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hasta cierto punto lo determinan originalmente, y otra cadena de actos ,posteriores que han de originarse y de– terminarse por él y a través de él. El movimiento se de– sarrolla en el tiempo. la vida del hombre y su Histo· ria son temporales. Las tres condiciones o posiciones del ser en movimiento, del hombre en su vida y de los pue· bias en la Hi-storia: "potencia," "ado", "potencia';, ca· responden a las tres dimensiones del tiempo: "pasado", "presente" y "futuro". El presente que es la Historia actual, la Historia en acto, se da como resultado de la potencia del ,pasado. Pero esta polen!:ia no la hemos perdido, vive en el presente a través del acto, a través de nuestra actuación, y va a determinar el acto siguien· t!l, que hace que la vida y la Historia no se agoten en un momento sino que continúen en actos y momentos su– cesivos, en sucesivas generaciones, esta potencia que ha· ce posible la Historia y la Cultura, es lo que llamamos Tradición.

y esta potencia es una y por lo tanto produce la uni– dad y la universalidad en el tiempo. La nación se de· fine así como la unidad de las generacicmes e,.. el tiempo; unidad de Historia, de sangre y de Cultura, unidad !In la tradición y por la tradición. Y un gran polltico español definió hermosamente la Patria como "unldad de des– tino en lo universal". la Patria existe en la TradicjQn y por la Tradición que es unidad en el tiempo. La Pa· tria es Tradición y la Cultura es Tradición.

Pero todo esto no se inte~prete, insisto en ello y lo subrayo, como un tradicionalismo estático y reacciohario en el peor sentido de esta palabra, negador de todo di– namismo histórico, sino como una afirmación fundamen– tal de historicidad y de Civilización, como afirmación de una necesidad ontológica del hombre y de la sodedad sin la cual la Historia -y la Cultura, la Patria y la Nación no podrían darse, serían conceptos vacíos, carentes de sentido y de continuidad. .

En estas afirmaciones está implicada toda una con· cepción de la Historia, de la vida y de la Cultura, de la cual depende la existencia y supervivencia del hombre mismo v de su civilización, porque como dice Jaspers: "No somos hombres por virtud de la herencia sino tan sólo por la substancia de una tradición".

Frente a este concepto de la unidad, permanencia y trascendencia de lo histórico, frente a esta concepción del hombre como ser ligado a su circunstancia de es,pa. cio y tiempo hist6rico que lo ata y lo limita y de la cual solo puede trascender en cuanto está religado con Qios, se halla la teoría (porque no pasa de ser una teoría con· tradicha por la realidad) de los que conciben al hombre como un ser ahist6rico, libre por sí mismo, capaz de destruir y edificar en cualquier momento su propio mun· do y su propia circunstancia, la teoría do los que conciben la Historia como sucesi6n de épocas antag6nicas aisladas por ras grandes revoluciones.

Esta teoría Iibero·marxista de la Revolución, hija del racionalismo imperante en los últimos tres siglos de la Historia Moderna, hace tabla rasa del pasado ,para tratar de construir un mundo entero nuevo. Para esta Revo· lución la Historia nace con ella. "La Revolución France· sa -como observa el Profesor boliviano Jorge Sile~ Sao Iinas- establece un nuevo calendario cuyas fechas em– piezan a contarse a partir del orto mismo de la Revolu– ci6n, y los usufructuarios de la Revolución Hispanoameri-

cana de la Independencia consideran que las Historias Na· cionales empiezan de súbito y como por generación es. pontánea hacia el año 1810, año inicial de los levanta. mientas contra España. Los tres siglos de Historia ante· rior se borran de una plumada".

La libertad es concebida así co,"o el desarraigamiento del hombre de todo suelo histórico, de tCldo orden y tra· dici6n familiar y nacional. Del Código de Napole6n de· cía Renán que "parece hecho para un ciudadano ideal que naciera niño expósito y muriera solterón". Del mismo modo en el orden nacional los pueblos y las patrias 501'1

concebidas como recien nacidos sin ,padres, sin genealo. gía, sin Historia, sin Tradición. Por este camino la Revo· lución, llevada al extremo con el Comunismo, ha llegado por un lado a la negación de la Patria y por otro lacio a la negatión de la Cultura.

la característica, pues, de esta Revolución negadora de la Tradición es como señala el mismo escrilor poli. viano la pérdida de la conciencia histórica, la ausencIa de sentido histórico. Es por obra de esta Revolución y en nombre de esta Revolución que se abjura de lo hispáni· ca en cuanto genealogía, en cuanto casta y tradición. Porque se concibe la libertad del hombre "en cuanto de– be su existencia a sí mismo", para usar una frase de Marx en sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Es decir que se concibe la libertad del hombre y la libertad de los pueblos como una ruptura con Dios, con la Historia y con la Tradición, como un rompimiento con su estirpe, como un descastamiento biológico y espiritual. Gravísimo error que no han conducido a los pueblos históricamente por el camino de la libertad sino ,por el atajo doloroso de la servidumbre económica y de la esclavitud política del individuo al Estado, a la clase, a la masa o al Partido. Vale la pena subrayar entonces la necesidad que tie· nen nuestros pueblos de recuperar su conciencia histórica

y que tal es el significado vital de la Hispanidad cuyos va· lores encarnan la auténtica tradici6n de nuestra naciona· Iidad. Vale la pena descubrir y señala.' este vilal signi. ficado de la Hispanidad y su profundo sentido histórico en la obra de uno de los más excelsos poetas hispanoame· ricanos, nuestro inmortal Rubén Daría, que como ningún otro supo encarnar el auténtico espíritu de la Tradición como movimiento transformador y vitalizador del Arle, de la Historia y de la Cultura.

Tarea ésta, desde luego, que exige un largo y dete· nido empeño, pero que procuraré enmarcar dentro de los Iímites de este trabajo, señalando en una síntesis al vue· lo, a través de la obra de Rubén, la vigencia de la His· panidad en tres aspectos o desarrollos fundamentales "como actitud vital humana", "como sentido y expresión artísticos" y "como concepción hist6rica y política", as· pectos o desarrollos que corresponden a la triple condición con que se integra la personalidad del poeta: su condición de hombre en sí, su condición de artista creador de $:ul– tura y su condición de intérprete de su comunidad histó· rica y social que lo convierte en vate, esto es en guía y en profeta de su nación y de su raza.

En el hombre Rubén la hispanidad es realidad vital de mestizaje biológico y espiritual. Sin esta meztización indohispana no puede concebirse la ,poesía de Rubén, ni puede concebirse y existir la hispanidad de que esta poe· sra es una de las más altas expresiones.

A través de su sangre españoli Rubén siente como

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