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énemigos, a qUienes encerró en las
vado~eño, l1am~do Ouirino Esca16n, a euya di–
eccion se confIaron.
r Este hombre pasaba los dias ebrio, sin disponer nada práctico, pendiendo de su vo– luntad, sin embargo, los jefes leoneSes. por fin, ello. de Marzo se libró en Naga– rote un sangriento combate, en que Zelaya re-orió la victoria.
p y fueron tan desgraciados los occidenta– leS que estando el general Ortiz en La Paz, rJ);" seiscientos hombres de refresco, habiendo por consiguiente, podido alcanzar con 'exito al ejército de Zelaya, volvió grupas yendo a pa– rsr hasta León.
Las circunstancias se reagravaron con el
sparecimiento de un ejército hondureño al la– do de Chinandega, enviado por el Presiden– te P¿licarpo Bonilla, aliado del de Nicaragua, a quien debía su exaltación.
Por este motivo los leoneses fueron retro– cedidos de derrota en derrota hasta que por /in, el primero de Mayo del mismo año, se di–
solvió el ejércifo revolucionario al escucharse
en los alrededores de León, los primeros tiros de las fuerzas del gobierno.
Al disolverse la tropa leonesa cometió mu– chos desmanes, incendiando la Estación del Ferrocarril y el Depósito de Aguardiepte don– de este líquido corrió en abundancia.' , Los jefes huyeron ese mismo dia por el lado de Subtiaba, con rumbo al Barquito, des. de donde se dirijieron a la República de El Salvador.
Los orientales conservadores dieron su
apoyo a Zelaya por el temor de que León lle– gase a ejercer la hegemonía del país, tan te– mida por el desenfreno de sus tropas, en que no respetan ni a sus mismos jefes, y porque pensaban que era más fácil, en caso de des– manes en el poder, derrocar a un hombre que a un pueblo.
Sin embargo, el apoyo no fue tan desin– teresado que digamos, pues la juventud con–
servadora pensó en volver las armas contra el
general Ortiz.
Recuerdo que, por oposición del general don Alberto Rivas, no se dio en León el golpe el dia eh que éste general le tocó ejercer la Jefatura de dia.
Tramaban la conspiración los jóvenes Pe. dro Calderón y Emiliano Chamorro, el cual ha– bía sido ascendido a coronel en el mismo dia dé la batalla, después de la heroica torna de El Obraje, en la que perdió casi unÍ' compa– ñía, habiendo dado el triunfo con otra que to– mó y fue tan afortunado, que apenas sufrió una lesión de bala en el dedo pequeño de la mano derecha.
Zelaya se enteró de los conatos revolucio– narios. Envió a Managua el ejército por par– tes, ordenando la baja y tropa, en cuanto lle– garan a la capital.
Vencido y desarmado León, tratados en
s~9uida com.o enemigos los conservaCiores, la
Soberbia y altaneria de Zl:ilaya no conoció límites.
La dictadura se hizo sentir con extremada
violencia.
tal de sus cárceles.
Por medió de' Ag~l:1tes procuró en Europa la quiebra de las grandes casas comerciales de Granada. '
Mediante, el sistema de multas exorbitan c
tes confiscó la' propiedad' particular, reducien– do casi a la miseria a las principales fatniliÍls opositoras de aquella ciudad.
A los vecinos leoneses los halagó después del triunfo, dándoles altos puestos en el Go– bierno, habiéndose verificado una reconcilia c
ci6n, la más completa enire vencidos y ven–
cedores.
Zelaya levantó además y enriqueció a sus amigos, elevándolos de humildes artesanos' a la aristocracia no de la sangre, porque no 10 podia, sino a la aristocracia del dinero. 14a– mó a los más altos puestos a personas inept<ls.
Las leyes no tuvieron su eficacia en Nica- ' ragua, sino cuando el Presidente lo queri" o lo perrnitia.
La Constitución, las garantías individua– les, los derechos del ciudadano, eran so16 le–
tra muerta.
Invadió el poder judicial, anulando su in– dependencia, y ordenando a los encargados de repartir la justicia, el sentido favorable o desf<lvoI;able en que debian dictar sus sen-
tencias. . .
El chisme y la adulación, corno sucede en
toda firanía, ejercieron el más funesto imperio.
Millares de inocentes víciÍInas eniraronh a
las cárceles, por este motivo.
El pais se cubrió de delatores y de espias, tornados de todas laS cl<lses sociales y de en– trambos sexos,.porque a todas ellas llevó Ze– laya la corrupción.
Dispuso de los c¡ludales de la nación, co– rno si hubieran sido propios.
Dio vida a nUJ!l.erosos monopolios, contra
la prescripción constitucional, siendo él el principal y mayor accionista.
Hubo trust de aguardiente, de tabaco, de jabón, de gas, de fós"foros, de clavos, de alam– bre, de exportación-de ganado y hasta de,es– cobas de rio.
Zelaya arrendó los ferrocarriles y V<lpO–
res nacionales por un bajísimo canon rhén–
sual, elevando luego el valor de fletes y pasa– jes, para reportar él y los suyos cuantiosas ufilida.;ies. '
Poco habría importado ésto, si las conse– cuencias de este espantoso saqueo organizado no las hubiera tenido que soportar el pobre pueblo.
En efecto, com6 por los monopolios sobre
las rentas nacionales, estas no eran suficienie
para el sostenimien:lá de la administración pú– blica, hubo que elevar progresivamente los de– rechos de Aduana. y corno con esta alza las rentas quedasen sie¡Xipre deficientes, apeló 'el gobernante a en"préstitos forzosos y volunta-
rios en plena paz. .
.J;
Es de advertir que los empréstitos volun-
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