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« Previous Page Table of Contents Next Page »LA VERDAD REVELADA
¡:iacilkl.ldbn del pak ¿,du:t~n de los dos lido– s SaIldino y Sacasa es sincero?
re , Ap81enternente Sandino, aunque esa sin–
eridad se nuble por lo que a renglón seguido
~l mismo asegura: "dejando las cosas COlT\O es– rán
pero sin desistir de la idea".
, Para cualquier persona sensata los ante
citados extrelT\OS sólo llevan a una evidente conclusión, pero no a una explicación defini– t1V'a. Luego, a la luz de los hechos, el Doctor Sacasa estaba jugando con fuego, se había ues to de acuerdo, pues jamás deslT\iniió la
~ec1eracíón de Sandino, para que éste alilT\en–
tara la form.ación de ese nuevo partido, direc–
tamente o por lT\edio de su Ministro, de una diligencia a toda prueba.
A los poliiicos les pareció haber quedado a salvo con la declaración del guerrillero, lT\ás aún cuando desde hacía rato, utilizando toda la gama de los tonos, el Ministro sandinista Salvatierra, describía a Sandino COlT\O "holT\– bre demasiado individual" hacedor de su gus– to todo para atraer prosélitos hacia el nuevo
p~dido autonomista, cuyos directores, como
el avestruz, sobre la arena politica del lT\OlT\en– to Gl ocultaban sus cabezas tras la persona de
S~ndiuo, no pudieron disimular su humani–
dad, rnenos sus intenciones.
De lT\odo que lo que hasta aquí se ha es– crito, claramente delT\uestra la insinceridad de los suscriptores de los Arreglos de Paz.
Los literatos de La–
tinoamérica q u e ,
por odio racial a los Estados Unidos y actitud de rebeldia hacia las fuerzas interventoras de 1926 en Nicaragua, convirtieron a Sandi– no en silnbolo de patriotislT\O, jalT\ás llegaron
a tener mejor oportunidad de cerciorarse, sa– biendo, COInO sabían, que si en cualquier gue–
rra la crueldad es estúpida, en ninguna 10 es tanto COlT\O en aquella donde los que luchan
Henen que vivir algún día juntos, y los victi–
marios tendrían que encontrarse con los hijos, hermanos, esposas, madres y demás familiares
de las víctimas, corno cuando se preguntaron
por qué habia muerto su héroe, inspiración li–
teraria de sus escritos.
SencillalT\ente hablando, Sandino murió
como consecuencia lógica y natural de "su guerra" que, en los últimos años de su azorosa vidEl, convirtió en una cruel y ruin venganza
por el apoyo que sus adlTIiradores extránjeros,
desconociendo su sangriento realismo, nunca
obtuvo en la lT\edida de sus necesidades, y
que sus connacionales, por conocerla amplia– mente, por sufrirla en carne propia, comun–
mente le negaron.
¿,Se tomó el parecer del pueblo nicara–
güense para efectuar negociaciones de paz con
Sandino? De ninguna lT\anera. Gran parte del Congreso Nacional, del Gabinete de Saca– sa, de la prensa y de todos los sectores de Nue– va Segovia, Jinotega y Matagalpa, preferia se– guir la lucha. Esto lo delT\ostró la enOrlTIe canlidad de lT\ensajes telegráficos, telefónicos
y póstales que Se amOntonaron pór aquellos
días, lo misrno que un año después, sable el
escritorio del Jefe de la Guardia, donde los fui seleccionando para archivarlos luego. Don So– fonia Salvatierra, principal factor si no eje de todo 10 lT\alo que ocurrió a Sandino, en su obra "La Tragedia de un Pueblo", sin querer– lo tuvo que confesar, "En estas dos poblacio– nes IJinotega y Matagalpal era tal deseo de la gente rica, que se llegó hasta descender al
odio morial conira mí, porque quería hacer la paz sin sangre".
y CÓlT\O no darle la razón a aquella gente,
ricos y pobres, si
por años los únicos frllfos
que levantaron de aquellos campos antes tran–
quilos y florecientes, gracias a la "ayuda" de
las bandas del "Libertador" que aplicó con– tribuciones, cortes de "Chaleco", "Cumbo" y
"Bombacho" a sus moradores, nicaragüenses,
todos fueron la lT\uerte, el incendio, el espan– to y la soledad.
¡Paz sin Sangre!, lidícula lT\anera de ha–
blar de paz, cuando la sangre corrida a torren–
fes en las Segovias, era precisamenfe el pre–
cio de la que Don Sofonias nos habla. ¡Linda
manera de impresionar con frases efectisias!
¡Calificar de gente rica a quienes si eran eso,
según don Sofonias, si, RICA EN POBREZA, temblaba, sin sosiego, al estallido de las bOlT\– bas sandinistas y el crepitar de los incendios! COlT\O si sus tierras al sufrir tales sacudidas podian darles las riquezas que ya habían perdido...
Haciéndose ecO del sentir general del pue–
blo nicaragüense que, corno ya expliqué en
capitulos anteriores por lT\edio de los Coman– dantes de la Guardia Nacional en toda la Re– pública manifestaba sus deseos en tal o cual sentido, el Jefe de la institución en la revista
de la misma, correspondiente al mes de enero
de 1934, publicaba el siguiente editorial,
"El 17 de febrero próxÍlT\o se cumple el plazo estipulado en los Convenios de Paz firlTIados el 2 de febrero de 1933, por los cuales el General Sandino está com– prometido a entregar al Gobierno legiti– lT\amente constituido todo el arlTIalT\ento que tiene en su poder.
"EstÍlT\o que, como yo, el pueblo de
Nicaragua, que ama la paz y el progreso,
espera el cUlT\plilT\iento exacto de ellta cláusula que contiene ese convenio que hizo cesar esa lucha fraticida que agotaba las energias de nuestra Patria. ,
"El General Sandino a quien se cqn– sidera' un apóstol, convencido del más pu–
ro nacionalismo, cumplirá fielmente su compromiso, en que va empeñada la pa–
labra de su patriotismo sincero y efectivo.
Por el bi,enestar de Nicaragua creO realmente ÍlT\p'osible la continuación
¡ ge un Estado dentro de otro Est¡ido, corno reallT\ente es la existencia del ejército; ar– lT\ado del General Sandino en nuestro país, porque esta situación siembra la des– confianza y la zozobra en el corazón; de
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