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« Previous Page Table of Contents Next Page »-1''Ó. eres hijo de Salvador-- chamotto, ....-le contestó la mujer.
Chamarra averiguó que la vendedora era una mujer que en 1894, durante la guerra de Honduras, le había ayudado a él, a don Fer– nando Elizondo y otros, a trasportar rifles de casas particulares para llevarlos a un depósito oculto. - Con esía referencia el general Chamarra entró en confianza y resolvió quedarse en la casa.
Envió a la referida mujer a donde doña Carmela Chamarra, con un recado, quedándo– se él oculto en el baño. Esta mujer llevaba el anillo de compromiso del Gral. Chamarra que conocía doña Carmela.
. SolicHaba Chamarra que se le enviase a una persona con quien poderse entender. Al cabo de un rato llegó el hoy secreta– rio Privado del señor Presidente de la Repú– blica, doc1or don Benjamín Cuadra, quien ma– nifestó que todo se había perdido por falta de comunicación¡ pero que tratarían de despa– char gente esa misma noche para el Cerro. Era el 1 de Febrero de 1898, y Chamarra desde su escondite divisaba pasar grupos de hombres y embebido en su idea revoluciona– ria, no recordaba la fiesta tradicional de Di– riomo, el 2 de dicho mes, creyendo en cam– bio que eran amigos que marchaban para el campamento.
Al entrar la noche, Chamarra regresó pa– ra la hacienda Cu±irre. Escapó felizmente, oculíándose a Hempo, de una montada cuyo tropel oyó.
Por la Calera, perdió el camino y cuando traiaba de hallarlo, oyó voces.
Trató de ocultarse enionces, abandonan– do el caballo y se quedó en observación. Los viajeros dieron con la cabalgadura, pero no hicieron demostración de alegría, re– lirándose luego.
Esto persuadió a Chamarra que no era escoHa la que por allí andaba. Emprendió de nuevo la marcha tras de los individuos en cuestión.
Ya cerca de ellos les gritó, ¡Alto! obser– vando que uno llevaba un machete, otro una botella y el airo nada. Estos a su vez requi– rieron·a Chamarra.
Al saber mutuamenie que la dirección era la misma de Cutirre, Chamarra les dijo que iba para más adelante, a la hacienda de Ma– nuel Ramírez.
En el camino le preguntaron los viajeros a Chamarra que si le gustaba la milicia, que era muy bonita carrera y que si no quería em– pezar con el grado de Teniente.
Chamarra les dijo que no le gustaba, pues los segovianos de donde él era, eran muy pacíficos.
Al llegar a Cutirre, Chamarra se adelantó
y iocó la puería y al preguntarle de dentro
"~quién?" contestó "Emiliano Chamarra". Entonces los compañeros lo abrazaron y
¡¡e eJárañaron de no haberle conocido. Uno
cíe e110s era SaivacÍor Árana, quien m~s fardé fue apaleado en San Ubaldo en 1903.
Eran revolucionarios que iban para el campamento.
Emprendieron pues, juntos la marcha esa misma noche, habiendo llegado a las 6 a.m. a dicho lugar. .
Ese día llegaron el general Samuel Ta– lavera, Dionisia Monterrey y José León Tala– vera con cincuenta y ires individuos más.
Se discutió ese mismo día el ataque a Granada, donde según informes sólo había
150 -hombres.
Resuello el ataque a Granada, se mandó un expreso a doña Cannela Chamarra, para dar el correspondiente aviso de que en la no– che del 3 se efectuaría aquella operación.
Se había alejado una legua del campa– mento cuando se encontraron con una co- . rrespondencia enviada por doña Carrnela en la que participaba que Zelaya había descu– bierto la llegada de Chamarra; que había en– viado 400 hombres de refuerzo a la plaza y que ésta se estaba fortificando.
Contramarchó la columna y al siguiente día se dispuso la toma de Nandaíme.
Corno no se habían provisto de suficien– te número de besHas, se vieron obligados a dejar los elementos sobrantes en un punto del Cerro.
Llegados a la Agua Agria, se dividió el pelotón en dos tantos.
Al General Mena se le encomendó la van– guardia con orden de esperar en la hacienda Santa Fe, de Onofre Miranda, para disponer allí el ataque.
Pero habiendo sabido el general Mena que la plaza de Nandaime estaba ocupada por sólo 30 hombres, resolvió solo la acci6n, como en efecto la inició.
No había llegado Chamarra a la hacien– da Santa Fe, cuando oyó un recio tiroteo, y
no dándose cuenta de 10 que ocurría, ordenó la marcha a galope.
El tiroteo continuaba y al llegar a las ron– das de Nandaime, agotadas las cabalgaduras, recibió tres correos de Mena, que le anuncia– ban que la resistencia era tenaz y que viniera en su auxilio. A uno de estos correos que lo era el coronel don BIas Talavera, interrogó Chamarra sobre el lado atacado por Mena.
Talavera informó que el ataque Se había trabado de frente por el lado de la Iglesia.
Entonces Chamarra pidió a Talavera que lo llevara por un lugar que le permitiera ata– car el Cuartel por retaguardia, y llegados al punto, se lanzó con precipitación sobre este edificio, logrando hacer salir a los defenso– res hacia el lugar donde los atacaba Ména. Los atacantes pasaron dentro del Cuariel y continuaron la persecución hasta que aque-llos desocuparon la c~uda?-. .
Despues de la v1cfona se h1Zo un llama– miento a los vecinos, se pidieron los fonclós al Tesoro Municipal y se obtuvo la incorpora– ción de sesenta individuos, con los que regresó
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