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« Previous Page Table of Contents Next Page »ciencias naturales, sIno que Bias polltleas y socIales. ¿Cómo, entonces, iban a progresar estos pueblos? El resultado de esta aberración metodológica que aún persiste en algunos casos, colocó a la Universidad y a la sociedad a
la que pertenecía, al margen de la vida, ajena al ruido de la calle, mientras que en Europa todas se hallaban ya al acecho de los secretos de la Natulaleza, auscultando sus fenómenos y sorprendiéndose de cómo, el hombre hubiera podido permanecer por tantos siglos con los ojos cerrados a la razón después que los griegos ia habían conquistado desde hacía dos mil años.
Esta miopía universitaria contribuy6 a gravar los fenómenos sociales de nuestra Hispanoamérica que se carácterizan por la existencia de una clase social egoísta y mal preparada medrando sobre inmensas masas de po– blación, reteniendo la riqueza que todos producfan, uti– lizando los ejércitos y hasta la Iglesia para mantenerse y ereando otros tantos obstáculos para impedir la realiza– ci6n de la justicia social y el desarrollo cultural, político y económico.
La Universidad nicaragüense desde su fundación hasta la autonomía
La Universidad nicaragüense es hija legítima de la carolingia guátemalense. Sus antecedentes se remontan al antiguo Seminario Conciliar de San Ramón. Colegio tri– dentino, por sujetarse a las reglas del Concilio de Trento. Este Colegio fUe fundado en león en el año de 1670 y
servía' como de preparación para il- a buscar la licencia· tura a Guatemala, única autorizada para otorgar por en– tonces grados académicos.. Las cátedras de Gramática y Moral fueron instituidas en la época de Carlos 11, el He– chicero, último rey de la dinastía de los Austria en tuyas manos ineptas se desmoronó tasi de golpe el gran imperio hispánico por causas que todavía no se han explicado del todo pero que, una de ellas, muy valedera, puede ser la del anacronismo en la enseñanza en todos sus reinos y el mantenimiento de una élite ignorante e intransigente (ya que no había otra) a la tabeza de las instituciones del vasto Imperio.
Posteriormente se fundaron las cátedras de Latín, Teologíll, Filosofía, Leyes, Sagrados Cánones, Aritmética, AIgebra, Geomeh'ía, Física, Medicina y Cirugía. Por su– puesto que la metodología era la misma, esto es, la dis– cusión con premisas consideradas como no he¡'~ticas y sacadas de antiguos textos ya destilados por los funcio– narios de la Inquisici6n, cuya ignorancia dentífica era conmovedora.
Ya ~n 1806 se facultó al Seminario Conciliar a ex– pedir grados menores y en 1812, las Cortes de Cádiz emitieron el Decreto creador de Ii! Universidad de Le6n. Como se ve, se nacía bajo ideas republicanas inspiradas, a.unque debilmente, en la Revolucl6n francesa, tOmO que-: riendo romper la costra impenetrable que rQdeaba el acontecer hispanoamericano.
Durante la época de la Independencia, la Universidad
f~~cionaba a todo ritmo y así sigui6 en medio de lis d.lflcultades de la política y de las revueltas, pero tratando siempre de tumplir con su misión de formadora de hom·
br~s. Muchos' de ellos contribuyeron decisivamente a consolidar las instituciones republicanas de 105 otros países hermanos como en Honduras y Costa Rica. Y
i cosa rara,
los grandes repúblicos costarricenses balbucejndo aqlll las primeras letras de teoría democrática supieron fort.lecer el respeto cívico, el ordenamiento político y el elevado pa– triotismo que ha caracterizado a aquel país, mientras que muchos de 105 nuestros contribuían a mantenerse y a utilizarse de la turbulencia de esos años; de lo cual aún no nos hemos repuesto. '
Ya iniciada la época de 105 Treinta Años la Universi· dad fue clausurada y tonfiscados sus bienes (1869) pero como al mismo tiempl;l se le había dado una gran im– portancia a la éducati6n pública, se pl.ldo palpClr la forma– ción de cierta tonciencia por el saber ciel'!tífico y por el disfrute de la libertad de pensamiento, que fructifitó gra– cias a las grandes realizadones liberales del presidente conservador Joaquín lavala cuyo período (1879-1883) se caraderiz6 por la treación de escuelas y otras obras púo blicas.
Las ideas liberales de lavala, puestas en práctica, le atarrearon no pocas dificultades como la expulsi6n de los jesuitas y la oposición del clero. Así ocurrió en la inaugurati6n del Instituto de Ocidente, en León, en mar. zo de 1881, cuando el profesor polaco José Leonard dijo un discurso en el cual trazaba 105 lineamientos filosóficos de la enseñan~a científica. Sus palabras causaron escán– dalo: se le acusó de hereje y se le expulsó del país. Lo que este hombre dijo es la regla de oro de toda ense– ñanza. He aquí sus palabras: "El fundamento de la educación en este tolegio será el libre pensamiento, la libertad de tontienda, con lo que ha de hacérsele guerra abierta a preocupationes y sistemas que obligan a la razón a aceptar como verdad aquello que no alcanza......". No son más que las mismas recomendaciones de Destartes en su "Discurso del Método" o, si se quiere, de Sócrates en 105 Djálogos de Platón.
En el año de 1887 el presidente Evaristo Carazo rea– bre oficialmente la Universidad. Ya se sienten los aires revolucionarios del año 1893 y por ellos no se advierte el peligro de la dictadura del Gral. lelayi que ha de echar a perder las ilusiones cívicas de áquellos soñadores. Y viene o que ha de venir: las revueltas, la intervención, el inútil heroísmo del pueblo, y, siempre lá dictadura y el militarismo. Por entonces la Universidad está dividida en Facultades dispersas en Granada, Managua y León. Su objetivo ya ni siquiera es la salvación del alma pará la vida eterna, sino el profesionalismo. Se destonote to· talmente el papel que ha de juzgar la Universidad en la formación de los cuadros de la vida nacional. Los polí– ticos que usufructuaron en sus aulas los flamantes títulos de doc,or, se olvidan de ella. Ni siquiera saben para qué sirve. Y así se carece de científicos, de investigadores, de profesores, de técnic:os y hasta de esa élite que, mal que bien, se formó para ,1 gobierno de la Colonia. Y mientras comienza el despertar universitario en la Amé– rica Latina con el grito de Córdoba de 1918 y se derrama sangre estudiantil en México reclamando la autonomía universitaria, y se propaga la exigencia para que la po– lítica militante saque las manos de la Universidad, llega– mos al año de 1958 ton el que, se logra para la Uni· versidad nicaragüense esa Autonomía por Decreto Ejecu– tivo, aunque así sea. Ya era tiempo. Eramos, con la República Dominicana, Haití y Paraguay, los últimos de América. Ya era tiempo en verdad, aun cuando esa autonomía se halle, aún, prendida de un hilo sutil.
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