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« Previous Page Table of Contents Next Page »tealnericana que anteriormente estaban considerahlemen– te libres de ella POl otra parte perturba a muchos el cóntinuo fortalecimiento da la influencia milital en la conducción de las relaciones exteriores norteamalicanas
La controversia entre los grupos civiles y el ejército, den– tro del go~ierno, acerca del conItol de la administración de la energía atómica, polémica que pudo habal sirlo exa– gerada, ha inquietado a muchos, no obstante el hecho
de que los militares perdieron en la disputa '"luchos observadores precavidos contem,plai' la cacla vez mayor
influencia del ejército, en el camino que conduce inevita– blemente al Estsdi guarnición, y C!ue la pCI'milnente su– premacía civil está constantemente bajo una ~menaza cada 'Vez más seria
En los momentos actual os, esta sombría visión es, sil). duda, una exageración, pero es evidente que el lugar del poder militar en el gobierno norteamericano y en la sociedad, es un problema que inquietó en sumo grado a nuestros antepasados en el primer medio siglo de exis~
tencia de la nación y que ha vuelto a presentarse de nue– vo como un grave problema público Al establecerse el gobierno de los Estados Unidos, nuestros ,pradecedores buscaron primero fundeu una base militar sana para la defensa común, y Juego una adecuada salva9ualdia con~
tra el despotismD militar Estas medidas serán descrip– tas detalladamente en subsi"ujentes secciones de éste es,.
tudio. Más no selá prem"~tu¡o hacer notar aquí que se desarrollaron con las tradiciones del siglo XVIII y a las exigencias de §egui ¡dad Fué característica de aque– lla época el que muchos norteamericanos lecelaron más de su gobierno nacional que de sus enemigos externos En consecuencia, estaban mtis interesados en limitar que
el1 vigorizar al ejército
Numerosas providencias de la Constit",ción que dis– ponen limitaciones ¡para e1 poder militar reflejan esa an,. siedad, "ún cuando este documento maravillosamente flexible suministró una bese leg31 amplia p¿;ra laS nece sidaqes bélicas del reciente pasado. Pero la guerra fría, como tambien la guerra total, hmzan un reto continuado al valor de nuestras medida;s par~ el control del poder militar. ¿Prevén las disposiciones constitucionales Ion
medios para una conveniente def~nsa mllHar en fundón de las condiciones que se enfrentan en la midad del siglo
XX? ¿Suminisrran aún una adecuada segurid;ld conlrQ la dominación militar del poder civil?
Esto nos lleva ~ 1i1 tarea central de este estudio Es decir, a la presentadón dal sistema constitucional del
control civil, con al9un~s apreciaciones sobre :su efectivi– dad en función del problema de h seguridad en el siglo
XX. Haremos una revisión comprensiva de las pi inci– pales reglamentaciones y medios por los cuales los fun– cionarios públicos contr~lan la institución armada de los Estados Unidos v b manHenen sujeta a la voluntad del pueblo V a su bienestar. Se debe recalcar el hecho de que el do¡minio civil, prescindiendo de cuan seguramen– te pueda estar apoyado en la constitud6n y las leyes, no
tiene impulso propio. Como c:ualcjuier afio prindpio
l debe ser Jnculcado en la mente pública si va
tl p¡eV:l–
lecer. Como clJalpuier otr.;l .)clítka, reC!uiere su efec~
tiva aplicación administrativa. El sistema de control le– gal es sólo, un. factor para la satisfactoria conducción da
la fuerza militar en una democracia. Todo sistema legal cualquiera que sea su an.tigüedad, y sus antecedentes d~
eficiencia, debe funcionar en un momento particular y
debe hacer frente ti las condiciones características de ese momento_ El gl ado en que el sistema norteamerica_ no de control civil es desafiado en todo tiempo, está defarminadCl por los elementos políticos, económicos psicológicos y de seguridad al ambiente en el cual deb~
funcionar Políticamente, la situación debe extenderse de!lde la normalidad en las prácticas comunes de los 91'U–
pos V ,partidos, c; la emergeilcia de iminentes altelllativas revoiudomn ias¡ económicamete puede ir desde una pro,. ducción eCectiva para le'5 necesidades civiles y militares, hasta el sabotaje o el colapso, que ponga en peli9ro tQ,~
do el programa de guel ra; psico1ó~icamente, desde una elevada mor;]( y plena confianza en las miras de la gue–
rra V la conducdón, a la desmoralización con la total des~
confianza y fatiga bélica; y en términos de seguridad, desde la esperanza de que no haya guerra, o si ésta so produce, desde la confiEln7.i1 en la victoria hasta reveses
en el exterior y una agresión al país. Como Harold Lasswell lo expresó, con una sustadal simplificación de la complejidad del problema: " Un área política es cívica cuando la probalidad de violencia es baja, y militar cuan. do esa probabilidad es alta" Pero el punto a recordarse afluí es el de la continua interacción entre el ambiente:y el sistema de control, lo cual involucra tipos tan variables de fuerzas, como para dar lugar a que el sempiterno pro– blema de hs relaciones civiles se manifieste ,perpet'uamen– te bajo nuevas formas e intenzidades
Si bien se reconoce la situación ambiental como un factor primatio en la cuestión del control civil sobre el
po dei milital, debe dal'se un mayor relieve a los aspec. tos constituticionales y administrativos del problema. Parece particularmente importante recalcar el aspect9 ad– ministrativo, porque, como Charles E Merriam ha dicho:
"La administración de las fuerzas es una de las ramas prin– cipales del gol,lie¡ no" y es un tópico que ha sido tan des–
cuidadg ¡pOl los científicos de la política que "en general, el materisl está mal organiz,::;do, poco analizado y abierto de par en par a nueva$ interpretaciones".
El control civil no debe ser constituido demasiado estrechamente No significa simplemente el dominio le– gal qe lo militar, sino que involucra también una eficaz conducción administrativa realizada por la je~atura civil del gobierno. De éste modo implica la coordinación del poder con el sobierno civil, así como la subordinación a
él En el período de guen'as limitadas, propias del pasa·
do, la de,penclencía del ejército fué suficiente, pero en
la época modérna de guerras totales, en que las nacio–
nes enteras sostienen cOfltieildas entre ~í, la coordinación es imperativa para mantener el porler indispensable ato· da guerra continuada. Parece ser justamente admitido en la actualidad, que la unidad de mando, la armonía es· tratégica y la concentración de tropas, exigen la coordi·
nación entre sí de los divel'sos elementos principales <:001·
ponentes de las fuerzas arm'lrlas. Debe ser ¡9ualmen
fe admitido que la potencia milit",r y la p~rte civil, zon
ambos fracciones interdependientes del ,poder de la na,. ción paril la 9uerr", y como tales deben funcionar juntas en apoyo de la seguridad nacional en la guerra y en la paz.
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