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« Previous Page Table of Contents Next Page »ra saltaban con'o hongos, especialmente on aquollos pai. ses de más débil ralgamb, e domocrátlca, como sucedió precisa In ente on toda el área, del Caribe. ~orque e~ la
verdad, quo si en nuestro Ipal5 fué má5 factible terminar
con 105 17 años de dlctadur. de Zelaya, fué por la intro· mls i 6n de 105 E.E. U.U., que recelaban de las ambiciones y av~nlur .. de Zelaya. y fué también por esa misma influencia extranjera, que "udo el partido Liberal derlo–
tal' al Gobierno Conservador 17 años más tarde, n través de elecciones supervigiladas por la potencia inforvElnfora.
El genio de Moncada o la traición de él, segÓn sea el bando quo lo juzgue dentro de su propio Partido, os el
haber tomado ventaia del interés norteamericano en la
pacificación de Nicaragua y aceptar las normas dictadas por Mr. Stimson en Tipita"a. Pero todo eso ora on 1933 cuestión del pasado, ahora que la doctrina del Buen Ve·
clno reinaba On América Latina y podía rcsumirse en la frase do lloos8velt al re~erirse a Somoza: u es un bandido
.pero está con nosotros". Comenzó entonces la é~oca de
los préstamos para portrechos militare:1i del entrenalDiol"·
to Bn masa de militares; de las condecoracjonos a dkta~
dores; de lo concentración del poder político lo.al otc.
L6gico entonces (Iue los prime.ros defensores de una po..
IHica anti-lntarvoncionista fiJesen los dictl1dol'es cimarro–
nes y los corifoos que le acompañaban. Y l•• co..s hu·
bieran seguido así irremediablemente, si la guerra fri8
con sus nuevns modalidades, no hubiera obligado ti los Estados Unidos a un lluevo examen de sus relaciones con
América L.atina. Las masas descontentas, los camposinos
desposeídos, los jóvenes .nalfabetos, los demócratas frus·
tados en sus Idoales, los intelectuales ambiciosos, eran UI\
caldo de cultivo que serv[¿~ maravillosamente el comunism'l
internacional par. propagar su disolvente ideologi.. Aho.
fa ya no so trataba del peligro a submarinos nlenlanes, sino que de algo más sutil: la idea mes'anica de la revolu..
ci6n social, que vendría a poner coto a la n,¡seria y el
.b.ndono, causados se dedo por la protocción que Wa.h·
ington otorgaba a las pequeñas oligarqulas locales, in!Opi .. ra.doras de los gobiernos de derecha extrema empeñados on mantener un régimen de Encomienda. Algo hablo
que hacor y pronto al llega. I.s cosas a su clima" con el
triunfo de la revoluci6n de CDatro. Ya no era una revuol. ta al modo vieio latina-americano, en que se renovaba con violencia el turno del pGder político, sino una verdadern
conmoción do las bases mism.s do la .ociedad Fué .1st. yez el agudo sentido crítico do Kennedy y su grupo de jó. venes el que captó la urgoncia de la hora y 50 decidió Ya_
lientemente a revisar las bases de su política con América
lalina. A estas altura. la Organización de Estados Ameri.
canos seguía J>roducielldo Conferencias a granel. Ya se
tratase dol Pacto de Rio; de l. Declaraci6n do Caracas; too
tia actitud seguía re·'iriéndose a asuntos relacionados con
la defensa del Continente. Porque los probleMas de l.
democracia representativa¡ los de un mercado internacio–
nal inesfable para las materias primas que produce Afn~"
rica Latina; el drama de la concentracl6n de tierras y 8ca..
paramiento de riquezas y la evasión de impuesfos, Se–
guían tOYl1.ándose como cuestiones domésticos que corres~
pondra resolver a cada pals exclusivamente. Y esto os
precisamente 01 criterio que necesitaban los comunistas pa-
ra sembrar el .aOs y la discordia sabiendo qua la. pequo·
ñas oligarqu'as locales sedan incapaces do emprender las
reformas Al fín, con motivo úe la crisis del uso Cuba y
las denuncias de Venezuala contra Truiillo, se produjeron
la sexta y séptima Conferoncia do Cancilleres dondo se
plantearon sucGsivamcnte J.u. dos ClltaS de la moneda: la
dietadura roja do Ca.tro y las dicladuras criollas, de las
cuales fa de Truiillo era la más: representativa. Esta vez los Estados Unidos comenzaron a ver cla'ro y propusieron
revestir la Organización de Estados Americanos de 105 IJO~
deres necesalios para enderezar y poner coto, tanto a los dictadores de extrema izquiorda, como 105 de derecha, a
tr.vés de insffumelllos legalos desarrollados por el slsle·
ma regional. Pero 10$ latino-alnericanos estaban demasia– do orgullosos da la de tlo-intervención para aventurarse
on la condena de Castro y otorgar jurisdicción en el cam" po poHtic:o a la O.E.A. Accedieron, sin ombargo, a enca..
rar eJ problema de la Dominicana, aunque no fueron más
.1101 de l•• sancion09 diplOMáticos y comorcl.le.. POlquo
cuando el secretario de EstadC) norteamericano propuso que so diesen a la Organiztlci6n poderos más concretos
que promoviesen el desarrollo de la democracia represen. tativa, a la mayor{C) tle los gobiernos lalino·amerlcanos les pareció que eso sonaba él intorvención colectiva y des.
cabezaron la moción tlorteameric"Ina enviándola a una de
tantas comisiones que tiene el Consejo. Sin embargu, la
Cancillarí. Argentina por boco de su titular Diógene5 h.
bonda pensaba igu{!1 que los norteamericanos, e iba más
leja. que la propuesta do Herler. Mientras .1st. se limi. taba a olorgar al Consojo de la OEA capacidad de I',esj.
dir ele~ciones libres conforme a canonas previamente fl–
¡ado., siempre y cuando el Gobierno afectado a.í lo pi. diese, 01 Canciller argentino pi opugnaba porquo incluso 5e le diese al Consejo de la OEA las facultades do impo.
ner el esquema. Las cosas en San José- no fueron sin en¡ .. bargo más allá de las sanciones contra la Dominh:ana y no tocaron a Castro. NaiUlaimente que los Estados Unidos
previeron el peligro que e.a politice extrañoba. Por una
Jurte se condenaba él muerte a un régimon; se le extraña.
ba de la comunidad de nac:iouca americanas; so le cerca. naba en su intercambio comercial y por otra, se hacían los desentendidos sobre la manera de echar las bases para que
se estableciera un nuevo régimen político. Esto dejaba
un vacío que la anarquía tenía que lIeuar y era prccisCl– mente lo que Castro estaba esperando para hacer plogre–
sas y tomar eV(Jntualmente el poder en su vecina. Fué ésta conclusión a que llegaron los expertos de la política exterIor norteamericana la (lue movió al Departamento
de Estado hacerse cargo del enclJuzamiento democrático
de la República Dominicana a través del C6nsul de eso pars en Ciud.d de Trujillo, mientras ordenaba a la Escua.
dra del Caribe patrullar las costas territoriales dominica. nas, C0l110 meses antes lo hiciere en Nicaragua al conven~
cerle élte Gobierno ".añosamento quo el aSQlto a los cua,.
teles do Jinotepe y Diriamba era de inspiración fidelist.,
El silencio que guardaron las Cancillerras latino.america.
nas ante esa nueva administración unilateral de la segut'í..
dad continental, fué muy significativo. Toler.ron los he.
chos que no quisieron prover en San José y restablccie~
ron de nuevo la polltica intervencionista unilatoral. Aho-
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