a pesar de las duras lecciones del pasado, nuestra fuerza aérea está pensan-do en invitar a Washington al }'co-dictador" de Nicaragua como huésped de honor -
El resultado de estos desatinos ha sido un desastre. Los pueblos de la América Latina han comen– zado a sentir que nosotros estamos más interesados en regímenes estables que en gobiernos libres -más interesados en luchar contra el comunismo que en batirnos por la libertad. Más interesados en la posible
pérdida de nuestras inversiones que en lo pérdida real de las vidas de miles de jóvenes latinos que han muer– to luchando contra los dictadores con el re,¡;ultado de que, al caer las dictaduras, nuestro apoyo a ellas ha sido muy recordado y por esta rozón se ha desconfiado de nosotros.
Nuestro segundQ fracaso de importancia en la. América Latina ha sido la falta de ayuda de los pue~
bias latinoamericanos para lograr sus aspiraciones económicas. .
La América Latina es la zona de más rápido desarrollo en el mundo. Hacia fines del siglo ten– drá 512 millones de habitantes, más del doble de lo que tendrá toda la América del Norte. No obstante, esto enorme explosión de población se está llevando a cabo en pqíses donde millones de personas des.– de ahora se encuentrcln condenadas a una vida de hambre, pobreza' y enfermedades--donde los ingresos medios familiares son irlferiores a 300 dólares anuales- y donde el crecimiento de la población se está adelantando al desarrollo económico;. bajando aún mas su mísero nivel de vida. . .
La pobreza no es una novedad en la América Latina. Lo que sí es nuevo, es la determinación de salírse de la pobreza -eliminar er hambre y la escasez y crear una economía moderna en una pequeña fracción del tiempo que se requirió paro el desarrollo' de los Estados Unid9s o de Europa. . .. .
Los puebfos de la América Latina desean mejores casas, mejores escuelas y mejor nivel de vi~a
Quieren reforma agraria y tributaria y terminar de una vez con la corrupción que disipa ·los reqursos de una nación. En resumen, quieren un nuevo trato {new deal) para Sur América, Por eso es que en cada capi, tal latinoamericana hay una calle o un parque con el nombre de Franklin D. Roosevelt y ninguna con el nombre de Hoover o Coolidge o Hording o Richard M. Nixon.
Los pueblos de la América del Sur esperan de los Estados Unidos -su buen vecino, el país más rico de la tierra- que Jos ayuden en este gran esfuerzo para desarrollar su economía Sin embargo, en los últimos ocho años hemos enviado menos del 5% de nuestro ayuda económica a toda la América Latina y nos hemos negado a discutir con ellos la estabilización de los precios de los productos de que dependen las economías latinoamericanas, precios cuya rápida fluctuación les ha ocasionado la pérdida de más di– visas extranjeras que las que habían ganado con nuestro programa de ayuda al exterior Hemos luchado contra la creación de un Banco Interamericano hasta que los acontecimientos nos lo impusieron. No hemos hecho caso de la interesante propuesta del Presidente del Brasil para una "Operación Panamericana" en gran escala destinada a desarrollar la economía de la América Latina. Nuestro Secretario de Estado aban– donó la Conferencia Interamericano en 1954, después de obtener una teso[ución contra Guatemala, pela antes de' que los países latinoamericanos tuvieran la oportunidad de discutir los problemas económicos pa– ra los cuales había sido convocada la reunión
. Sin embargo, el propio Mr Nixon estuvo en la América Latina hace cinco años y no vió ninguna ne-cesidad de tomar nuevas medidas. Simplemente se limitó a alabar la "competencia y estabilidad" de la dic– tadura de Batista y dijo "estoy convencido de que el comunismo ha rebasado su punto culminante en la América Latina". Mr. Nixon nq podía haberse equivocado más -Batista no era estable y el comunismo, no sólo no había sido detenido, sino que com.enzaba a avanzar hacia nuevos conquistas. Fué precisamente ese error que' cometiÓ, como enviado personal del Presidente, al no ver lo que g eb Jq hQ_c_erse If1n JQ Am~riC;<l
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