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« Previous Page Table of Contents Next Page »Repúhlica se vio invadida de una gran emi– gración de revolucionarios colombianos de los
cuales a unos dio de alta efectiv~, ~ ofros no–
",inal, solo para el efecto de perCIb,r el sueldo
y se les auxilió de iodos modos para vivir Có–
",odamente en el país
Zelaya soñó con un im.perio.
Si Colombia llegase a ser su aliada, él
pa,se:aría triunfante sus armas por Cen±roa– rnellca .
Proyectó, pues, auxiliar de manera re–
suelta y positiva a los colombianos para que
llevasen la guerra a su patria, para que derro–
cado el gobierno de entonces, el nuevo que surgiese, sería su incondicional aliado.
Mas iodos los esfuerzos de los emigrados
colombianos, secundados poderosamente por Zelaya, fracasaron con la victoria reportada
por el gobierno en la sangrienta batalla de Pa· Jo Negro.
No omitirerns sí decir que en la Costa Atlántica, se sabe con certeza, según refirió un
periódico de aquel litoral, que por cada expe–
dición que enviaba Zelaya, recibía cantidades de dinero en Temuneración, las cuales iban
a parar a su bolsillo: de donde resuHa la monstruosidad de que este gobernante traficó
e hizo negocio con la sangre y vida de los ni–
caragüenses a quienes mandaba ~ la muerte.
Perdida las ilusiones de tener un pode– roso aliado en la República de Colombia, Ze– laya volvió a sus ojos a Honduras y luego a El Salvador
La insana pretensión de predominio, le
BlrBSiró a cOn"te±er gt aves errores internacio– nales, contra las repúblicas vecinas.
PerrnHasenos con esíe n"lotivo y para ptEi–
sentar un cuadro completó ante las miradas
de nuestros lectores, discurrir un poco l1."lás le–
jos ne lo qué exije la índole de este trabajo. Recién ascendido a la Presidencia, Zelaya apoyó al Docior don Policarpo Bonilla, para que llevase la guerra a su patria, guerra por
cierto muy desasirosa, tanto para aqueUa co–
mo para esta república.
Anle las formidables trinchera" del Gral.
Domingo Vásquez, contra ]a que de lTIanera
salvaje e ihhurnana lanzaban a. nuestros infe–
lices soldados los jefes hondureños, rodaban
a centenares los cadáveres de los infelices in–
dios de Matagalpa.
Colocado el Dr. Bonilla en la Presidencia de Honduras, ideó Zelaya una alianza entre Nioaragua, Honduras y El Salvador, para do–
rninar a Guatemala, cuyo presidente rehusaba
enitar en alianza con él, no tomando en cuén" 1a casi a Cosía Rica, la que creía vencible a
Jos PI irneros disparos de tusil.
1\.1 efec10, se reunieron en la isla de AITla–
pala, los tres presidentes y Iinnaron una tri–
P~e alianza, ofensiva y defensiva de la que sur–
glÓ la utópica República Mayor de Centro América, de la que Zelaya esperaba Ser su pIi– rner Presidente, habiéndole molestado en ex–
h,en1o el que surgiese eu El Salvador un can–
dIda:lo rival, que lo fue el doctor Rosa Pacas. El Presidente de aquella república, Gene-
ral don Rafael Guti~rrez, daba cierta protec–
ción a los elT\igrados nicaragüenses que resÍ–
dían en San MigUél
Con esíe n1.oíivo Zelaya envió una comi–
sión secreia ante el Gral. Tomás Regalado,a fin de instigarlo a la rebelión contra su
superior.
Los comisionados eran un hondureño, un colombiano y un cubano.
Regalado, fiel a su jefe, le descubrió las maquinaciones del Presidente de Nicaragua.
Impuesto el de Guatemala de las preten–
siones de Zelaya, tal aun cOn anuencia de Gu–
tiérrez, apoyó a Regalado para que revolu– cionara en El Salvador, habiéndose efectuado
un cambio de gobierno, casi sin derramamien–
to de sangre
Desde esta época el Presidente Licencia– do Eslrada Cabrera, y el General Regalado,
quedaron de aznigos
l pero pronto rOITLpieron,
porque los emigrados guatemaltecos le lleva–
ron la revolución en Diciembre de 1899, pro–
clamando Presidente al Genéral don José León Castillo.
Cabrera creyó que Regalado protegió la
invasjón, siendo así que los emigrados, hacien– do un esfuerzo supremo, prescindieron en esta
vez de iodo apoyo de gobierno
Por esla época Zelaya y Estrada Cabrera,
cultivaban buenas relaciones.
1vfas estas duraron muy poco tielT\po en
v j r±uri de que los emigrados guatemaltecos
por una parte, V el general Regalado por otra, trabajat'on por introducir entre ellos la discor· dia, hahiendo conseguido su objeto. Zélaya había dado buena acogida a los emigrados guatemaltecos, por cuyo motivo Estrada Ca·
brera guardaba secretos resentimientos.
Así las cosas, se le ocurrió a Zelaya en– viar una Legación a Guatemala, ~ cargo del
doctor don Leopoldo Ramírez Ma~rena, a fin
de firmar una alianza secreta para derrocar
al mismo Regalado. Era aquello un verdade– ro embrollo.
Estrada Cabrera, aprovechó la oportuni~
dad que se presentaba, para realizar la ruptu· ra más completa en1re Zelaya y Regalado.
Firmó al efecto el convenio con el Minis– ±ro Ramírez Mairena y ordenó a Enrique Díaz Durán, que se emb;3.rcara en el rnismo va–
por en que aquel regresaba a Nicaragua y que: le susirajese la balija.
Díaz Durán cumplió con la orden y a nombre de Estrada Cabrela presentó a Rega– lado el tratado Secreto
A su vez Regalado, para indisponer a Ze·
laya contra Esirada Cahrera, le participó qUé él le hahía mandado a entregar el aludido pacto
Zelaya entró entonces en un duelo a
muerte con el Presidente guaten,alteco, duelo en el cual por fin sucumbió, como después
veremos.
Regalado, que al parecer era un verdade–
1.-0 guasón, hizo a Zelaya una jugada terrible.
En 1903, Regalado desde Chalchuapa, dirigió a Estrada Cabrera, \\U telegrama. amenazante,
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