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ron. La guerra civil estaba en lo fino. Democráticos

y legitimistas el;an los contendientes, infiltrándose tam– bién un bandolerismo contagioso.

Los partidos no eran lo suficientemente fuertes para obtener una victoria aplastante y se debatían en un subir y bajar de sus fuel zas. Las embarcaciones de tránsito so– lían recalar en El Realejo y así fueron conociendo en Oc. cidente los contingentes de hombres rubios que iban atraídos por el oro de California. La lucha se encarnizaba más y por otra ,parte, en los otros Estados de Centro América también se disputaban el poder. Iban y venían auxilios de un gobierno para otro, algunas veces nuestros hombres cruzaban las fronteras, otras, venian de otro Es. tado en ayuda de nuestros partidos de Nicaragua, de manera que el combatiente era el verdadero vehículo de la cultu. a Igual fiebre, igual síntoma que dalla con cla. ridad el diagnóstico de que padecíamos de un mismo mal El soldado llevaba y cuando volvía con vida traía en su mente lo que veía, oía o aprendía, ya fueran por tierra o embarcados. El puerto de La Unión lIe~ó a tener una importancia inmensa porque se hacía por -allí el comercio de El Salvador y Honduras, pues el extranjero lo había considerado el puerto más importante para abastecer lo más poblado de estas regiones y las grandes cantidades

de mercaderías que lecibían se iban a volcar a las felias de San Miguel, donde todos los ,países ribereños del Golfo y hasta de Guatemala iban por allí • Nicaragua

t~JVO gran actividad en esas grandes ferias y los comel– Clantes que concurrían hacían vinculacíones y llevaban y traían las noticías importantes La influencia nicaragüense se hizo ~entir en La Unión, San Miguel y Choluteca, cuya prueba inequívoca es el hablar con cierto acento nuestro.

Cabañ~s influenciaba en Nicaranua a favor de los democráticos y también Gerardo Bar~ios, mas éste, aun.

que liberal, no dio lo que podía ni sacaron los democrá. ticos el pal tido o ventaia de que él era capaz de dar. Carrera era amigo de don Fruto Chamono y de los legitimistas que le sucedieron

Agotados y exhaustos Jerez y Castellón empeZiuon a observar que quizá se podría sacar fuel'zas de las cir. cunstancias Obtuvieron noticias de que así como iban tantas gentes a caSas alelllorias y aventuras y éstas sue. len acarrear luchas y muerte, asi podrían venir a nuestlo país y ofreciéndoles en un contrato, tierras y manteni– miento a cambio de que viniesen a servir al Gobierno democrático, baio las leyes del país, en la lucha contra los legitimistas, convinieron con Bvron Colo traer unas falanges como verdadera ayuda, qu~ llegaron al país con armas y municiones. Como consecuencia jurídica de este contrato se realiza un acto, trascendente " de enormes derivados politico-sociales que agranda ia turbulencia nicaragüense, trae la intranquilidad a Centro América y

pone en peligro la soberanía de estos paises.

Nícaragua tenía CIISIS con el asunto de límites con Costa Rica que culminó con el tratado Cañas-Jerez ce. diendo la gran Provincia del Guanacaste, rica y exte~sil a a aquel país, que nos dejó mal parados. Como admirador de Jerez, siento un torcedor, porque deduzco que el Dr. Jerez, fue fácil presa del Ministro costarricense y si es cierto que el Gobiel no de Nicaragua tenía una situación difícil, solo vemos que nuestro Ministro se rindió sin gran combate. Analizando ésto, algunos observadores creen, que el Dr. Jerez actuó, más con espíritu unionista centro.

americano que como Ministro nicaragüense, con lo cual daba muestras de ser consecuente con el gran ideal mo. razánico al que perteneció Después, la consecuencia político.histórica, borrando asperezas ha venido, con la conducta del gran Presidente Mora, a hacer merecedor a a Costa Rica de triunfo diplomático tan grande. Costa Rica

y Mora, su digno Presidente, son merecedores de la grao titud nicaragüense.

En el conjunto hay un ,panorama que presenta un síntoma, pi ueba inequivoca de un mal. Los países dise. minados, atomizados están debilitados, no hay grandio. sidad ni patriotismo común y esta circunstancia alienta un plan proditorio Byron Cale deja la cabeza, la que pasa a Walker Este no es un hombre vulgar, era abo· gado y desde luego, conocía el Derecho incluso las leyes internacionales y se percata de salvar la neutralidad norteamericana y hace sustituir el contrato por lino de colonización. Como hombre audaz en esos momentos se forja un plan, la primera expedición llega a El Realejo en el "Vesta", el 18 de Julio de 1855. Los norteamericanos aparecieron bien Semejaban legionarios que servían a una causa grande y hermosa y después de darse a re· conocer pa rtieron hacía la región sureste de Nicaragua y

desembarcaron cerca de Brito. Los democráticos confia– ron en que él sabria cumplir la obligación contraída. Walker y los suyos, hombres de acción y alentados por el ideal que se habían forjado pronto estuvieron sobre Rí· vas, once días después de su llegada a El Realejo. Fueron lechazados en Rivas, pero no se desorganizaron y más bien se engrandecieron con algunos contingentes demo· cráticos y de nuevo en la lucha, tres meses después, too man Granada el 13 de Octubre de 1855 y en un convenio se acuerd.:l eliminar a los gobiernos de Castellón de los democráticos y al de José Maria Estrada de los legitimis· fas, sustituyéndolos con el de don Patricio Rivas Ya ha· bía muerto don Fruto Chamono siete meses antes. La ccnducta de Estrada y su Gener31 y la de los democráticos parecen conciliadoras W~lker empieza a conocer el te· rreno y a los hombres nicaragüenses. Estos, gente de bien, honestos, acogedol'es, tienen que ser confiados y no muestran ningún sintoma a Walker que halle motivo para colocarse frente a frente contra el pueblo nicara– güense desde el principio El sí, va observando que pue– de dirigirlos y ser árbitro, contando con sus hombres, de diferentes clases, es cierto, pela muchos de ellos instrui· dos que aseguraban, aunque no fuesen oficiales militares una coordinación bastante acertada para dar un resultado mejor militarmente Entre sus hombres habían hasta pe· riodistas y uno de éstos cuenta de la esplendidez de la gente de Nicaragua.

la posición de Walker se acrecentaba. Se le llegó a considerar con cierto prestigio personal extraordinario, mas tenía una hacha que afilar y el pueblo nicaragüense

era quien debería darle vuelta a la rueda, como en la anécdota de Franklin.

los legitimistas desde luego no estaban satisfechos y más, que antes del arreglo, Walker, procedió a fusilar a don Mateo Mayorga, Ministro de Estado del Gobierno legitimista y diecisiete días después fusiló a Corral con quien hábía pactado hacía poco.

Ese cuadro de horlor pone a los legitimistas en cOlldición de lucha y a los democráticos en alerta y éstos comienzan a vacilar en cavilaciones propias de su con-

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