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DE LOS DIAS DEL COLEGIO

~aime ea~tieLLo

MAESTRO y GUIA DE JUVENTUDES

XAVlER ORTIZ MONASTERIO

Este plofesor "forma", porque comunica al alma de sus oyentes las dos cosas quc· forman (y no hay sino dos): Idcalcs y métodos

Al salir de México en tiempo de Carranu, un grupo de los jesuítas desterrados habla partido hacia el sur en busca de asilo. Guatemala, convulsionada de anticleri– calismo, no podía ofrecérselo. En cambio, El Salvador y Nicaragua vieron en 105 religiosos expatriados una ayuda providencial para sus problemas de educación y les brin– daron todas las facilidades para la fundación de colegios. Así empezó su vida el colegio Centro América.

Jaime, como cualquier otro de 105 mexicanos que hacían sus estudios en el extranjero, hubiera venido en· cantado a su patria a jugarse la vida; pero habría sido un sacrificio inútil, porque entonces sólo el que ya era sa– cerdote valía para algo en México. Y, pese a las leyen– das que corren de que los jesuítas durante el noviciado barren las escaleras de abajo hada arriba para acostum– brarse a obedecer sin calcular 101 utilidad o inutilidad de su sacrificio, hay que conceder que tienen por lo menos el sentido común para no sacrificarse cuan~o nadie va a sacar ningún fruto de ello.

Excluído, pues, México, como campo de trabajo para los años de magisterio, Jaime fue destinado al coh~gio

Centro América, en Nicaragua.

Jaime Castiello llegó a Nicaragua en julio de 1925, repleto de planes e ilusiones. Ya que no le era dado venir a su patria, por lo menos tenía el consuelo de pisar tierra de América y gastarse trabajando con muchachos latino· americanos.

Un colegio es una máquina tragahombres un tanto cuanto inmisericorde. Y un "maestrillo" -ése es el nom– bre, quizá no demasiado pomposo, que reciben en la Com– pañía 105 estudiantes durante su magisterio- una víctima de buena voluntad, dispuesta a todo lo que se ofrezca. Lo que se ofreció para Jaime fue la prefectura de 105 in· ternos de la· primera división, o sea 105 mayores, y las dases de literatura e inglés. Al menos las cosas se ha– bían acomodado bastante a sus aficiones. Tendría un buen puñado de muchal:ho$ junto a sí a todas horas para hacerles el bien, y el tipo de clases que él mismo hubiera escogido si hubiera tenido oportunidad. Es muy posible también que los superiores se hayan informado con él o con otros de sus gustos y aptitudes, porque eso es general– mente una garantla de efectividad. Si en el noviciado sería una tontería barrer las escaleras de abajo para arriba, en un colegio sería sencillamente locura.

No mucho tiempo después de su llegada, resumía, así Jaime sus impresiones: "El paisaje es de lo más bello que he visto en mi vida: dos lagos iJ;mensos; nuestro colegio entre tres volcanes: Santiago, Ometepe y Momotombo. No lejos otro volcán, el Cosigüina. Todos en actividad.

- 2,7..".