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« Previous Page Table of Contents Next Page »tervenciones armadas y que ella estaba profundamente preocupada por tales cuestiones A la luz de las serias acusaciones hechas por el ¡¡nteriol gobje. no de Guatema– la, al representante de la Argentina le pareció que aque– llos que estaban implicados verían con agrado la opor– tunidad de confirmar sus negativas Mas la clase de in– tervención que los Estados Unidos temían (la intervención comunista) había sido debatida y combatida y no esta– ban interesados en ir más allá de ese punto
Las exitosas revoluciones contra las opresivas dic– taduras de Cuba y Venezuela al principio de 1959 fueron el catalítico de una nueva ola de intervenciones Casi no pasó semana de ese año sin que se oyeran nuevas que– jas. Mientl as es un hecho incontrovertible que numero· sas expediciones fueron iniciadas con el objeto de de– rrocar a varios gobiernos de la región, la extensión de la ayuda dada por gobiernos activos o pasivos no puede determinarse hasta que se obtengan los informes de in· vestigaciones objetivas La declaración del Dr Castro po– co después de asumir el poder en Cuba apenas puede considerarse calculada para suavizar la tensión: "Uno de– be sentirse solidario con todos los exilados de las varias dictaduras que todavía persisten en América, la de Tru–
ji 110, Somoza y Paraguay, y yo diré que ellos cuentan con mi ayuda y simpatía" Aunque en declaraciones pos– ter iores él se comprometió a ajustarse al principio de no-intervención, esa enumeración inspiró ea
ca confianza, por lo menos en lo que la región del Caribe se refiere. En esta atmósfera, la Reunión de Consulta de Can– cilleres de los Estados Americanos se instaló del 12 al 18 de agosto de 1959 en Santiago de Chile, treinta y un años después de la singular reunión de la Habana, Cuba Además del hecho de que ambas reuniones se llevaron a cabo en medio de intervenciones vehementemente de– batidas (la mas reciente de ellas convocada por esta ra– zón específica), tienen además extraordinarias similitu– des Cuba, la República Dominicana y Nicaragua esta– ban en el centro de la controversia, aunque por distintas
razones. Muy significativo es el hecho de que muchos de los mismos argumentos en favor de la intervención fueron repetidos en Santiago, como si una conferencia fuera simplemente una sesión de la otra
El Ministro de Venezuela declaró que "hay el peligro de poner énfasis en la cuestión de no-interven– ción mientras se pasa por alto la importancia de la liber– tad y auto·determinación para el desarrollo del hemisfe– rio" El hizo notar también que "Napoleón en Europa y
80lívar en América extendieron el principio de libertad con el apoyo de las armas La O EA debe consolidar el sistema ¡nter-americano o dejar que se deteriore" Tanto Cuba como Venezuela pidieron un cordón sanitario aire· dedor de los regímenes dictatoriales.
Es, por supuesto, cierto que ellos hablaron de in– tervención colectiva de vez en cuando, mas también es cierto, que, en ausencia de un acuerdo sobre interven· ción colectiva, se opusieron vigorosamente a una comi sión permanente de vigilancia inter-Americana para pre– venir la intervención unilateral a través del hemisferio El Ministro cubano insistía en que eso violarla la sobera· nía que intentaba proteger, mientras que su colega de Venezuela decía que solamente servirla como un escudo protector en pro de 105 dictadores.
Aun la elocuente referencia del Dr Ferrara (Haba. na, 1928) a la nobleza de las intervenciones que habr~n
librado a Cuba del yugo de España, encontró una se. cuela irónica en las palabras del Ministro Dominicano Este aseguró al Ministro Cubano que la única expedi. ción que había de salir de su país hacia Cuba era la que había llevado a José Martí
También ambas conferencias tuvieron sus interesan_ tes contrastes Los Estados Unidos no fueron el blanco de todas las quejas como lo habían sido treinta y un años atrás Esto en sí puede servir en promover un más objetivo estudio del problema en el futuro El espectro de 1928 estaba, sin embargo, muy presente, y fue en gran parte la causa para la reacción contraria de muchas de las delegaciones ante cualquier sugerencia de interven. ción colectiva Una segunda diferencia es el hecho de que en la conferencia de 1928 la interveJ;1ción fUe discu. tida franca y abiertamente Todo lo que se ha dicho acerca de las intervenciones del pasado siglo diecinueve
y principios del veinte ha sido francamente admitido y
ellas pueden identificarse y discutirse por lo que rElal mente fueron Las intervenciones de las últimas dos dé cadas, por el contrario, son indignadamente negadas por aquellos mismos que las perpetraron, y esto a la faz de las claras pruebas presentadas por la Organización de Estados Americanos (OEA) El problema se hace por lo tanto más difícil de resolver
Finalmente, y quizás la más significativa diferencia fue que en 1959 hubo al menos mas discusión de la res. ponsabilidad internacional y orgánica Como decíamos antes, aquellos que pedían intervención colectiva tenían en mente determinados gobiernos y cuando vieron que la intervención colectiva había de tratarse en más abs tractos términos, perdieron interés Pero esta conferen– cia al menos fue más allá de los corrientes pronuncia mientas rígidos de la doctrina de no-intervención Con fió a la Comisión Inter-Americana de Paz el estudio de dos cuestiones conexas: a) "métodos y procedimientos para prevenir cualquier actividad externa diseñada para el derrocamiento de gobiernos establecidos o para Pravo car casos de intervención "y b) "el parentesco entre la violación de los derechos humanos o la total carencia de democracia representativa, por una parte, y las ten siones políticas que afectan la paz del hemisferio, por otra"
V
Mientras los movimientos revolucionarios mencíona· dos han contribuído a fomentar acciones gubernamen· tales claramente contrarias al principio de no-interven– ción, han sido también factores de un desarrollo menos violento, el fruto del cual ha sido usado para atacar, con
bases legales, la interpretación absoluta del principio Las demandas que exigen esos movimientos revoluciona– rios han encontrado la ruta para llegar hasta las confe– rencias inter-Americanas donde a todos los estados Ame– riceJnos se les ha pedido declararse en favor de gobier– nos democráticos y de garantías constitucionales para ciertos derechos humanos básicos
En algunos casos esto ha representado un sincero deseo de parte de un gobierno de ver que esOs prin ci · pios se incluyan en su Carta Magna En otroS casoS ha sido parte de una campaña de propaganda para descO n"
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