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siones lo ha hecho con admirable destreza
La plaza de toros fue construída en tiempos de Carlos IV, y hasta hace pocos años perteneció al Hos– ital de esta ciudad La edad de este circo y su tam.a–
~o revelan que Guatem.ala fue desde sus comienzos
un~ población considerable:
Las raujeres de aquí son aficionadísim.as a los to– ros y a los toreros. Muchachas de la mejor sociedad han habido que lleven su estusiasmo taurino hasta presentarse en público durante las corridas, vestidas de n\anola La crónica escandalosa del lugar regisfJ;a más de un suelto acerca de las relaciones "non sanc– las" que existen o han existido entre los caballeros de la moña y la m.uleta y ciertas señoritas de alto copete
Los hom.bres del cÍlculo dominante, a fuer de cultísim.os liberales y de personas de sentimientos hu– manitarios, no van jam.ás a los toros, y miran con pre– venGÍón a cuantos asisten a las corridas, diversión que califican de bárbara e indigna de personas civilizadas Edraña m.anera de pensar y sentir la de los liberales chapines Les causa horror ver matar un animal de una estocada, y no les hace la más leve impresión ver morir a palos a centenares de seres humanos
1\I0VIICMBRE 2S
LA NACIONALIDAD - En companm de Mariano Salazar visito a Barrios quien me propone que vaya a Honduras a sondear la disposición de ánimo en que se encuentra el Presidente Bográn acerca de la unidad centroamericana Ya no habla don Rufino de darnos armas para delrocar a Cárdenas, sino de la importan– oia de reconstruir la Am.érica Central "Es necesario que les deje=os patria a nuestros hijos", repite a cada momento. Se ve bien que ha vuelto a despertase en Barrios la ambición de extender sus dominios
Yo no me excuso explícitamente de ir a Honduras; pero sí de una manera indirecta, y tengo el firme pro– pósito de no aceptar esta comisión
NOVIEMBRE 28
EL HIPODROMO - Hoyes día de carreras en el Hipódromo A las once y media de la mañana tomo el carro del tranvía de la 6, avenida norie, y unos veinte minutos después estoy en el sitio de las carreras
No existía el Hipódromo en 1876 que estuve por última vez en Guatemala: es una de las mejoras loca– les de más importancia que he encontrado al volver a esla ciudad después de nueve años que estuve en élla Las tribunas son amplias, y la pista tiene, según me han asegurado, un kilómetro Numerosa concurrencia hay este día Rufino Barrios, montaba un soberbio ca– ballo retinto chileno, si no me engaño
Diez mil pesos de premios ha destinado el Gobier– no para los vencedores en las carreras de hoy, n1.aña_ na y pasado mañana. Estos diez mil pesos son todos para don Justo R,ufino, pues sólo sus caballos ganan IAy del insensato que se atreviera a disputarle un pre– miol Don José Maria Samayoa, que se halla hoy en deslierro sabe algo acerca de ésto
En el Programa no aparece el nombre de Barrios enlre los competidores -resto de pudor que no puedo explicarme- sino el de un señor Arrivillaga: éste ha merecido, no sé por qué, la "incomparable honra" de ser escogido para servir de testaferro al señor Presi– dente
. El jockey que monta los caballos de don Rufino VIste de rojo, y parece orgulloso de ser el eterno obli– gado vencedor del Hipódrom.o Inútil es decir que en eslas carreras no hay apuestas: Quién sería el imbécil, que aposlando conlra el jockey colorado, expusiera Una peseta?
Como en el Hip6dromo hay tres ferias al año, y para cada una de ellas señala el Gobierno diez mil pe– sos de premios, resulta que el ilustre General Banios mediante sus "invencibles caballos", ha logrado au– mentar en treinta mIl pesos anuales su presupuesto de ingresos
Seguro estoy de que las personas de otros países que llegaran a leer estas líneas, me calificarían de exagerado y ial vez de mentiroso. Y sin embargo, aquí en Guatemala, ni siquiera llama la atención sem.ejante escándalo Los chapines encueniran muy natural que los treinta mil pesos de premios sean para "el señor General Presidente"
En cualquiera nación m.edianamente culta, el Jefe del Estado. por un sentimiento de la más rudim.entaria delicadeza, ni siquiera se presentaría c6m.o competidor en una lucha cuyos premios salen del Tesoro Público No hay pueblo tan bien aparejado para la servidum– bre com.o éste
JOSE SABORIO Y LA HISTORIA DE GUILLERMO RODRIGUEZ - Del Hipódrom.o re9resé al Gran Hotel con don José Saborío conocido mIO desde el año de 1876: me hace una visila de dos horas y me habla pestes de los hombres de la situación y me repite lo que ya me habían contado acerca de los celos de Ba– rrios con don Guillermo Rodrí9uez, refiriendome esa triste historia de la cual ya tenIa algunas noticias por las Izaguirres y la Lola Montenegro Vaya trascribir, con la mayor fidelidad posible, lo que Pepe Saborío me refirió.
Es don Guillerm.o Rodríguez un joven rico y bien educado, pertenece a la mejor sociedad de Guatemala, y está casado con una hija de don J M Escamilla, ho=bre de gran caudal: nunca se ha ocupado. ni in– direciam.ente, en las cosas políticas, siendo su exclusivo cuidado el acrecentamiento de su considerable ha– cienda. Tiene el señor Rodríguez m.arcadas aficionen musicales y coreográficas: baila bien, canta n'lejor, y toca con destreza el violoncelo
Organizóse aquí a principios de este año una So– ciedad Filarmónica com.puesta de señoras y caballeros, sociedad de la que fue nombrado Secretario el señor Rodríguez, y a la que pertenecía doña Francisca Apa– ricio, esposa del Presidente, guapa moza a quien lla– man generalmente doña Paca, y en ocasiones, la Pre– sidénta.
Parece que en varias reuniones de la Sociedad Filarm.ónica el Secretario estuvo m.uy obsequioso con doña Paca y que ésta aceptaba complacida las aten– ciones del señor Rodríguez, quien, a más de las cuali– dades antedichas, liene la de ser un buen mozo
Todos en Guatemala convienen en que los obse– quios de don Guillermo a la señora Presidenta eran muy inocentes, diciados sólo por el respeto, y que nun– ca pasó por la cabeza del Secretario de la Filarmónica, un pensamiento criminal
Una hermana de Rodríguez cuenta ahora que don Guillermo le m.anifestó en cierta ocasión que doña Pa– ca no le era sim.pática, que si bien antes de tratarla se sintió atraído por su belleza, había perdido toda ilu. sión al acercarse a ella No hallo en ésto nada de ex– traño, y por el contrario, me parece muy creíble y na– tural, pues la señora de Barrios si bien es dama de porte distinguido y de notable hermosura, tiene aire desdeñoso y un sí es no es repelente y aseguran cuan– tos de cerca la han tratado que su carácier altivo, frío y duro, su conversación poco animada y nada intere– sante, sus maneras afeciadas y ceremoniosas, y su seña de persona aburrida, antes alejan que cautivan.
Pero es el caso que, según cuenta la crónica es– candalosa guatemalfeca, la Presidenta encontraba muy simpático a Rodríguez, y cuando regresaba ella a su casa de las reuniones de la Sociedad Filarmónica, no
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