Page 60 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

mismo y de que el Presidente Sacase estaba un indeciso sobre el candidato que había de aucederle, pensé que era mejor dejarlos solos s ara que hablaran con más libertad y fran–

~ueza como entre sobrino y tío. y así les pedí que me permitieran re±ira;me p~ra que ellos

pudieran conversar con mas confIanza y asec-

er a la persona que había de ser el sucesor, gues±o que el Partido Conservador aceptaría

a cualquiera que gozara de buena reputación en el país. Les insinué, adeznás, que si querían

leS enviaba a don Federico Sacasa, hermano del Presidente, que estaba en el salón con±i-Uo para que él les ayudara a solucionar el groblema Ellos aceptaron mi sugerencia y me

idieron se los enviara.

p Al salir yo del salón de la conferencia le avisé a don Federico, quien entró al salón y yo me quedé con el doctor Carlos A. Morales y oíros que no recuerdo, quienes me pregun±a– ron que cómo iban las pláticas. Yo les con±es– té con toda sinceridad, que me parecía que

ib~n muy bien y que no pasaría media hora sin llegar a un acuerdo sobre el candidato. Mas al cabo de unas dos horas de ansiosa espera, salió don Federico para decirnos que aquello estaba más enredado que nunca y sin solución posible. Y agregó: "Ya Somoza se

refiró, así es que nosotros también nos retira–

rnos". Y salimos todos para nuestras casas. A poco rato de haber llegado, el doctor Sacasa me llamó para comunicarme que So– moza había salido para León llevándose un pelotón crecido de Guardias Nacionales para apoderarse del Fortín, y preguntarme qué po–

día hacer en ese caso

Con la noticia del viaje de Somoza en ca– ráC±er de rebelado contra el Presidente Sacasa estuvieron llegando a mi casa amigos del Pre–

sidente y míos, tanto conservadores

CQlTIQ li–

berales, interesados en conocer la verdadera

situación.

En una Jun±a de No±ables de ambos Par– tidos se resolvió designar al doctor Leonardo Argüello como candidato nacional en la espe–

ranza que su nombre sirviera de bandera en

León para evitar que Somoza se apoderara de la ciudad y del Fortín de Acosasco. Sin em– bargo, cuando llegó el momento de sólo dar una orden para la destrucción de Somoza me– dian±e una lucha armada, me dí cuenta de que las comunicaciones telefónicas del doctor Crisan±o Sacasa, en nOll:}bre del Presidente, Con la ciudad de León no eran con el objeto de iniciar la resistencia a Somoza sino el de salvar a su hermano el Mayor Ramón Sacasa que estaba de Jefe en el Fortín. Y lo que real– mente sucedió fue que Sornoza llegó a León, se apoderó de la ciudad y de la fortaleza sin la menor resistencia y en la mayor ±ranquili– dad.

Rememorando estos acontecimientos cabe preguntar, que fue lo que pasó en la confe– rencia de Casa Presidencial entre don Federico Sacasa y el General Somoza? Debe haber ocu-

nido algo que con±rari6 mucho a don Feded– ca, pues nunca le volvió a hablar al General

Sornoza, y éste por su parie, después de esa conferencia salió determinado a realizar su

viaje a León, de donde volvió como triunfador, dispuesto a deponer al Presidente Sacasa, a quien efeC±ivalnen±e depuso e hizo salir del país en el mes de Junio de 1936

Con lTIoiivo de esios sucesos valios promi–

nen±es políticos, fanío liberales canta conser–

vadores, se asilaron en la Embajada de Méxi– co. En±re ellos se encontraba el docíor Rodolfo Espinosa R, Vice-Presidente de la República, a quien correspondía la Presidencia por la re– nuncia exigida al doctor Sacasa, por lo que el

General Somoza envió varios emisarios para ver de conseguir su renuncia, la que por fin

consiguió mediante el pago de una fuerte su– ma de dinero. Nora, hija del Dr. Espinosa, ±u–

va mucho que ver en esos arreglos

Uno de los acompañantes del General So– moza, un tal Wilson, a su regreso de León lle–

gó a mi casa, acompañado de otros dos indi– viduos, a preguntar por mí, manifestando

abiertamente que querían matarme Feliz– mente para Wilson, yo no me encontraba en

casa, aunque sí estaban en ella mi esposa y

mi sobrina la Srita. Adeli±a Enríquez, quien salió a la puerta al llamado de aquellos fora– gidos. Como ella se negara a dejarlos entrar y a darles alguna informaci6n respecto a mi persona, ellos la encañonaron con sus rifles y

la alUenazaron de muerte, pero ella se man– iu"{o firme, negándose a darles información

alguna, por lo que optaron por retirarse.

Sabedor de ese hecho lo denuncié al Jefe DireC±or de la Guardia Nacional, General So– moza García, mas el tal Wilson y sus compa–

ñeros jamás recibieron la menor sanción.

Al ver que no había garantías para mí,

ni para mi familia, me ví precisado a asilarme

en la Embajada de México, a cargo del Licen– ciado OC±avio Reyes Spíndola, quien con toda cortesía me recibió y consiguió el salvoconduc– ±o necesario para salir del país. El mismo me acompañó al aereopuerto junto con mi fami– lia.

An±es de salir del país, ante los oficios no– ±ariales del dodor Felipe Argüello Bolaños, extendí cartas credenciales a mi buen amigo don Alcibíades Fuen±es hijo, para que me re– presentara en la parte económica del Partido Conservador. Tal representación otorgada fue reconocida con valor oficial por el doctor Car– los Cuadra Pasos, Vice-Presidente .en ejercicio de la Presidencia de la Jun±a Directiva Nacio– nal y Legal del Partido Conservador de Nica– ragua. Me complace declarar que la ac±ua– ción del señor Fuen±es en el ejercicio de esas

funciones a él encomendadas se ajustaron en

todo a su honradez y probidad personales por

lo que ha tenido siempre mi vivo reconoci–

miento y amistad.

Desgraciadamen±e, mi sobrina Adelila su– frió un choque nervioso que la dejó muy en– ferma; decaída y nerviosa, por lo que resol-

-169-

Page 60 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »