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« Previous Page Table of Contents Next Page »Viel)do Guillén que don Pedro tenia eno1"–
-mes desventajas para una lucha y que no era
ele co.rnpañerr)s dejarlos que se mataran, les habló así:
- -.Muchachós, que ganan con macheliar~
se agoré:'!
¡ si iíenen fanfas ganas de topar la mona esper 8n para maíí.ana y ya buenos ren1– pujen que está sin h.-ancas la cosa.
1.)011 Pedro, que na enfendía ni lo que oía porqLle percibía olras cosas, coniestó aguardentoso y oscilanle:
---Que me va a dar con una franca decís, hornb1'é'? que se tanteye el lTtuy pendejo y va a saber lo que es Pedro Buitrago, que los He– lle muy rayados.
El res lo de la canipis±ada que iba hasia los lapones prosiguió su camino y ni siquiera
ne percataron del desafío que había.
Por .fjn Buiirago inclepó a Fauslino, di– ciéndole:
-Idiav, indio 'liejo, echa pija que fe es– toy esperando para hacede picadillo.
El aludido que era m.edio bellaco y de n"lalas pulgas no se hizo repelír la inviiación
y se fue adentro sobre don Pedro ±irándale de puniadas, étrie al primer envión para salvar–
Be del alaque zafó el cuerpo y fUe a dar cuan pesado era en el mero suelo, pero salvo de la esfocada; al verlo AlYtador tendido se lanzó a dejado choco de un puntazo inaudito, pero una tuerza n1.isleriosa desvió el arma y la hoja
de acero se enclavó en el gredero de donde Faus±ino por :más que forcejó no la pudo de– senclava)"; enlonces abandonó la collin y brin– có -para pateado calculando caerle sobre la
<Jara, utaS en lugar de dar en el blatlco con los caHes, se pasó de pulso y fue a caer de bruces rompiéndo:m la guayaba, media vara adelante de la :faz de don Pedro.
Errado el segundo ±ira el atacanfe se acor– dó de un puñal averruguillado que andaba y jaláncloselo del barriguera se vino de gateada para CO<ler a su en emi~o a puñaladas y con el esroque en El.lio, bnllando la plata de la hoja cilíndrica en la obscurana talchocolosa,
ee lanzó a cun1.plir su infen10, rnas en el TnO–
11.1.0nto que descargaba el ±ira tremebundo un anin1.al desconocido arrastró el cuerpo del bo~
rracho y lo salvó de la puñalada decisiva.
Amador siguió gateando tras del cuerpo arrastrado, y en un inslante dado cuando ya él creía que no había rnedio que pudiera za· farse de un golpe definitivo, tiró la puñalad~
con lada su fuerza, lnas al~les de caer en el blanco, dos iapas, como lenazas de bronce, lo cogieron de la muñeca dejando el puñal sus·– penso y el brazo prisionE;ro, incapaz de dar fin a la obra que la rabia del hontbre aco– meÍÍa.
Aluad01' intentó soHarse, m.as a medida
que forcejeaba, más duro 10 a±énaceaban las
fauces que lo cogían; por fin sintió un dolor tan rudo, ian agudo y tan hondo que perdió el conocimiento y botando el puñal aflojó. el brazo el cual flácido rodó sin ánimo sangran– do copiosamenfe.
Bui:l:rago quedó dormido a un lado de la
senda, Amador ni siquiera pudo menearse del lugar en que lo apercollaron y Guillén qUe había sido' miranda de los acontecimientos al verlos que ni se meneaban imaginó que en la trenzada se habían al1.1bos liquidado.
De la duda 10 vino a sacar un relálnpago que h¡rbó la tiniebla y a su efímera luz vio que a la vera de don Pedro un enorme animal negro lo cuidaba y que Amador echaba san–
gre copiosa por la lnuñeca.
El fabardillo se apoderó del mesero y en
el z'nomenio en que se disponía a enjorqw3– larsa para, escupirse el pecho, don Pedro des– periado por fuerzas misteriosas se incorporÓ
y le grifó que lo montara, ya que el infeliz de Faustino para nada servía¡ Guillén le hizo el servicio y vio asombrado que con facilidad logró engancharlo en el caballo.
-Monós -dijo, don Pedro, al verse en– caralnado-, que ese rem.aldifo tan luego nos
o~ga irnos ialubién va a picar su bestia tras de nosoiros en busca de la quesera.
y efeciivamenie que así fue porque a po·
ca de haber parlido los jinetes Faustino hizo
por donde sentarse, luego se enderezó por en· lera y en la obscurana principió a buscar la
cuiacha y el puñal.
En tal n10rnenfo principió a relampaguear de seguido y a la claridad de 10 9 " ,zigzages Amador disiinguió con precisión que junto a las armas que buscaba estaba echado un enor. me diaritre pecho blanco que parecía un mas– tín desmedido.
Para coger los aceros 110 tenía mas que caminar .O-os pasos y agacharse en seguidí±a, pero al. infentár llevar a cabo la maniobra el can diabólico le clavó la mirada y a medi– da que más se la clavaba principió a, obser– var el concierto que los ojos se le iban vol· viendo dos desmesuradas flamas. que rápida· menie se tornaron en un gigante de fuego que am.enazaba. consumirlo en un raflá sin concEi-derle gracia. ;'
Faus±ino se llenó de pavor, buscó su bes–
tia, se la señaló un zigzag flamígero que hizo sangrar laG nubes y montándose de un sa110 parEó en pEinera sin volverse a recordar de nada ni de las annas que dejó en el caminol pero sí en su interior le suplicaba lo protegie– ra al apóstol Saniíago.
Cuando Amador llegó a La Trinidad, GlÚ–
llén y Bui±:rago tenían rato de haberse echa– do, era lal el pavor que llevaba que dejó le bestia sin desensillar y se fue a zumbar a.
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