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« Previous Page Table of Contents Next Page »enviaran un informe de sus trabajbs mensua– leS. En uno de esos informes del Recaudador noté que el gasto del transporfe en coche para ir a visítar al Presidente de la República era pagado por la nación y no de su propio pecu–
lio, así como las atenciones médicas a su fa– milia. Por ese molivo dejé de llamar a Mr.
Ham a su visita presidencial, mas en una de
SUS visitas espontáneas me reclamó él que yo
nO lo llam~ra, a1.o que yo le contesté: "Sí, Mr.
Ham, es verdad, pero permítame explicarle. La causa de que yo no lo llame es que usted. carga en los gastos de la República el pago del transporte suyo a la Casa Presidencial y quie– ro evitarle ese gasto a la nación por las difíci– les circunstancias por las que atraviesa". Fuera de ese pequeño incidente, no tuve otra crítica que hacerle a Mr. Clifford D. Ham,
y aun creo que fue un magnífico empleado del Gobierno. . .
Considero oportuno aprovecharme, ahora que estoy escribiendo mis memorias, rechazar el cargo de intervencionista (vende-patria) con que el Partido Liberal se ha esforzado en dañar mi personalidad política, aunque no en– cuentro fundamento alguno para tal cargo. En estas mis memorias dejo ya expuestas las razones que tuve para suscribir el Tratado Chamorro-Bryan que no fueron otras, como ya dije, sino la de dar lleno a una satisfacción de
la -gran mayoría de los nicaragüenses que por muchos años han venido aspirando por la construcción de un Canal Interoceánico a tra–
vés del territorio nicaragüense y el de satisfa· cer de la manera más airosa posible las exi– gentes demandas de los Estados Unidos para consiruir ese canal, si alguna vez se llegara a construir, exigencia esta que Nicaragua no po– día hacer a un lado dada la política fuerte de la Diplomacia del Dólar que en esos tiempos había adoptado nuestra hermana mayor, co– mo lo reconoce el mismo Ing. don Luis Somoza Debayle en las declaraciones referentes a la negociación que hizo su padre el General So– moza García con el Presidente Roosevelt, como puede verse en la carta que dirigió al Director de REVISTA CONSERVADORA.
y pasanao de asuntos de la importancia de la opción de Canal por Nicaragua a peque– ños incidentes ocurridos durante mi Adminis– iración de 1917 a 1920 declaro que en todos ellos mi Gobierno tomó la actitud y siguió la conducta que me propuse seguir, cual era, la de no dejar avanzar ni un ápice más a la inter– vención americana en nuestros asuntos inter– nos.
Para que mis leC±ores comprendan mejor
y COnozcan realmente cual fue esa aC±i±ud y
esa conduC±a voy a relatar, en esta ocasión, algunos de esos incidentes.
.. Unos soldados de la guardia de la Lega– Clón Americana, bajo la jefatura del Mayor Sou±h, gozando de una noche de licencia pro– vocaron a riña en el sa16n de baile de una cantina del Barrio de San Sebasfián a un gru-
po de nicaragüenses, de cuya provocaClan re– sultaron heridos y golpeados de uno y otro bando, lo que obligó a la Policía a intervenir para restablecer el orden, llevándose presos a cuatro de los soldados, prornotores de aquel altercado, a la Comandancia de Policía inme– diata a aquel lugar.
Algunos de los soldados norteamericanos que no fueron hechos prisioneros ocurrieron al Campo de Marie donde su Jefe, el Mayor South, para pedirle que ordenara que sus com– pañeros fueran libertados.
Inmediatamente, al conocer el suceso, el Mayor South llamó por teléfono al Coronel F.
Barlolomé Ibarra, entonces Director de Policía de Managua, pidiéndole que pusiera. en liber– tad a los soldados detenidos. El Coronel Iba– rra que ya había hecho llegar a algunos de los heridos nicaragüenses a la Dirección de Po– licía para investigar sobre los sucesos, mani– festó al Mayor Sou±h que no podía poner in– medialamente en libertad a los soldados que reclamaba porque no podía quedar impune semejante hecho delictuoso como el cometido por ellos, pero el Mayor South insistió y hasta amenazó con ir él personalmente con sus Mari– nos a libertarlos.
En presencia de esta amenaza, que el Co– ronel Ibarra consideró inminente que se lleva– ra a cabo, éste me llamó por teléfono para par· ±iciparme lo que estaba ocurriendo y consul– ±arme cual era la conducta que debía seguir.
Mis instrucciones fueron que preparara bien sus Secciones de Policía y que cuqlquier agresión que le hicieran la rechazara con las armas y que yo estaría atento para ocurrir en su ayuda en cualquier momento dado.
Confieso que como el Coronel Ibarra tam– bién yo llegué a creer que el Mayor South tra– taría de libertar por la fuerza a los Marinos detenidos, por lo que llamé al Comandante de Armas del Campo de Marte, Coronel Teodoro Delgadillo, para que alistara inmediatamente
200 hombres y los tuviera preparados para sa– lir con ellos a proteger al Coronel Ibarra, caso fuera atacado por los soldados de la Legación Americana.
Es natural pensar que tanio el Mayor South como el Ministro Americano, Mr. Jeffer– son, se dieron cuenta de que en el Campo de Marie había una tropa lista para salir a defen– der cualquier Sección de Policía que fuera atacada por los soldados americanos. A ese co– nocimiento se debió, sin duda alguna, que el Ministro me llamara por teléfono pidiéndome la libertad de los soldados detenidos, pedimen– to al cual tuve que excusarme de acceder di– ciéndole· que ya el Director de Policía ha~ía
hecho que se levantara una instructiva de los hechos por lo que no podía yo prometerle po– nerlos en libertad, pero sí que a las ocho de la mañana del siguiente día serían los deteni– dos reintegrados a sus cuarteles para que con la insirucliva del caso el Mayor South siguiera el proceso de los deienidos.
Aunque el Ministro Americano me mani-
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