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este siniestro desarrollo de los acontecimientos. Cada paso parece consecuencia inevitable del que le ha pre· cedido, y al final del camino se perfila en forma cada vez más clara el espectro de la aniquilación total" (4). Señalamos en otra ocasión, que tres son las cuestio· nes de las cuales depende la paz del mundo y el porve– nir de la Humanidad; el desarme, la suspensión de las pruebas nucleares y la cooperación pacífica en el espa– cio exterior. Tres problemas íntimamente ligados y que se influyen redprocamente, que pueden ser considerados como el centro neurálgico alrededor del cual gira la polí– tica internacional de los tiempos presentes (5).

El Teniente General James M. Gavin -autor de "GUE– RRA Y PAZ EN LA ERA DEL ESPACIO"- hace notar al es– tudiar las perspectivas técnico·militares ante la amenaza de una Tercera Guerra Mundial, que la guerra general en la era de los proyectiles balísticos intercontinentales de· berá constituir una conflagración que abarque la Tierra entera como teatro táctico. Hasta el presente -afirma– las guerras han llegado a ser continentales. Pero el al· cance de los vehlculos de reconocimiento y de las armas

y la capacidad del hombre para usarlas en cualquier punto del mundo nos obligará por primera vez a una guerra terráquea (6).

No podríamos dejar de mencionar -antes de cerrar estas líneas dedicadas al panorama del mundo contempo– ráneo a la "nueva tecnología", calificada por muchos de "segunda revolución industrial"-, esa depurada técnica de nuestro tiempo, de la obra electrónica y nuclear, que según demuestra Friedrich Pollock en su documentado li· bro "LA AUTOMACION, SUS CONSECUENCIAS ECONO– MICAS" crea enormes posibilidades, pero plantea también formidables problemas (7).

liLa Universidad -decía Karl Jaspers- tiene la mi– sión de buscar la verdad en la comunidad de investigado– res y discípulos. Es una corporación con autonomía, ya sea que deba los medios de su existencia a fundaciones, a patrimonio antiguo o al Estado; ya sea que haya obte– nido su pública autorización por medio de bulas papales, de imperiales actas de fundacián o de actos de los Estados federados. Bajo todas estas condiciones puede realizar independientemente su propia vida, ya porque los funda– dores de la Universidad así lo quieren, o en tanto la tole– ran. Su vida propia, cuya libertad autoriza el Estado, es– tá originada en la idea imperecedera, una idea suprana– cional y universal como la de la Iglesia. Ella reivindica,

y a ella le es concedida, la libertad de enseñanza. Quie. re decir que debe enseñar la verdad independientemente de deseos y consignas que pretendieron limitarla desde dentro o desde fuera" (8).

y añadia a renglón seguido en su notable trabajo sobre "LA IDEA DE LA UNIVERSIDAD": "La Universidad es una escuela pero escuela única en su género. En ella no sólo se debe enseñar: el alumno debe participar en la Investigación y llegar así a una formación científica deci– siva para su vida. De acuerdo con la idea, los alumnos Son pensadores independientes, autorresponsables, que si– guen con espíritu crítico a su maestro. Pos'een la liber– tad de aprender".

y es a esa "libertad de aprender" a la que queremos

referirnos en especial en esta parte de n\Jestro estudio, porque esa libertad está encuadrada dentro de una li– bertad mayor que se ve amenazada -como lo señalamos al comienzo- por el espectro del totalitarismo.

La diferencia fundamental entre democracia y tota· Iitarismo consiste, según Malinovski, en que la democra– cia nos proporciona todos 105 medios de afrontar cualquier amenaza seria a la libertad. El totalitarismo niega a la libertad y ubica a la fuerza como única inspiracián efedi– va de la conducta humana. Si se deja que continúe el totalitarismo, en su doble dimensión de Fuerza militar y

doctrina de brutalidad, el fin de la civilización es inevita· ble. Sólo una organización mulldial para el orden y la paz puede salvarnos, como también la fe fuerte y viva en nuestros ideales de democracia, en la igualdad de todas las naciones y razas, y en la convicción de que el hombre está en un mundo para producir y crear y no para des. truir y matar. Esta fe debe desempeñar en nuestro siste· ma el mismo papel que el tosco misticismo de las comedias de magia en los sistemas totalitarios. Si esta fe está muerta todo ha terminado en el mundo que hemos amado

y apreciado, en el mundo en que podemos vivir y traba. jar por el progreso de la civilización. Pero estoy profun– damente convencido de que nuestra fe -concluye Ma. linovslci-, impregnada de ciencia y religión, de ética de la ciudadanía libre y de independencia del juicio moral e intelectual, sigue viva aún. La indicación científica de la libertad intentada en este análisis, vindica a todas nues– tras preferencia personales, ya que muestra en frío y de– sapasionado análisis, qU!t nuestro régimen democrático es un sólido mecanismo de progreso, mientras que el tota– litarismo matará inevitablemente, no sólo a la libertad, sino también al don que éste le ha hecho a la humanidad: la cultura (9).

y es por la supervivencia de esa cultura seriamente amenazada en nuestra época de "Humanismo y Terror"

(10), que se alza la bandera de la Universidad Centroame– ricana. Ya ha pasado la época de vacilaci6n frente a cualquier forma de totalitarismo. La libertad de enseñar y aprender debe reconocerse indubitablemente como prin– cipio SINE QUA NON de la democracia en nuestro mundo Occidental.

En Nicaragua -para ser más concretos- la nueva Universidad ha venido a despertar las conciencias a la realidad cultural de nuestra circunstancia histórica. Una vez más se ha puesto en evidencia 105 beneficios de "la libertad de enseñanza y aprendizaje frente a los monopo– lios del intelecto.

La Universidad Centroamericana es, ante todo, una escuela de hombres libres. Sus directivos piensan -co· mo el insigne educador y hombre de ciencia Fray Agustin GamelJi, Rector de la Universidad Católica de MiJán–

que la misi6n de la Universidad no puede ser únicamen· te, o una pura formación técnica de la juventud o una pa· lestra de investigaciones capaces de satisfacer la incorre– gible curiosidad por lo verdadero, propias del espíritu humano, sino que debe ser preparaci6n de 105 j6venes para la vida (11).

Mas aún: "Y la vida no es s610 inteligencia, sino tamo bién voluntad; no 5610 pensamiento, sino también acción; no sólo dogmas, sino también moral. La fe se integra con las obras.

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