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Tal sucede en lo presente. Un honora– ble testigo presencial nos suministra los si– guienies respedo al m;,vimiento del 1 ~ de Septiembre,. quefra.caso po~ la desg,raClada desavenencIa de nuestros mISn1.os amIgos. Son éstos:
Después de convenirse con los agentes de
105 Calderones y los encargados del movi– miento de Septiembre en el interior en la fe– cha en que debía veríficarse éste, don Fernan– do Larios marchó a la frontera de Costa Rica
,a ponerse en comunicacic?n con sus amigos. los ,señores Calderones, a .quIenes puso al cornen– te de la fecha convenIda para dar el golpe. Los Calderones traiaron de sorprender al Presidente Iglesias, e hicieron que esíe señor prohibiera la salida de la capital a los seño– res don Pedro José, don Alejandro, don Emi-. liana y don Diego Manuel Chamarra, quie– nes fueron llamados al despacho del Goberna– dor de San José, señor Montealegre, quien les hizo la notificaci6n, quedando desde aquel momenÍo dichos señores en calidad de pre– sos con la ciudad por cárcel.
Grande fue la sorpresa de los Chamarra, ,quienes al principio no comprendían de donde les venía el golpe, pues ignoraban lo que pa– saba en el interior de Nicaragua.
En la tarde del mismo día de la no±ifica– ci6n solicitaron una entrevista con el señor Montealegre, la que les fue concedida para la mañana del día siguiente, a la cual concu– rrieron don Pedro José y don Alejandro Cha– marra. Explicaron al gobernador la injusti– cia que se cometían con ellos, pues ya en la farde del día anterior circulaban noticias del movimiento de Nicaragua. El señor Montea– legre quedó plenamen:l:e convencido de que todo aquello no era más que una ±rama de parte de los señores Calderón y ofreció ha– blar en seguida con el Presidente, a fin de que se revocara la orden. Aquel mismo día en la noche lés fue notificada la revocatoria y al si– guiente salieron para la frontera a ponerse al habla con los amigos del interior de la repú– blica. En Puntarenas, estaban, cuando les llegó la no:l:icia del fracaso del 17 de Septiem– bre y de la llegada al Jobo de un número COn–
siderable de amigos.
Los Calderones se habían an±icipado y esfaban ya en Liberia. A la no±icia del fra– caso, dieron orden al capitán del buque fon– deado en Culebra que tenía a bordo las ar– mas, para que se diera a la vela, corno efecti– vamente sucedió.
Pocos días después los Chamarra tuvieron noticias de que en las costas de David, repú– blica de Colombia, el buque había sido cap– ±urado por las autoridades de Panamá. El jefe que habían puesto los Calderón en el buque para que custodiase las armas, era el hoy general don Alfonso Valle, esto es, un liberal mondo y lirondo.
Hasta aquí nos han' conducido n ueslras
funés±as disenciones' btés±1né1s. Y no esear.., mentamos. La división nos hizo sucumbir e'n Julio dé 1893.
La división hizo que fracasara ei más grandioso movimiento revolucicll1.ario prepa
M
rada contra ei didador.
Si ella. no hubiera mediado, Zeia.ya no hubiera estado diez días más en el poder.
La. columna revolucionaria de Jinotepe, Santa Teresa, se habría unido en Rivas con la que venía de la frontera de Costa Rica, por– iando un flamante armamento y cuantiosos elémentos.
y convedido Rivas en cuadel general de la revolución, habrían afluído a ella todos los nUlnerosos amigos en la causa por los montes de Jinolepe, Santa Teresa y Nandaime.
Convengamos que la división intestina de los par±idos los conduce a la muerie.
Un partido que no se divide tiene proba– bilidades de triunfar, si está caído y de per~
manecer en el poder si ha llegado a obte– nerlo.
El Padido Conservador se mantuvo fuer– ±e y vigoroso rnien±ras la unión y la concor– dia reinó entre sus miembros. Pero aque– lla fodaleza y vigor empezó a fracasar en círculos.
De modo que, dadas las leyes históricas que surgen de la repetición constante de los hechos, es dable predecir lo que mañana su– cederá si el padido con±inúa dividido.
Pasemos ahora a narrar los acontecimien– tos que tuvieron lugar en Febrero de 1898.
Con mofivo del desgraciado suceso de Septiembre anterior, se dispuso efec:;:l:uar la ±o– ma de los vapores del lago en San Carlos por el General don Emiliano Chamarra, para lo cual éste se intern6 en terrilorio nicaragüen– se a fin de hacer un¡;¡. inspección y los arreglos necesarios, para lo cual Chamarra se en±en~
dió con el coronel Salvador Bravo.
Chamarra regresó a Costa Rica a fin de traer los elementos necesarios para aquella operaci6n.
Al llegar a San José, se encontró con don Pedro Joaquín Chamarra, que había emigra– do con motivo de los sucesos de Sep:l:iembre, el cual refirió que habían quedado dispersos inás de 200 hombres en el cerro Mombacho. Con este mofivo la Junta revolucionaria dese– chó el plan anterior y adoptó el propuesto por don Pedro Joaquín, consistente en condu- ,cir armas é;ll Cerro y en seguida disponer la ±oma de los vapores del Lago.
El general Chamarra se opuso a este plan, por entender que de seguro fracasaría} pero a instancia de su padre don Salvador, se re– solvió a ejecutarlo.
Al efedo, el general sali6 para Liberia el 22 de Enero de 98 a incorporarse con los emigrados que allí eslaban.
Se organizó la expedición, constando de 27 personas y las cargas necesarias para con– ducir ciento cincuen:l:a rifles y veinte militares.
Fue nombrado segundo de la expedición
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