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des o particularidades que seguían lIá"mándose universi– dades. En donde quiera que pasó lo mismo, donde la religión dejó de ser la ciencia unificadora de todos los saberes, las universidades en realidad se convirtieron en meras agrupaciones de facultades desprovistas de un centro vivo, espiritual, que lilS transformara en una ver– dadera comunidad universitaria. Por eso es que de la mayoría de las universidades modernas lo que sale son médicos, abogados, ingenieros, dentistas y toda clase de estimables profesionales, pero lo que es el hombre como hombre, el hombre en su totalidad, el hombre como fe– nómeno y misterio cósmico, si es que se llega a desarro llar, suele formarse fuera de la Universidad.
Fue cabalmente para poner remedio a la falta de unidad en el hombre y de comunidad en la sociedad, que los grandes educadores liberales del Siglo XIX, tra– taron, como se sabe, de lIen*, el vacío de la enseñanza religiosa en las universidades y escuelas superiores del Estado, con la filosofía positiva de Augusto Compte, pero
5U gallardo empeño era desde luego una vana ilusión condenada al fracaso que todos conocemos. Entre naso· tras el más próximo sustituto de la mentalidad univer– sal ha sido la mentalidad jurídica Sin querer devaluar– la en absoluto, no es posible cegarse a sus limitaciones. Aunque no han dado gobernantes estables a la repúbli. ca, los abogados han sido en realidad los albañiles del Estado, los que han construído y reparado constantemen– te, con una laboriosa paciencia de castores, tanto la tra– ma administrativa cuanto la estructura legal de nuestra vida republicana. Pero esto mismo está indicando lo que se queda fuera. Entre abogados se corre el riesgo de ver– se aprisionado por un sentido puramente civil de la vi– da, sólo considerada como sistema de relaciones legales, donde la libertad es únicamente una realidad jurídica Los individuos que se confinan en esa mentalidad, cuan· do no se anquilosan en el espíritu rabínico de los escri· bas y fariseos, rara vez se levantan por encima de un cierto instinto dé equidad que es de reconocible ascen. dencia romana. Pero no es suficiente con eso, para dal' la medida del hombre occidental. Al sentido romano del derecho hay que comunicarle la gracia helénica de la in· teligencia y la virtud cristiana del amor.
Cada vez se va viendo más claro que divorciada del cristianismo, y más concretamente de la fe católica lo que se llama la cultura occidental tiende a desintegrarse Los marxistas esperan, por supuesto, reemplazarla por la cultura soviética. Sabemos, sin embargo, lo que ésta sig– nifica. En un ensayo sobre la cultura por un catedrático moscovita de la época estalinista, ler una vez, esta defi· nición: "La cultura es Stalin".
Esta Universidad Centroamericana que ahora inaugu. ramos debió haberse fundado durante la administración de don Vicente Cuadra, cuando se presentó la primera oportunidad, después de las épocas de anarquía y del intento filibustero de estllblecer en Centro América III
institución de la esclavitud. Pero la ineludible necesidad sólo volvió a sentirse en Nicaragua de modo imperativo cuando las órdenes religiosas, antiguas educadoras de nuestro pueblo, expulsadas en mala hora, fueron de nue-
va admitidas y pudieron tomar a su cargo la enseñanza privada, formando en sus planteles sucesivas generacio– nes de bachilleres que, como es lógico, encontl aran las facultades universitarias existentes en el país, completa– mente ajenas, cuando no hostiles, al sentido católico de la cultura y de la vida, que ellos habían recibido, no só– lo en el colegio, sino también en el hogar. Los que de un modo u otro lo hemos sufrido, sabemos demasiado lo que hay de indigencia moral, de extravío intelectual, de asfixia espiritual y, por lo mismo, de inevitable frus· tración, en el penoso paso de la enseñanza religiosa a la enseñanza laica, para poder hablar serenamente del asunto.
Pero, gracias a Dios, se abren las puertas de esta Universidad en el momento en que se siente como abso– lutamente necesaria, como ya impostergable¡ cuando la juventud nicaragüense, la centroamericana, la de toda la América Latina, tiene que disponerse, o mejor dicho, pre– pararse a tomar decisiones de envergadura universal. Los jóvenes de Nicaragua no pueden ya mirar las cosas des– de una perspectiva de campanario. Tienen que compren– der que sus acciones pueden ser decisivas para el des– tino del mundo. Nuestra dramática geografía siempre ha estado cruzada por las corrientes más impetuosas de la universalidad Eliseo Reclús aseguraba que las bata– llas de San Jacinto y Rivas podían compararse, por su significado y sus consecuencias para la libertad del hom– bre, con las de Maratón y Salamina La juventud adual de Nicaragua, con mayor gravedad todavía que sus an– tepasados en el 56, tiene ante sr el problema de elegir entre la esclavitud y la libertad
Ya el solo hecho de ingresar en esta Universidad está indicando, en cierto modo, que el estudiante ha de· cidido. No es, desde luego, que aquí se trate de vacu– nar a la juventud contra el marxismo ni el comunismo, ni otras aberraciones inhumanas más o menos moder– nas. Aquí sólo se trata de madurar las mentes de los jóvenes con verdades humanas que son siempre moder– nas, porque ya tienen dos mil años de serlo y porque en ellos, han mostrado la falsedad de las aberraciones que en el pasado fueron modernas y dejaron de serlo. Lo que necesitamos en el nuestro, como en todos los tiem– pos, son verdades que sean verdades, y por lo mismo, apasionantes y salvadoras. Las actitudes meramente ne– gativas -tanto los "Contra", como los "Anti"_ no son lo propio de la verdad católica, abierta a todos (os rum– bos del universo y que tiene por suyo todo lo humano. Pero sucede que en el conflicto actual del mundo, el co– munismo es anticatólico, anticristiano, antirreligioso, y por lo tanto, es enemigo de esta Universidad. Están, pues, en lo ciertp los que suponen que el desarrollo de la una va necesáriamente en sentido contrario al avance del otro. Nada más claro que entre los dos no cabe co– existencia pacífica en Nicaragua Si mañana nuestras lo– curas políticas llevaran al poder a un grupo de comunis– tas o filocomunistas, como llevaron a William Walker en el 56, la primera medida tomada por ellos sería el cierre de esta Universidad. Quiere decir que mientras ésta siga abierta no se ha perdido la esperanza y que entre más proerese más Se aleja el peligro.
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