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-Qué pañiya Pedro?

_,-Pues cuando nos vayaITIOS a ir, ITIeierITIe media botella de un rejazo que con eso tengo para alegrarITIe y aguantarles el guaro a todos hasta llegar a La Trinidad. _Biatudo, Pañiyita.

y don Pedro y Socorro se despidieron to– mando guindos diversos.

Don Pedro se fue a visitar él la faznilia Mendoza, de allí ±omó a comer nalacaInales donde la Felicita López, después fue al Bajo donde el Padre Cerna y por último entró a la Iglesia a pedirle al Apóstol San±iago por sus necesidades.

Dentro del templo le cogió un aguacero, cuando escaInpó salió a La Plaza y vio que ya habí.an concluído los taras 1 se arriInÓ al chiquero para ojear al Re±uITIbo herInoso re– jego de ,la Hacíenda que l~ hab~an dado para que lo Jugaran y ya se dlsponla a reconcen– trarse para buscar a los cOITIpañeros cuando se le apareció Cruz Méndez que ardITIaba de arada y Inedia, por no poder decir de acera a acera, pues lo pesc6 en Inera plaza.

Don Pedro lo iOInó del brazo izquierdo y lo enderez6 para la posada, diciéndole: -Hoznbré Cruz, andás znuy alznariado, monós para donde ña Carrnita para que zne– dio durmás la mona, mientras nos la poneITIOS para afuera.

Méndez obedeció sin coniradecirle, donde la ña Carznita, que era la esposa de Leocadio Hernández, encontraron a José Guillén a quien comisionó dbn Pedro para que buscara a los otros coznpañeros.

Después de una hora toda la caznpistería se había reunido, ña Cannita les dio de bu– rriar y a las nueve de la noche bajo un chis chis continuo salieron para el sitio de donde habían procedido.

Al pasa,r por Mombachito les salió vomi– tado por el estanco Socorro Salinas que es– peraba a su Pañía Pedro, pues tenía la espe– ranza de que lo escogiera de cOITIpañero para zamparse la znedia de que le había hablado cuando se vieron, así es que confundiéndose entre los znoniados se fue en derechura del amigo. .

-Pañiya Pedr6, lo esperaba, pues siendo usted perrita para el trinquis no salgo del asombro que me ha causado su canícula en pleno invierno~

-Ya bien cOnoce la causa pañiya Soco–

~ro; y para quitarle la ponzoña, ITIon6s a Ine-

d

e:rnos la media; esto sí, znedia Ud. y zne– la yo.

-Trato hecho, pañiya Pedro.

Se mefieron al estanco, se embuchacaron

el guaro y sin gualiarla mucho s/illieron, pues los cOITIpañeros que estaban basiante cogidos no tenían la paciencia dispuesta para iolerar iardanzas.

Luego se despidieron y iras la despedida se alejaron tOITIando los de la ITIanada para la Hacienda y Socorro para donde la Victo– riana Angula a buscar que znanduquiar.

Aníes de llegar a la quebrada del Pocho– te supieron que ésta con la lluvia que había caído no daba pase, entonces dispusieron irse por El Bajo toznando por Tierra Blanca para desechar la correntada.

Al pasar por El Bajo sintieron angurria de guaro por lo que se meiieron a una cusu– sería de donde salieron los que andaban a mediasia complefaITIente zarazos y los que ya habían pasado la mica y andaban con el pico caído por la gOITIitila, completamenie hablan– fines y provocadores.

Don Pedro no pudo deienerse y se eITIpi– nó una pescuezona más con la que los znaIos pensaITIientos se le alborotaron en la menie y a pesar de que estaba ya al clavar el pico eITIpez6 a jochar, coniratorear y rejochar a Faustino AITIador.

Desde que salieron del Pueblo se dedica– ron a provocarse, cuando pasaron por El Mu– ñeco ya iba dando punto la pendencia, al llegar al ITIancuerno de los cazninos en El Por– tillo se desafiaron y convinieron en recurrir a las cuiachas en Los ChilaInates en donde no había lodo, pues acababan de hacer un relle– no de grada que había terzninado con el pantano.

Las cuatrocientas o seiscientas varas ql,le distan de la bifurcación de las trochas a las znatas citadas las anduvieron los alITIariados echando jotazos y bravuconiando de lo lindo.

Don Pedro estaba tan pasado que no se hallaba la cuíacha colgada del barriguera no así Faustino que se había recuperado bas~

tarde y estaba entre caITIagüa y elote, es de– cir, bastante mediasión.

Llegados al lugar se desInontó Faustino

y se puso en guardia para esperar a su re– tante; don Pedro intentó apearse y por hacer– lo cozno estaba hasta donde se aznarró el in– dio el machete se fUe de espaldas y fue a dar con su hUITIanidad en plena tierra.

Vocifer6, gritó, palió, hizo todo lo que pu– do, pero su cuerpo alcoholizado no obedeció a su voluntad; entonces gritó a Guil1én que estaba cercanito, llegó éste y después de cor– ±a lucha logró enderezarlo.

AITIador con el güirro en la znano avanzó para donde Buitrago, éste con su hisfórica ±ica en la diestra lo esperó oscilando corno una rama tronchada que el alisio errabundo ITIe– ciera con suavidad.

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