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EN EL CONCEPTO VITAL
DE LA HISPANIDAD
Tengo la plena seguridad de que, por encima de cualesquiera divergencia intelectuales, todos coincidimos en el justo orgullo de pertenecer a la Ra:z:a del E$píritu fundada por España en lodas las latitudes de la tierra por encima de las contingencias biológicas y somáticas que han servido a otras naciones para fundar ~us imperios co– lonialistas, cuyos insalvables abismos étnicos, sociales y culturales alejan a la Humanidad del supremo ideal cris– tiano de hermandad universal.
Nunca he comprendido que la Hispanidad así con– cebida como una noble y amplia hispanofiliación se pue– da plantear como tema polémico, y mucho menos entre gentes que por los cuatro costados de su personalidad ostentan el sello inconfundible de esta estir,pe étnica y espiritual. • Ni las leyes civiles ni las de la Historia contemplan un procedimiento para la desafíliación de los individuos
y de los pueblos, ni las leyes penales aceptan declara– ción de los hijos contra sus plogenitores ¿Cómo enton– ces renegar de la maternidad de España y convertirnos en sus públicos detractores?
Por otro lado la retórica de la Hispanidad tiene su límite y su sentido en la verdad, auténtica y vitalidad his– tóricas.
"F.n Espilña no se da el caso de un arle que se man– tenga puramente en la esfera propia del Arle, en la esfe· rOl de la figura y de la belleza Incluso el retórico más exagerado y el literato más preciosista muestran siemple una gran vitalidad que da un nuevo carácter a los ele– mentos formales de su arte".
Estas palabras de Karl Vosslel, el ilustre hisllanista alemán, han venido a mi memoria con motivo de la cele– bración del 12 de Octubre y anfe el temor a ese retori– cismo que gastamos anualmente los hispánicos de todas las lafitudes en la conmemoración de la fecha del des· cubrinliento de América consagrada como día de la raza o día de la Hispanidad. Y es que yo he sido uno de 105
que han criticado más duramente la retórica de la His– panidad. "La Hispanidild -escribí en uno de mis Ii·
bros más polémicos- no está en quiebra pero está en retórica y si sigue allí terminará por estar en quiebra".... Las frases de Vossler al reconocer un hondo sentido vital a nuestra retórica hispánica no contradicen -sin embargo- las afirmaciones l11ías dirigidas no contra es– ta retórica en sí sino contra cierta retórica de la Hispa– nidad que resulta excesiva en la medida de su limitación conceptual y de la carencia de la acción y ,pasión au– ténticas que deben acompañarla.
El mismo Vossler en una obra póstuma e inconclusa tlespués de señalar la grandeza del éxito de la fé me-
.IUI.IO YCAZA TIGERINO
dioeval que trajo a América a los conquistadores y mi– sioneros españoies, aunque eSa fé ya no estaba de acuer– do con la época en el siglo del Renacimiento, se pre– gunta: "Por lo tanto ¿por qué la mística neohispánica del 12 de Octubre no habría de obtener amplia recompensa? ¿Por qué el concepto elel honor y del ideal caballeresco no habrían de triunfar de las milquinaciones ocasionales de los hombres de hoy dominados por la técnica?" Estas consideraciones de Vossler son alentadoras por cuanto reconocen un sentido histórico y un vital signifi– cado a esta idea de la hispanidad o comunidad espiritual e histórica del mundo hispánico simbolizada en la techa del 12 de Octubre. Pero es necesario añadir que fal sentido histórico y tal significado vital no se agotan en el triunfo del concepto del honor y del ideal caballeresco sobre las maquinaciones del hombre dominado por la técnica y que este concepto y este ideal deben actualizar. se continuamente para que tengan efectivamente un sen– tido histórico y un vital significado.
Es, pues, un deber nuestro profundizilr nuestra re– tórica y actualizar nuestros ideales. No seguir alimentan– do nuestro pensamiento y nuestro sentimiento de la His– panidad con la sola memoria de una fecha y de un pasado que carecerían de significado si no tuvieran suficiente sus– tancia histórica para nutrir una auténtica Tradición, esto es para proyectarse en el presente y en e.1 futuro con fuerza de recreación y de fr¡msformación social, polftica
y cultural.
Porque cuando se habla de Tradición no se con· cibe, no debe concebirse, una estatificación de la Histo– ria y la congelación de su dinamia. La Tradición es principio viviente y actuante, es movimiento regulado por determinaciones ontológicas, por necesidades intrínsecas del ser histórico.
Los escolásticos definen el movimiento como el ac– fa del ser en potencia en cuanto está en potencia. Una vez que nos hemos desplazado de un punto a otro puno to seguimos estando en capacidad, en potencia, para actuar, para realizar un nuevo desplazamiento. 5610 en la medida en que conservamos esta potencialidad, es que existe el movimiento. Si después de realizar el acto de desplazarnos de un punto a otro IIOS quedamos paraliza– dos, estáticos, imposibilitados da actuar; si después de un primer acto dejamos de estar en potencia para un nuevo acto, ya no hay movimiento.
Pues bien, la Tradición es un principio en movimien– to. Supone estar siempre en potencia para actuar histó– ricamente, y la Historia C0l110 movimiento es una suce– sión de actos, de manera que todo acto histórico supone "na cadena de actos anteriores que en cierta manera y
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