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En Acción Española encuentra Maeztu el medio de reconciliar el ideal mundano de sus abuelos liberales con el ideal ultramundano de sus abuelos carlistas. Alír en la revista y en las conferencias se desarrolló el, espíritu del ideal arm6nico de la religi6n y de la economía, de a defensa del ser de la Hispanidad con la eXiposición del orden social cristiano en el campo del incremento de las riquezas.
Cálvo Sotelo y Baria de Quiroga enlazando con las ideas de La Tour du Pin, dan a la economía el sentido espiritual que para ella reclamaba Maeztu. Modestamen· te aporté mi grano de arena en esta concreta tarea, con una conferencia de Acci6n Española sobre la Economía y el nuevo Estado.
Aplicar el ideal armónico a los ideales antagónicc s, lleva a Don Ramiro a concebir el ideal espiritual "Pi) r· que espírito es la unidad de cuerpo y alma".
Cuantas veces hablo o escribo del sentido del movi· miento nacional del 18 de Julio de 1936, procuro desta· car lo mucho que había de coincidencia ideológica en las cuatro principales personas que lo inspiraron: José Antonio Primo de Rivera, Pradera, Calvo Sotelo y Maeztu. José Antonio no escribi6 nin~ún artículo en la Re– vista, pero su discurso de la Comedia fue reproducido en Acci6n Española con expreso sin9ular regocijo y Pradera demostró su identidad con la doctrina tradicionalista. Ade– más, José Antonio particip6 en algunos de nuestros ban· quetes que no eran sino pretextos para celebrar actos po· Iiticos en 105 que exponer y defender nuestra doctrina. Los cuatro resellaron con su consciente sacrificio la sinceridad de su pensamiento.
Vivi6 Maeztu sus últimos años como un apóstol de la defensa del ideal hispánico, con el convencimiento de que en su propagaci6n y triunfo estaba la solución de España y del mundo. "La Hispanidad -dijo- creó la Historia Universal y no hay fuera del cristianismo obra en el mundo comparable"
Sabía Maeztu que este apostolado iba a llevarle a su propio sacrificio; Cuando volvió de Buenos Aires al. guien le preguntó por qué había vuelto y contestó ro– tundo: "Vengo a que me crucifiquen". "Nos matarán, me doy por muerto", clamaba en su escaño del Congreso; y se indignaba con los diputados derechistas que dialoga. ban en 105 pasillos con 105 de la extrema ixquierda, por· que con razón veía en ellos a lobos disfrazados de carde· ros. Jamás quiso evadir el peligro y prefiri6 deliberada. mente -son sus palabras- tIque le pegasen cuatro tiros contra ulla pared a seguir tolerando tantas bajezas, tan· tas ruindades y tanta barbarie".
La universalidad de la obra de Mae7.tu, no la tuvo ni siquiera Menéndez y Pelayo "rico de erudici6n pero falto de rapto místico unitario", "Rico y millonario de sao ber", como dijo Eugenio Montes "pero ,pobre en dones de éxtasis y profecfa", Ramiro de MaexliJ supo alumbrar la chispa del genio hispánico. Este es el talismán, que no es otro que el de la verdad cat6lica, que puede en· grandecer a Europa y salvar a las Américas; que dema· siado atareadas· en el quehacer de' Marta· se olvidan de que hay que buscar también el aliento del espíritu para poder andar. Términemos diciendo; que si buscamos el reino' de Diós, lo dem~s se nos dará por añadidura.
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Importa muclto destacar que para Mae,;tu el recuero do de nuestro pasado glorioso; no le sirve ,para amado· rramiento dé la voluntad por narcisista recreámiento del alma. La sombrá de un imperio puede ser funesta para un pueblo o porque le despierte ansias de resuc¡itarlo sin cuidarse de la antigua virtud que le dio origen, o para que" su evocaci6n alimente un vano patriotismo esteri!. En cambio decía Don Ramiro "és siempre benéfica la somo bra de una gran misi6n, sobre todo si se trata de una mi· $i6n que solo a mediés fue realitadá como aquella espa– ñola que' consistfa en convertir en una sola familia unida a todos los pueblos de la'tiérra.
En gral1 parte, gracias a Maeztu, América empieza a comprender el espíritu misionero de la Hispanidad. Si I;spaña da el ejemplo, diremos con palabras del nicara. güense Pablo Antonio Cuadra "será fácil entonces recitar la $illutacién del optimista de Rubén Daría II uballo so· bre el lomo de los Andes".
protestante. Cuando nace en Inglaterra una campaña de reacci6n favorable a nuestra historia, la presiden pensa. dores cat6licos, como cat6lico es también el norteameri. can? Walsh reivindicador de las ~Iorias de España. Esto seran lo.s mismos que intentarán deshacerlos cuentos do miedo inventados por el supuesto oscurantismo medievel é.poca en que el catolicismo daba sentido a toda la organl:
x~ci6n de la sociedad y del Estildo. Macaulay, Carlyle Glbbon, Motley, Trevelyan y Tout han difundido, con sus páginas mendaces, que la fe destruye lá c!lltura y que la lux renació con el Renacimiento y la Reforma. Cuando hablan de los oscuros años de la Edad Media -comenta con fino humorismo Maitland- "debe ser, sin duda, por. que están a oscuras en lo que a ellá se refiere".
Hay que establecer; pues, la ecuaci6n Hispanidad. Catolicismo.
El sentido de misión de Maextu habia de llenarse de grandeza exponiendo las razones de esa unidad que lIa· mamas hispánica. Si a las repúblicas hispanoamericanas se les ha llamado alguna vez con ironla los Estados desu· nidos del Sur en contraposición a 105 Estados Unidos del Norte, ello es por su constante crltica y negación de las dos fuentes históricas de la comunidad de los pueblos his. pánicos; a saber: la religión católica y el régimen monár· quiCo español. Maeztu demuestra hasta la saciedad que por prevalecer en el mundo las ideas de la Revoluci6n francesa cuando se forman las nacionalidades hispánicas de AmériCa, éstas fueron hijas de la Revolución francesa El ,propio Simón Bolívar, al fin de su vida, desengañado, dijo: "Los que hemos trabajado por la Revolución, hemos arado en el mar".
La salvación de España como la de hispanoamérica, está en recuperar el ser de la Hispanidad. En otros paí. ses -decía Maeztu- ha surgido el liberalismo y la Re· volución, o para remedio de sus faltas o para casti90 de sus pecados. En España eran innece,arios. La que nos hacía falta era desarrollar, adaptar y aplicar los principios mórales de nuestros teólogos y juristas a las mudanxas de los tiempos. Así, la obra de España, lejos de ser ruinas y polvo, es una fábrica a medio hacer, o una flecha carda a mitad del camino que espera el brazo que la recoja y lance al blanco, o una sinfonía interrumpida que está pi. diendo músicos que sepan continuarla".
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