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« Previous Page Table of Contents Next Page »El doctor A\yorez, perteneciente a antiguo familia granadina, se graduó de médico en el Medicol
College de New York, en diciembre de 1857 Regresó a Nicaragua, más como de acuerdo con la ley no podio ejercel la profesión médica pOI no tener la edad requerida para ello, pasó a Costa Rica y en Sán José, fue autorizado para ejercer su profesión En esta última ciudad, contrajo matrimonio y en 1874
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regresó de nuevo a Granada
Fue el doctor Alvarez
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el primer médico que en Nicaragua recetara quinina para curar las fiebres malóricas Ese medicamento ela
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totalmente desconocido en el país, antes de que el doctor Alvarez lo intrQ~
dujera al mismo tiempo, y con el objeto de fortalecer a los niños de lnctancia, prescribía se les alimentara con leche de vaca en lugar del almidón de yuca sustancia esta que las madres nicaragüenses daban a sus hi~
jos Estas dos innovaciones, la de la curación de la malaria por medio de la Quinina y el fortalecimiento de niños Gon leche de vaca, dieron muy buenos resultados en la práctica y, desde entonces se le consideró al
doctor Alvarez, como un buen facultativo Durante su laboriosa vida aplicó su talento y sus conocimientos médicos, al servicio de la humanidad doliente y a su vez, impulsar la higienización y el progresa de la ciudad como lo veremos más adelante
Tampoco debemos olvidar los nombres de otros caballeros granadinos que en unión del doctor AI–
vorez, contribuyeron con sus empeños y actividades para llevar d cabo la construción del nuevo Hospiial de San Juan de Dios Ya hicimos mención antes de don F-austino Arellano, ahora debemos agregar a éste los caballeras don Dionisia Chamarra Oreamuno y don Manuel Mejía Bárcenas, quienes se mantuvieron en cons– iante comunicación con el doctor Alvarez y con Alellano y cooperaron con su inteligencia y conocimientos pOta dar cima a la realización de levantar el nuevo edificio de Hospital de San Juan de Dios, construído en el barrio de la Otra Banda
E~ Cabi~do
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L lado sureste de la Plaza Principal y en el
1~ centro de la manzana se levantó¡ después
del incendio en 1856, un edificio de un solo piso con portales o corredores en todo su frente cono– cido con el nombre de Cabildo el cual servía muchos años después, para alojar en él las oficinas municipa– les, una guarnición de policía y la cárcel pública En– tendemos que antes de 1856 hubo en el mismo lugar
atto edificio comunal, pero no hemos encontrado datos leferentes a cómo era en aquella época Sabemos, sí, que existió en Granada durante la colonia, una Casa Cabildo, siguiendo la costumbre española de llamar así
(11 edificio para las oficinas para autoridades comunales Como dijimos antes, después del incendio se esta-bleció en el Cabildo adf3más, una guarnición de polic ía y la cárcel pública
El edificio, tal como primeramente fue construído, o mejor dicho, reconstruí do, tenía un solo por– tón de entrada, protegido por fuertes barrotes de hierro, así como varias ventanas que dan a la misma Pla-za Principal ¡
En la época de que hablamos, una guardia de soldados custodiaba el ediíicio y a los detenidos
en la cárcel La guardia ocupaba el zaguán de la entrada y un cumto al interior de éste servía para dormi–
tOt jo de los jefes
La guardia se componía de soldados sin ninguna instrucción, individuos reclutados entre los cam– pesinos A estos se les empleaba también como policía en la dudad y al mismo tiempo desempeñaban su oficio de custodiar a los presos, de la cárcel En este sentido dicha guardia era más bien, un destacamen– to militO!, con funciones de policía
A los presos, se les alojaba en el primel y segundo patio, y aún en cuartos interiores del edificio Dentro del Cabildo se encenaba a los borrachos y escandalosos, recogidos por los soldados en la ciudad, así como también a los indiciados, o convictos de delitos o crímenes
El primero de los patios, estaba rodeado de cuatro corredores con piso de ladrillo de barro, y el in– tel ior, sólo por dos ('orredores No había más que u n escusado de hueco en el patio interior, lugar sucio y maloliente que servía para más o menos cien personas que diariamenie se encontraban en el Cabildo Por consiguiente, la higiene, no sólo en ese último lugar sino en todo el edificio, erq totalmente desconocida Apenas se barrían las oficinas de 19S empleados y los corredores, una que otra vez, así como los dos patios Este servicio lo hacían los mismos detenidos
El Cabildo contaba también con húmedos e insalubres calabozos, lugares infectos por su sucie– dad y muy oscuros donde, a veces, se encerraban a in surrectos y malcriados
En el primer patio se mantenía a los arrestados por simples faltas de policía, ebrio~ en su mayoría,
y en el segundo,
(1 los indiciados por delitos comunes y a los reos ya condenados
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