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Firmado en mi presencia.
de 108 Estados Unidos, M.'. Dawson, quien una vez en el país la esludió y consideró que l1ena~
ba los propósilos para que l1~abía nido emitida. Esa ley fue elaborada por una Comisión nom– brada por el misnlO General Eslrada y com– puesta por los dadores Máxim.o H. Zepeda ,y Carlos Cuadra Pasos, quien funcionaba por ese tiernpo conlO Secretario Privado del Presidente. Ambos comisionados somelieron la Ley en con– sulta al juicio jurídico del doc1or Alfonso Ayón, el que dió un dictamen favorable .
~ Mr. Dawson estuvo en el país alrededor de unos quince días y después de su regreso se convocó al pueblo para la elección de Repre– sentantes a una Constituyente.
Para esta elección hubo entera libedad y al Partido Liberal, aunque hubiera querido, le habría sido difícil tomar participación, pues ese partido se había re±lrado completamente de la gestión pública bajo la loza de la nota Rnox.
La elección para Constituyentes recayó sobre elementos m.agníficos del Partido Con– servador, y se puede hacer mención especial de los más brillantes jóvenes que entonces te– nía el país, tales como el docior Carlos Cuadra Pasos, don Salvador Buitrago Díaz, don Pedro Gómez, docior Daniel Guiiérrez Navas, don Ma– nuel J. Morales, don José Dolores Mondragón, don Salvador Amador, don Toribio Tijerino, etc., etc.
No obstante de pertenecer todos los com– ponenies de esra Asamblea al Partido Conser– vador, no había en ella una perfecta homoge– neidad de criterio y frecuenlernen±e se enla– bIaban inieresantes debates sobre los tópicos que se discutían, especialmente, cuando se 1ra– tó de las cuestiones educacional y religiosa, dos puntos que durante el Gobierno de Zelaya habían sido objefo de Inodificaciones conlra– rias al sentir nacional.
Al llegar la Asamblea al debate de estas cuestiones el país se sintió vivamenie interesa– do, tanto en su desarrollo como en su resulfa– do y de muchos departamentos venían gentes a presenciarlos desde las galerías.
y como no sólo los Dipu±ados eledos te– nían derecho a hacer uso de la palabra, sino que también podían hacerlo los Magistrados y los Ministros de Estado, y entre aquellos es– taba el Dr. Máximo H. Zepeda, hombre de fácil palabra y de una gran fuerza oratoria, los de– bates que ocurrieron sobre la cuestión religio– sa en la que él intervino fueron, como he di– cho, de suma impodancia.
Por el interés que en los departamentos habían despertado esas brillantes discusiones, familias enreras venían a presenciarlos y a in– ±eresar a los congresales en el apoyo de sus punías de vista. Por ese enlo11ces, no habría sido dificil a un mediano observador predecir el próximo enlace del Dador Carlos Cuadra Pasos con la bella señorila Mercedi±as Carde– nal, según era el calor con que el DoC±or Cua– dra Pasos exponía los principios religiosos del
(f I I.uis Mena
(f) Adolfo Díaz
Firmado en mi presencia.
(t) remando Solórzano
(f) E. Chamorra
Managua, 30 de Octubre de 1910.
(f) Thomas C. Dawson (f) Titomas P. MoUal
Firmados ires de un ienor, en Managua, el 2.7 de ociubre de 1910.
(fl Juan,J. Es!:ilada
(fl Thomas C. Dawson (fl Thomas P. MoiiSlll
C O N V E N 11 O No. 4
.
Managua, 29 de octubre de 1910.
(fl AdaRgo ll):a3Z
Los firmantes, deseosos de cumplir debi– damente con el programa de la Revolución de Once de Octubre, han convenido en designar en su oportunidad y por mayoría, un candida– to para Presidente Constitucional de la Repú– blica y otro para Vicepresidente, correspon– dientes al período siguiente a la Presidencia protémpore del General Estrada, obligándose a fomar en cuenta que el escogido debe repre– sentar a la Revolución y al Partido Conserva– dor.
Los suscritos se comprometen, para que además de las leyes decretadas garantizando Una libre elección, que no habrá reconcentra– ción de las fuerzas armadas del Gobierno en ningún punio de la República más que lo ne– cesario para mantener el orden y el propio servicio de policía:
Agregan que el General Estrada no puede ser candidafo para el nuevo período o sea el que sigue al provisional.
También es convenido que el Gobierno que se establezca en Nicaragua no debe penni– tir bajo ningún pretexto al elemento zelayista en su administración.
En aquel entonces mucho se rumoró sobre la insistencia del General José María Moneada para ser incluído entre lós firmantes de los Pactos, pero Mi,' Dawson, no sé por qué causa, no le dió acogida a fal solicitud v los Pactos quedaron firmados solamente por aquellos cu– yas firmas aparecen en los documenfos.
. La Ley de Garantías, a la que lne referí anteriormente, fue preparada y emilida antes de que llegara el Representante del Gobierno
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