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« Previous Page Table of Contents Next Page »la columna al lugar en qué ocultaban las aanas.
Es±ando ya en el campamento los revo– lucionarios fueron sorprendidos con la no±i– cía que les llevó el coronel don Agus±ín Bo– laños Chamorro y don Manuel Oriega, de que había fracasado en los alrededores de Rivas una expedición conservadora y que derrola~
dos habían regresado a Costa Rica.
De esta invasión no se dio aviso a los re– volucionarios de! Ceuo.
Algunos de los jefes opinaron por la in– mediata desocupación para lo cual Chamarra reunió un consejo de los principales, los que unánimemeitie resolvieron desocupar.
No querernos pasar a narrar los hechos simultáneos que preceden a los que se desarro– llaron en San Juan del Sur y Rivas, sin decir unas palabras acerca de los graves sufrimien– tos de la familia Marenco propietaria de la hacienda "San Marcos".
La acción de armas de este norabre, se libró el Lunes Santos, 15 de Abril de 1898.
El 1/Iaries al amanecer llegaron a esla ha– cienda 500 hon"lbres al mando de los corone– les Francisco Uriade B., Servando Pérez, Zaca·· rías Solís y Rosendo Lara: la derrota de So±elo había llar11.ado la a±enci6n del gobieJ'no hacia aquel lugar.
Uno de los jefes mencionados, el úlíimo, eniró al interior de la casa a practicar un re– gis±ro. Encontrábase en el aposento doija Juana Garay, esposa de don Marcelino Maren– ca, el cual se encontraba preso en Rivas.
La señora esJ:aba rodeada de sus peque– ños hijos. El jefe aludido mandó amarrar a la señora Caray y luego le dio un ciniarazo con una cuiacha Collins.
Las señales de las ligaduras del brazo le quedaron visibles a la señora por mucho tiernpo..
En las casas vecinas a la hacienda anda– ban huyendo las señorHas Ma±ilde, Adela, Ro– saura y Ernesfina, esta úlfima de 4 años, las cuales al llegar donde su madre, la señora Garay, fueron igualmente detenidas.
Fueron también reducidas a prisi6n las mujeres, niños y niñas de la vecindad, subien– do el número de 26 prisioneras por todo.
Se las mantuvo sin poder pasar alimento desde el Maries hasta las 10 de la mañana del Jueves, en que se les dio ración.
A la una de la tarde ese día, las prisione– ras fueron sacadas con dirección a Nandarrne; al llegar a esta ciudad el Mayor de Plaza Leo– poldo Ramírez ordenó que se les encerrase, incorrtunicadas, en la Iglesia, donde esiaban acuarielados 300 soldados.
No son para contados, sino sólo para irrta– ginados los variados sufrirrtienlos de estas se– ñoras y señorilas colocadas en medio de una inmoral soldadesca.
El lunes de pascua se les dio la ciudad por cárcel a las prisioneras, a excepción de do– ña Juana, que fue conducida por una escolta
a Rivas para rendir su
declaraci6n ·anié el Fiscal de Guerra, Ruperio Gufiérrez.
La farni!ia Marenco perdió casi todo su haber. El ganado sirvió de alirrtento a una numerosa tropa, las ropas de uso fueron ro– badas, al exJ:remo de no quedarles mas que las que andaban puesias.
Pasemos ahora a narrar los acontecrrnien– los que iuvieron lugar en San Juan del Sur y en los alrededores de la ciudad de Rivas en aquella misma ocasi6n.
Volvarrtos antes nuestra vista al resto de la emigración nicaragüense en Liberia.
Para secundar las operaciones que Cha– morro ejecuJ:aba en el inierior por el Momba– cho, los errtigrados residentes en Liberia pu-' dieron obtener trescientos rifles con su corres– pondiente dotación de cariuchos para invadir por el lado de San Juan del Sur, en com.bi– nación con otra colmnna que vendría organi– zada de la República de El Salvador.
Nos referiremos primero a la columna que debía parlir de ~iberia haciendo constar que, por cornplacencms a quien daba auxilio, el plan de invasi6n venía desquiciado desde un principio, el cual consistía en la previa ±oma de Rivas, y después de la ciudad de San Juan del Sur, la que caería inev.iiablerrtente en po– der de los revolucionarios.
Sólo un jefe principal discrepó del pare– cer de todos, el general don José María Cua– resma y precisarrtente por esla circunstancia el que daba los auxilios, lo designó general en Jefe. .
San Juan del Sur está siJ:uado en una hon– donada y para defenderlo hay que cubrir la exlensa línea de lomas que lo rodean.
Tal era el inconveniente por lo cual las miembros del consejo deseaban que Rivas fue– se ±omada previamente. En Rivas se encon– lrarían nurClerosos aliados a la causa cons¡er.. vadora y graneles facilidades para el rrtantE';n;.– miento del ejército. Acepiada, pues, la k iT('.a
de San Juan del Sur a úHimos de E, .1.ero de 1898, los e:rrtigrados salie~on de Liberié
L por la noche haCIa el Jobo, haclenda de los Hur– tado: allí durmieron y al arrtanecer err ,pren-dieron la marcha sobre Nicaragua. ,
Hacia principios de Febrero y desp ,bés de breve combate una trinchera de mora has de la cual se guarnecían las fuerzas de Zelaya en San Juan del Sur, fue tomada p6r~ los in~
vasores en una acometida al asalto. '
Allí quedarol.l heridos y cayeron,' después en poder del goblerno, el Sargento J.tl.Iciyor Ar– turo Elizondo, Leopoldo Camacho y oíros.
Dos días después 9~0 horrtbres de Zelaya se lanzaban sobre los lnvasores, 'que apenas llegaban a 170, contando entre ellos aun los no corrtbaiíentes. Es±os 900 hOrrtbrEls iban provistos de cañones Krup, mientras que los revolucionarios no tenían más que fusiles. Verificóse el combate en "El Poirero" en el cual 30 revolucionarios rechazaron a 400 hom– bres al mando de J. Gilberto Escobar. Allí fueron heridos revolucionarios de ÍInporfan-
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