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, . ,l'eeibía las atenciones de don Ramón Cuadra Pasos

y su esposa dOña Carmela Cuadra de Cuadra,

rredor, se di6 a la fuga sobre la Calle Real y las gentes tras él griíando: "Allí va Montoya!" Yo estaba en esos momentos en la casa del General Eduardo Mon±iel y al oír el griferío sa–

lí a la calle y al darme cuenta de lo que pasa– ba me enfrenté a la multitud y la detuve. salvando así la vida del fugitivo. Hasia allí llegaba mi control sobre las gentes.

Esos actos llamaban la, ,atenci6n al pueblo y aumentaban su admiraci6_p. y cariño por mí.

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' El hecho es que todas esas cosas me die– ron la idea de que yo podría lanzar mi caúdi– datura a la Presidencia de la República en lo que no había pensado antes de mi ingreso a Granada. Esa fue la raz6n por la que rehusé formar parte del Gabinete del General Estrada cuando éste me propuso el Ministerio de Gue– rra, puesto que deseaba tener más libertad pa– ra mis trabajos políticos. Mas corno al mismo tiempo no quería perder por completo el pres– tigio que da el poder a un candidato que sin Usar del apoyo oficial tiene sin embargo su respaldo moral. por eso pensé entonces que ningún ofro que no fuera el General MEma po– dría ser el hombre que desde el Ministerio de la Guerra pudiera prestarme alguna ayuda, caso que yo la necesiíara en el curso de la cam– paña electoral.

y para no estar equivocado, creí que lo mejor sería sostener una entrevista con Mena para plantearle claramente mi problema. Así lo hice. lo que di6 por resultado que el General Mena me hiciera un ofrecimiento de apoyo de lo más amplio, asegurándome además de que estando él en el Ministerio era corno si yo mis-mo estuviera. .

'tal declaraci6n me mere~i6 el más abso– luto crédito porque no tenía Mena ninguna ra– z6n para ocultarme sus proPQ,¡;ifos si él real– mente en aquellos momentos tenía los mismos planes que yo le estaba manifestando. y puedo decir sinceramente que si ~~na me hubiera

peclid.o que yo le dejara a i!1 ei campo libre para :tra~a~ar por su (;jaÍ1.di~afur~ y qu~ yo le prestara mI apoyo, 19 habna tenIdo, pues con Mena, cOmO dije antes, tenía tal amistad que por muchos meses una sola hamaca nos sirvi6 a ambos para dormir en ella, es decir, que el cariño que nos profesábamos era tal que com– partíamos nuestras pequeñas comodidades. Pe– ro Mena no me rn.anifest6 otro prop6sito que el d? apoyar mi candidatura. y más biert me pi– dlO que para qUe ese apoyo fuera completo y seguro lograra el nombramiento del General José María Moncada come:> sub-secretario del Ministerio de la Guerra.

Con esta informaci6n regresé donde el General Estrada para confirmarle lni renuncia del Gabine±e y la aceptaci6n de Mena, con Moneada de segundo.

Después de ésto me retiré de la formaci6n del Gabinete, pues no quería que se interpre– tara que yo intervenía en tales nombramien– foso ,

El General Estrada organiz6 su Gabinete de la siguiente manera:

Ministro de la Guerra, General Luis Mena¡ de Hacienda, don Manuel Lacayo¡ de Relacio– nes Exteriores e Instrucción Públic;a, don Tomás Marfinez¡ de Fomento y Obras Públicas, don Fernando So16rzano y de Gobernaci6n. don Adolio Díaz. .

En vista de que en algunas ocasiones ocur:rían prisie:>nes que no habían sido ordena– das por las autoridades competentes. dando eso origen a ciertos hechos que ocurrían por el estado de nei-viosisrn.o en que había quedado el Zelayismo, hechos que se atribuían a faHa de una ley organizadora del país, corno fue el caso del Doc;:tor Manuel Coronel Matus, quien puso fin a su. vida en el baño de su casa cre~

yéndose perseguido, dispuso el nuevo Gabine– te emitir una Ley de Garantías para mientras se convocaba al pueblo para una Consti±uyen– te que formulara la nueva Constituci6n que habría de regir.

La artterior disposici6n del Gobierno fue comunicada al M~nistro en Washington. doc– tor Salvador Casfnllo. para que a su vez la co– municara al Departamenfo de Estado. Este por su parte, resolvi6 poner en conodmient~

de nuestro ,Ministro que había resuelto enviar un representante del Gobierno de los Estados Unidos ante el Gobierno revolucionario recién instalado en Managua para comunicarle las condiciones que aquel Gobierno pondría para otorgar el reconocimiento del nuevo Gobierno de Nicaragua:

Nuevamente se dirigió el Gobierno del Ge– n?r.al Estrada al Ministro Castrill,o para' que hICIera saber al Departamento de Estado su

ace~taci6n por el envío del Representante del GobIerno de los Estados Unidos para discutir con él las bases del reconocimiento, y pocos días después del cruce de estos mensajes lleg6 a Managua, MI'. Thorn.as C. Dawson con su se– ñora esposa. una elegante y bella brasilefia.

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