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« Previous Page Table of Contents Next Page »podría 09 U l'I'Ú', ena,qu~ll!:~, circunStancias, m~s
o me despedl de el dlclendole: "En estl;ls Clr–
runstancias quien pierde un minuto lo pierde todo 1" y s,eguí corriendo hasta la puerta dé1 Campa de }.t,tarte que llamaban de,l Perpetuo Socorro la que cerraban en esos mó;trnentos. Una vez que hube entrl;ldo, a una' señal con el General Víquez, procedimos ~~ conjun·
to, él a la captura del Mayor de Pll;lza Jorge MEma, y yo .a la del Comandante, General Jersán Sáénz, quien al verme me dijo: "Usted eS
un intruso aquí, váyase!", a lo ".que yo le respondí: "El intruso es Usted, y qu~~n sé va es Ustéd,!' Esto lf.i.dije cogiéndolo de la.,mano en que llevaba, desenfundado su revólver. Luché con el un ra,to hasta despojarlo y luego le hice entender las órdenes del Presidente '~on Adol– fo Díaz. Mientras tanto, Viquez había someti· do a Jorge Mena haciéndolo ponér las manos en altó ~contra una pared.
D~spués de dominar a los Jefes y apode– rarnOS del edificio, salirnos al pafio 'para dar las insfrucciones de colocar la puntería de un9S dos cañoncifos que allí habían hacia' la man– sión residencial del Campo, donde vivía el Ge– neral M:ena. Mas antes de ordenar fie dispara– ra, procedí a llamar al Grál. Hurladq a la Lo– ma. para prevenirle se alistara, y advértirle qué nO se 'alarmára por los. disparos de cañón que oyera Plles serían dirigido~ a la Mansión. Pes· pués, lla;mé a Mena, por teléfono, para. comu– nicarle la orden de destitución de Diaz y lo que había hecho con ,la Co:mandancia dé Ar– mas y para conminarle ad~más que se entre– gara prisionero advirtién<!lole también que si se negaba a ello que dispararía conira~a Man-sión. ,.
Mena me pidió que 10 esperara unos cinco minutos para entregarse;' más cómo pasaran los minutos de esp~ra conc.edidos sin haberse presentado, di orden de disparar los, dos ca– ñoncifo:il los que hicieron bastante daño en el edificio. EntonGes Mena, me llamó pidiéndome la suspensión del ataque y decirme que llama– ría inmediatamente a la Embajada AInericana para pedir al Ministro Americano que llegara a llevarlo.
Efectivamente Mena habló con el Ministro, pues éste me pidió suspendiera el ataque a Mena, y me aseguró que éste ya estaba rendi– do y que él me garantizaba que ,Mena se en– tregaría ese rl:\ismo día. Yo le pedí al Ministro un tiempo fi;o, determinado, como de una ho– ra, por ejei-r\plo_. Yo me quedé confiado en las palabras del Ministro, mas pas6 el tieIl,lpo sin que Mena apareciera, y no fue sino hasta co– mo a las seis de la tarde' que tuve datos verídi– cos de que Mena prl3paraba su fuga.- ,
Algunos amigos de Mena estaban llegan– do a' la Mansión para acompañarlo em ,su huí– da. enfre los cuales estab.n), Maréial El'aSmO Salís, Salvador Buifr¡igo Díá.~ Alfonso Estrada
y oi~os, jóvenes todos de impodancia en el Parildo Conservador.
Al pasar Mena por la Momotombó consi-
Genel'al BENJAMIN ZELF:DON Comandaba las fuerzas libero.conservadoras , ¡¡al General Luis Mena. '
derándose ya seguro de efectuar su escapé a Granada sin esiropiezo alguno, el grupo que lo acompañaba hizo unos disparos al i:lire vivan.. do a la Revolución Menista. El Ministro Amé–
ricano me informado de ello, mas no obstan-te que :l:odavía continll~~ª haciendo resistencia a dar crédifo a la evidencia, se puso en actividad comunicando los suoe.¡¡OS a su Gobierno y mo" viéndose aquí en la Capital entre el Cuerpo Diplomático para el desconocimiento de lo qu~
podría organizar Mena como semblaza de Go~
bietno, ya fuera en Masaya o en Granada. , Por su paríe Díaz también se puso en aet~
-vicIad organizand,q su nuevo Gabiente y dá n..
dome la, mayor s\\ma de poderes para le. reor" ganización del Ejército y para que hiciera la defensa de Mailagua a mi entera satisfacci6n.
Por SUPU$sto que al iniciarse la Revolu– ción de 1912, conQf;i,qa por el nombre de "La Guerra de Mena" todas las ventajas estaban de paríe del General que como Ministro de la Guerra había minado el país con una organi– zación militar casi personal, es decir, con. aque– llos elementos que durante la gUerra qe la Costa habían servido bajo sus órdeIleS. Ade– más, la distribución de los maieriales de gue– rra los habia hecho calculadamente, encon– irándose por eso la mayor parte del arma– mento en el cuartel de San Francisco, de la Ciudad de Granada, el que había puesto bajo la Comandancia del General Daniel Mena, hijo del mismo General Mena.
El cuadel qe Managua establ! muy des– provisto, lo que pudimos constatar desde el primer día en que principiamos a organizar la defénsa de está. ciudad. Por esta raz6n, s610 pudimol;l enviár Con el General Frutos Bolaños Chamorro, unos doscientos hombrel¡¡ a Tipiía-
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