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Mr. EI,ILIOTT NORTHCOTT

Enviado Extraordinario y Ministro PlenipoteJicíal'io de

los Estados UnidoS en Nicarllgua.

sos lo acompañara a la casa de Diez para

junto~ convencer a éste de la necesidad de en– contrar una solución a los problemas de la si~

iuací6n, problemas que por fin se resolvieron ante los buenos oficios del Ministro Americano, Mr. Ellio±± Norihcoti, quedando don Adolfo Díaz como Presidenie y el General Luis Mena como Ministro General, quienes convocarían a una nueva Constituyente,

El General Estrada y el General Mancada salieron emigrados del país.

Al iener conocimiento de todos estos su– cesos resolví mi regreso a Nicaragua.

Aquí en Managua permanecí sin posición alguna en el Gobierno, únicamente dedicado a la observación de los acontecimientos políticos que se desarrollaban enire don Adolfo Díaz y

el General Luis Mena, únicos elementos de im– podancia que habían quedado en el mando y entre los cuales había que suponer se desa– rrollaría una nueva lucha por la hegemonía.

EfeC±ivamente esa lucha se desarrolló, aunque no muy visiblemente, porque don Adolfo Díaz, con su habilidad acostumbrada, ocultaba sus propósitos que eran, indudable-mente, el buscar cómo dominar a Mella para situación se resolviera, corno suele decirse, por eviiar que éste llegara al poder.

sí misma, por otro y el Gerieral Juan J. Estra- Después de algún tiempo de mi llegada a dé\, que estaba, por así dE;lcir~9, Coma el único Managua algo de la política de Díaz se me hizo representante del Partido Liberal y que debería claro, porque él mismo me expuso la necesi– haberse sentido éomo obligado a defender los dad de que ambos deberíamos. proceder de derechos de ese Padido para estar en el poder. acuerdo si queríamos eliminar a Mena, por lo

Mi~ temores de un rompimiento entre qué ün día de tantos me envió al Dodor Cua– ellos, na eran, sin embargo, infunda(jos. Antes dra Pasos con el nombramiento de Generoal en del tiempo que yo esperaba perman,ecer en Jefe de las Fuerzas Militares de Nicaragua. COJ'nayB.gua, fuí llamado, telegráficamen}:6, por Jun.l:o con ese nombramiento se me ciaba la unos ª,migos que de Managua lleganan al orden de destituir al General Mena del Minis– Puerío de l\.mapala para explic¡;\rme la situa- terio de la Guerra y demás desHIlOS que tuvie– ci6n de lo qüe estaba ocur-riendg en,Managua re, poniéndole prisionero, en caso necesario. y que de, acuerdo con esOS iriformes resolviera La visita del Dr. Cuadra Pasos al lugar de mi regre!;lO a Nicar¡;\gua. Entre esos comisiona· mi residencia fue como a las once del día. 29 de dos es±aba el docior Ramón C. Castillo, quien julio de 1911 y la orden para destituir a Mena me refirió los sucesos a que dió lugar la pri- era para las doce del mismo día. Para el cum– 8ió11, de Mena por acuerdo entre el General Es- plimiento de mis instrucciones contarí.a con el irada. y Mancada. Luego la prisión de Monca- apoyo del Comandante de Armas, general da p6r decisión de un grupo de militares en el Bariolomé Viquez, quien había salido momen– Campo de }.1arie, adictos al Partido Conserva- tos antes de la residencia de Díaz con sus ins– dar, entre los que estaban el Coronel José Mi- trucciones necesarias. También debería contar guel Casilllo, Cándido Mayorga, ametrallado- con el apoyo del General Rober±o Huriado, que rista, Pizarrín, y otros, quienes apresaron a era el Jefe de la Loma de TiHcapa y quien es– Mancada amarrándolo a un árbol y conmina- taba ansioso de recibir la orden. de deponer a ron al General Estrada para que pusiera en li- Mena porque éste le había mandado a 200 sol– bedad al General Mena, lo que aquel hizo in- dados dé Nandaime para que los pusiera de mediataffiente. alfa en sustitución de ]a tropa que aquel tehía. . El General Estrada, que hasta esos mo- Díaz había advertido al General Hurtado mentas había merecido la confianza del Parti-

do Conservador, se dió perfecta cuenta que que esperara las órdenes que se le darían de

la Comandancia de Armas hacia donde yo sa– después de estos sucesoS de tantísima impor- lía en esos TI1oment()s con el Dr. Cuadra Pasos. tancia no podría seguir gobernan<?-o. ~om<? has-

ta entonce¡;¡ lo había hecho, y decldlo re±1rarse Cuando íbamos por la casa de don Carlos para dejar eri el poder sólo a elementos conser- Báez, como a dos cuadras de distancia de la vadot'es. Por eso llamó a don Adolfo Díaz, P'las entrada a la Comandancia de Armas oímos los corno éste, contrariadé par la. prisión de Mena primeros disparos. Entonces ordené al cochero

y la amenaia que él mismo había sufrido, re- que nos conducía que detuviera el coche y yo husó asistir a la conferencia, el General Estra- me lancé fuera de él, lo que alarmó al Dr. Cua– da pidió entonces al doctor Carlos Cuadra Pa- drá Pasos, que consideraba que algo grave me

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