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FICTICIO OVERDADERO?
liza desde ün iügár e:ercano Él. t>aias±e, §omó– to, hasta cerca de éste mi puesto. Ruégole
insiruinne si puedo o no accionar conira Don
Pedro y sus alistados, con los que yo tengo
aquí". El incidente no necesita comentario.
He titulado este capítulo "La Paz con San–
c1ino: cosioso experimento", porque si el Doc–
tor Sacasa con la aquiescencia de los hombres del Padido Liberal en el Poder, tanto como los hombres del Pariido Conservador en la lla–
nura, accionando con visión, madurez y cor– dura políticas, se hubieran negado a premiar
a Sandino como se le premi6, Sacasa habria logrado la estabilidad que busc6 y nunca al–
canzó, así también co:rno terminar su período;
el Liberalismo se hubiera dignificado; y el
Conserva±istno, no habría cargado con el
"sambenito" de haber aprobado un acto re· probable de un Gobierno caido en desgracia por ese mal paso de otorgar todos los privile– gios a que tiene derecho un honrado ciuda–
dano a un "bandolero" como Sandino que, más tarde o lTIás temprano, de un :modo u oiro, complicaría las relaciones internaciona– les con la nación rnás poderosa de la tierra, sin cuyo favor, de una vez confiésese, los Go– biernos de uno y oiro Par1ido en Nicaragua,
no han podido mantenerse en el poder Resulta infantil asegUlar que Sandino, por
su arrojo y valentía, logró mantenerse por años en las Segovias. En cambio, reconocer
que Sandino y sus bandas pudieron ser "ba–
rridos" de esas Segovias, fanto corno de cual–
quier otro sitio de Nicaragua por las fuerzas de la Guardia Nacional comandadas por ma–
rinos yankis, "realmente" ayudadas por és~
tos, es una verdad innegable.
Luego, si Sandino vivi6 hasia pactar con Sacasa, fué s610 porque la política interven– cionista de Estados Unidos asi lo quiso, le con–
vino mantener aquel estado de cosas con el
deliberado propósito de pulsar la reacción de pueblos y Gobiernos; de desenmascarar a
aquellos que hicieran causa cOnlún con el gue– rrillero; medir la admiración que sintieran por
Sandino, en sentido más práctico, la animad–
versión hacia Estados Unidos, y sopesar la ca– pacidad de ayuda que con tanta ansiedad es– per6 Sandino sin que nunca le llegara más
que en dosis muy nimias, no obstante la au–
reola de patriota en grado superlativo que, con su propaganda le formaron individuos de otras nacionalidades que por no haber estado
jamás en Nicaragua, sufrieron 10 que nuesiro
pueblo sufrió de Don Pedro Altamirano, su "Coro de los Angeles" y el bien confeccionado "Corte sadorial de Chaleco" de Don Juan Pa– blo Umanzor y tantos otros "Generales" san–
dinistas ...
Lo dicho, una perogrullada, que es como
colocar una albarda sobre un aparejo, lo con–
firmó el augusto General Sandino en su fa– moso "Manifiesto a los pueblos de la Tierra" que, dirigido "a los que tienen ojos y no quie– ren ver" y "a los que tienen oidos y no quie– ren oir" que hizo publicar en Nicaragua y dis-
tribuir eh ArgénHna y o±ros pUeblos del CO I1
J:inenie Americano. ..
Las dolorosas y tristes derivaciones de la Paz con Sandino todavia hoy las sufre Nicara. gua. Mucha sangre se ha derramado. La
Patria sigue adolorida, sacrificada, esperanza
da sólo en las promesas de un Presidente io' ven nadeamericano que, hasta hoy no ha po: dido hacer llegar su alianza a este pais, cuYos hombres han vivido equivocados, engañados por los "amigos" de mayor capacidad eco.
nómica.
El liberalismo sacasista fué el causante el principal responsable de aquel experiment¿ politico, de ese jugar con la vida de millares de nicaragüenses, de aquel y actual estado de postraci6n económico-social-politico en que el
país, convulsionado por sus ingenfes necesida.
des se debate y que quizá llegue a alcanzar proporciones de desastre.
A ese liberalismo sacasists
t
ayer no más
enemigo, hoy aliado del somocismo, se debe el que la "Guardia Personal de Nicaragua" que suplantó a la "Guardia Nacional de Ni.
caragua", con toda la fuerza de las arInas ni.
caragüenses que cree suyas, y de su autode.
terminismo, haya castigado y si9a castigando sin misericordia y olimpico desden, a todas las
airas insii±uciones del país, a los nicaragüen. ses que quieren que el Ejército sea, corno en.
carnación de hombres respetados, positiva ga. rantia de los intereses de la naci6n, una Guar. dia de nicaragi,ienses donde no exista la dis· puta de puestos; sino disciplina lograda de un concepto real y humano, donde la dignidad, por decoro patrio, consolide un régimen de Ii·
bedades públicas, un Gobierno en cuya pon–
deración se asiente la confiBn~a y el sosiego, no una falsa democracia que no siente ni
practica.
Mientras los ecos de los Arreglos de Paz con Sandino al iniciarse febrero de 1933 se expandian por todos los ámbitos del universo, el pueblo nica· ragi,iense, sacudido el ánimo por un senti· miento indefinido pero imperativo presintió que, a poco andar del tiempo, algo habia de suceder No supo qué, pero se advirtió ner·
vioso, desasosegado.
La insinceridad de los suscriptores de aquellos ARREGL0S DE PAZ, que no otra CoBS evidenciaban las informaciones que sobre Jos
mismos publicaban los diarios de Managus Y
de otras capitales, resultaba ser el motivo d.
mayor preocupación que, en cualquier ¡no
mento podia crear una situaci6n tan de suyo explosiva como dificil de superar.
Si toda campaña nülitar siempre deja un saldo trágico de odios y rencores en el alm s de los combatientes, con profundas heridas en el cuerpo de muy lenta si no imposible CU·
ración, la de la Guardia Nacional, sostenida
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