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Esto significa que mientras Estados Unidos continúe

en un mundo en que la política del poder sea la base de

las relaciones internacionales y el ataque hostil sea siem~

pre una clara posibilidad, las consideraciones militares deben ser estimadas conjuntamente con la política y la administración nacional. Naturalmente que, si bien es– tas consideraciones han estado teóricamente presentes en las pasadas decisiones políticas, ¡pOCDS veces lo han sido

en fo.ma tan con5isttmte y nunca en la escala que nho~ ,a

50 exige en tiempo de paz Esta nueva situación pue~

de resultar poco satisfactoria para un pueblo habituado a hacer caso omiso del ejército en tiempo de paz, pero ello

no puede ser evitado. Sin otro intento que el de ilustrar

'Ste aspedo del tópico, citaremos a continuación casos en

los cuales la consulta y la coordinación son importantes.

En primer lugar, son primordiales los que se relacio– nan con nuestros obletivos nacionales, nos referimos a aquellos altos intereses patrios que determinan la direc– ción política en el exterior y en los asuntos internos, tales como la seguridad de todo el pueblo, la protección del Estado, la perpetuación de nuestra propia forma de go· bierno, la preservación de nuestra integridad territorial

y la estabilidad de nuestro sistema económico-social, ti .. pifican la clase de intereses que son preeminentes. Mien~

t,as que, con decisión espartana, debemos evitar su pé,. dida. La crisis, crónica de nuestro tiempo demandan

que las exig~ncias militares, necesarias para salvaguar·

dar esos intereses, no puedan descuidarse. También los consejos de los especialistas militares deben ser sistema– tlndos y planeados en ese sentido. Pero, en la gastada frase de la administraci6n pública, los genorales y almi– rantes deben estar en una posición secundaria y no en lugar de primada.

También est~ la cuesti6n de la formulaci6n de nues· tras .,Ianes nacionales. Se hace referencia aquf a la continua creación y revisión de políticas concebidas para el logro y defensa de los objetivos preeminentes antes citados, Comprende el planeamiento legislativo y ad· ministrativo Estos planes se crean a función de los pro· pósitos a servir, de las dificultades a encontrar, de los recursos disponibles incluyendo los militares, y de los procedimientos que probablemente se muestren adecua– dos a determinadas circunstancias. Puesto que esos pia– nes deben ser hechos por órganos representativos y res– ponsables dtid gobierno, es inevitable que alguno de éstos 6rganos; lleguen a verse envueltos en la controversia de la polmca interna. !n consecuencia QS importante que nuestros dirigentes polftlcos estén bien Informados y al mismo tiempo sean retrardos: en sus juicios sobre asuntos relativos a la seguridad militar. Pero, en todo caso, es imperativo que todas las necesidades, incluyendo las del ejército, sean tenidas en consideraci6n y, que tod!,s los recunos, comprendidos los militares, sean tomados en cuenta.

Todós los, estudiosos d.. las relaciones civiles y mili– tares están familinrizados con la clás(ca sentencia de Clilusewltz de que la guerra es 10, continuaci6n de la po– IIl1ea por otros mediós. Dado que esa filosofl" se origi– 1l6'conslderablemente en el estudio de I.. 'reducid.. gue· rros del siglo XVIII, y del comienzo del siglo XIX, ha si· d. .rltlcada como Inadec,uada p.ra los términos de las

Inodernas guerro1s totalos, donde los costos en sangre y

caudales son tales, que ninguna politica razonable puede satisfacerse con ir a la guerra, en una época en la que toda victoria es a lo Pirro Pero en el caso de los pree~

minentes objetivos arriba mencionados, aún la guerra to– tal persiste con el instrumento de la política. Clausewitz tomó una necesaria implicación de la función instrumentlll de la guerra, la subordinación del comando militar a la autoridad del gobierno civil. Esta es, naturalmente, una relación necesaria Pero quizás Clausewitz no recalcó adecuadamente el hecho de que la coordinación es tan importante como el acatamiento. En los nños recientes; sin embargo, otros investigadores del problema han lIa·

mado la atención sobre ésta necesidad. Durante la Se· gunda Guerra Mundilll, Walter Lippmann comentó re· flexivamente éste punto en ~u pequeño libro "La Política Extolior de los Estados Unidos: Escudo de la República",

"Los buenos y patriotas norteamericanos han discre– pado tanto y tan vivamente, sin llegar a un modo de ver común, que se ha olvidado el apremiante -y como se

ha visto, evidente ,principio general de toda genuinll po· lítica exterior- el solo principio que puede forzar deci– siones, establecer controversias e incitar acuerdos. Este principio es el de que en las relaciones exteriores, como en todas las otras relaciones, una política ha sido bien formada solamente cuando los comitentes y el poder es· Un en equilibrio".

Como se ha dicho anteriormente, las guerras moder– nas: son totales en el sentido de que originan la moviliza.. ci6n plena de los poderes de la nación ontera, cuya mis.. ma vida puede depender del éxito de la lucha, La gue· rra total a este respedo es la más gigantesca y general empresa en la que se compromete un pars. Ningún sector de, vida humana, región geográfica, sección de la econo. mía o aspecto de gobierno puede ser aislado de ella. To· das las instituciones y valores están expuestos. Primera– mente se dijo que Dios estaba de lado de la artillería pe· sada. En la guerra reciente se había dicho que: lilas grandes fábricas antes que los considerables batallones, son los principales arquitectos de la victoria" Pero la res– ponsabilidad de la victoria y quizás la supervivencia en

una posible guerra total de la era atómica no descansan más en la artillería pesada o en las grandes fábricas sola– mente; sino también en el éxito de nuestro planeamieto estratégico y de la conducción administrativa de todo el programa de guerra. Luther Gulick, resumiendo las im–

plicaciones administrativas de la Segunda Guerra Mun– dial, habl6 de la importancia de la' coordinaci6n en los si· guientes términos~

liCuando, una nación marcha a la guerra, se amolda

para la prueba' suprema. Al hacer ésto, exige la coo~

peraci6n de sus fuerzas militares, sus amigos internacio– nales, su propio potencial humano, SU5 materias primas, sus Ubricas, herramientas, inventores, aptitudes científia cas y técnicas y sus instituciones: poUticas, econ6micas y sociales, El desarrollo del m~xlmo poder depende osi de la coordinada conducción de -estos recursos y por cona siguiente de la organizaci6n y admlnistraci6n".

Aún a, riesgo de incurrir en repeticiones, es primor· dial recalcar la fundamental importancia del mantcnimien"

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