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« Previous Page Table of Contents Next Page »darnos con fanio enÍusiasmo. Después del fracaso de San Juan del Nade, Reyes llegó al Bluff en el San Jacinio, y sin detenerse rnas que el ±íempo necesario para proveer de car– bón a dicho barco, se dirigió a Rama causán– donos desagradable impresión con su presen– cia, pues según nuestros cálculos, lo SUPO!!1ét–
n,os esperando el Viciaría en San Carlos.
Paco después de su a-rribo se presen±6 en su despacho con sernblanÍe azorado el tele– grafista principal don Juan Cajina Mora y le entregó un telegrama en el cual preguníaba el DireC±or General de T. T. que si ocurría a,l– guna novedad en la Costa, pues el Presi.denie le habían llegado no±icias de San Juan del Nade de que había estallado un movin1Íen±o revolucionario, sin saberse quien lo enca– bezaba.
. Al imponerse Reyes de sus conceptos, en lugar de seguir engañando a Zelaya valién– dose de la cJave, ordenó a Cajina en presen– cia de los que le rodeábamos: "Concréfese us– ted a trasmitir mi proclama y las ac.l:as de los amigos, que yo llegaré a sacar al tirano del Palacio, con este chilillo ... !
Corno se recordará, en dichas acias se des– conocía al gobierno presidido por Zelaya, pro– clamando Presidenie provisional al General Reyes, lo que da una idea de la faHa de tácti– ca con que procedió esíe enfaiuado jefe al da.r ian descabellada orden al ±elegrafisfa Cajina.
Presenciaron este hecho, los caballeros Ignaci.o Zelaya, Sebastián Driza, Anselmo Ri– vas G., AdoHo Vivas, Pbro. Es±anislao Carcia, don Fernando Driza y airas, quienes de segu– ro no me dejarán !nen±ir.
Yo me retiré indignado sin despedirme siquiera de Reyes y dije a un amigo: "Es±a– mas perdidos".
Si nosotros lo hubiéramos abandonado desde ese :momento o si los emigrados han llegado a iiempo para deponer a Reyes por inepto, entregando el mando de las fuerzas a Emiliano o a Leonidas Correa, la situación ha– bría cambiado; pero, que hacer cuando la pa– lanca que movía aquella máquina era el Mi– nis±ro General don Francisco Luna {q.e.p.d.l quien al salir del Bluff para San Juan del Nor– ie, ordenó que embarcaran sin demora, una vaca, porque necesitaba tomar leche calien.l:e ...
LOS COMENTARIOS AL LECTOR
Explicaré ahora cómo se encontraban dis– tribuidas nuestras fuerzas: El coronel Luis Me– na ocupaba '~El Chile", ventajosa posición es– traiégica, de donde envió un correo pidiendo con urgencia provisiones y refuerzos para avanzar sobre Chontales: el coronel Frulos Bo– laños Ch., destacaba sus tropas por el lacio de "El Almendro"; y los capitaníes Ramón Bete– ia y Ramón Leal, vigilaban el río Rama, des·– de la plantación de Guadalupe, hasta la ca– becera del río Plata, colocando retenes en va– rioS puntos.
Era Gobernador de Ra:ma, don Arturo Cá– .mez¡ quien llegó nombrado por el gobierno
de Zelaya: Inspecfor de Ríos, el teniente co– ronel Fernando Uriza; primer jefe militar de la plaza, el coronel Luis Cantón {d.g.m.l qujel'l prestó importanies servicios en la rein– corporación de la Mosquitia; segundo jefe id. el suscri±o con á±ribuciones de Com.andante d.e la Policía y Jefe de la artillería el coronel José J. Aragón, de Managua. Exceptuando el nombramiento de Cámez, fados los demás fueron hechos por la Revolución.
Enlre ±anfo, qué suerte habían corrido los volun1:arios mnericanos al n'lando del Capitán Kennedy y resto de las ±ropas que fripulaban las lanchas? Viendo ellos la vergonzosa re– ±irada de Reyes, quien los dejó abandonad,os en a1±a mar y fal±ándole el vien±o favorable para regresar aJ BJuff, resolvieron desembar– car en la desembocadura del río Maíz, en cu– yo lugar se enconiraban cuando llegaron los inÍrépidos oficiales, (Santiago Méndez, Salva– dor y Angel Bravo) que amarraron las au1:o– ridades de San Juan del Norte en el Malecón, quienes al verse abandonados por Reyes y en peligro de ser capturados, tuvieron que reco– rrer a pie por la costa esa enorme dia1:ancia sin recursoa ni con1.esfibles, viéndose por con– siguiente, expuestos a ioda clase de privacio– nes y no encontrando mas que cocos para ali– men±arse.
Sucedía esto precisamente cuando el bi· zan o general Reyes y su Es±ado Mayor se banqueteaban en Bluefields, al par que el co– ronel Mena nos apl"el1l.iaba para que le enviá. ramos cuanto antes los refuerzos y provisio– nes pedidos, pues fenía noticia que Zelaya ya esiaba movilizando su ejército en número de fres n1.11 hombres por tierra, al mando de los generales Irineo Es±rada y Juan B. Sáenz, quienes ordenaron al coronel Deme±rio V€lr– gara que marchara a la vanguardia con su caballería a fin de explorar el carnpo enemigo.
Confieso ingenuamenie, que jamás creí– mos que Zelaya pudiera trasportar piezas de artillería en aquellas regiones panlanosas; pe–
ro aquel hombre audaz y ie:rnerario que en cier.l:as ocasiones parecía "tener pac.l:o con el diablo" ordenó el envío de tres piezas de pe– queño calibre, que llegaron con mucha opor– ±unidad al campo de operaciones, aunque pa– sando sobre moniones de cadáveres de solda– dos, de bueyes y de caballos, que quedaban sepul±ado3 en el fango.
El Gobernador Gámez fué llamado por Reyes, y se di-cigió a Bluefields, dejando a mi cargo el pues.l:o que desempeñaba. Lo na±u· ral era que depositara en el coronel Cartin, por ser éste el primer J ere Mili.l:ar de Rama, corno creo haberlo dicho; pero exis±lendc cierta rivalidad entre ambos, la que no mE fue posible desterrar aun poniendo en juegc vínculos de alnisiad que nos ligaban a los tres lne llamó privadamente a su casa y luego m( hizo enire¡:ra de la plaza, dándome a recono cer como Jefe de la plaza.
En este estado las cosas, llegó del cam pamen±o de Mena, el Capitán Miguel Artola
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