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en cuanto su civilización deriva de la europea- p,esente n Interés particular. Efectivamente, ha sido en Europa :n donde se ha real.lz~do este gran. ca~bio de la vida hu· mana que es el naCimiento de la CienCia moderna. Y, so– bre todo en mi pals, son ya visibles; aunque no comple. tamente algunas consecuencias de la ciencia, esto es. la realizaci6n, en mtldida totalmente nueva, de las aspira. ciones flsicas del hombre. También en otras partes del mundo estiln llegando a esto, pero nosotros nos hallamos más próximos.

Tratando sobre estos temas, espero modestamente conseguir ofrecer materia p¡¡ra futuras discusiones. No puedo compartir el punto de vista según el cual la cien– cia y la cultura son. c~nsustan.ciales, es decir, la mism~ .c,o. sa con nombres distintos; ni puedo aprobar la oplnlon según la cual la ciencia es una ~osa útil, pero sustancial-mente privada de relaciones con la cultura. .

Creó que vivimos en una época que tiene pocos pre– cedentes históricos, que existen problemas prácticos, problemas relativos a las instituciones humanas y a su desuetud e insuficiencia, problemas de la mente y del es– píritu los cuales, aunque si no más diflciles que los del pasado, son sin embargo distintos y más arduos; creo que se presentan problemas nuevos, además de muchos nue· vos conocimientos y muchas veces esperanzas. Para po– der iniciar un coloquio, debo por lo tanto poner algunas preguntas y hacer de cuando en cuando alguna afirma· ción. Será quizás oportuno que haga un resumen de lo quo son estas preguntas. la primera de ellas se refiere a los motivos por los cuales la revolución científica se dió en el momento en que se dió; la segunda se refiere al caracterlstico desarrollo de las ciencias; la ,ercera a su caracterlstica estructura interna; la cuarta a la relación existente entre los descubrimientos científicos y las ideas generales del hombre en cuestiones que no se relacionan directamente con las ciencias; la quinta se refiere a la liber– tad y a la necesidad en las ciencias y al próbléma del·ca– ráder creativo y abierto de la ciencia o, si se prefiere, de su infinidad; la última se refiere a nuestro modo de obrar para que nuestra vid. cultural se vuelva coherente y ordenada, para convencer a los intelectuales, artistas, filósofos, hombres de ciencia, pollticos, a aduar en la foro ma más oportuna para contribuir a modernizar nuestras instituciones, que deben ser modificadas si queremos so· brevivir.

¿Por qué la revolución científica se produjo cuando se produjo? No es fácil responder a esta pregunta. CA· menzó -y creo que en esto todos los historiadores se

h~lIará" de acuerdo- en las postrimerías de la Edad me· dla y en los primeros años del Renacimie!'lto. Los prime. ros pasos fueron muy lentos.

Todas las grandes civilizaciones han participado en

m~yor o menor medida a esta revoluci6n; todas han po– seldo ese sentimiento de curiosidad, de reflexión, de contemplaCión. "El conocimiento de las causas de las co· sas" 1 . es a go que los hombres seriqs han deseado siempre e.n el marco de las investigaciones que las sociedades se. rlas ~an llevado a cabo. Ninguna gran civilización ha careCido de genio inventivo. Particularmente cuando

~:~~amos e~ la civilización griega y en los sucesivos pe-s heléniCO y romano, nos preguntamos por qué la revolució . lf' . . n clent Ica no tuvo lugar entonces. Los gríegos

hicieron deicubrimie'ntos sin los cualé, nuSitreí rnu'ndo contemporáneo no seria lo· qU!t'tIS hoy: normas de rigOr; la idea,de la prueba, la idea de"a necesidad lógic., la idea de que una cosa implica necesariamente 'otra; sin estas ideas la ciencia no existiría; efectivamente; sin una estruc– tUI'a de inducción y necesidad muy rlgida,-no se tiene la posibilidad de descubrir el error cuando el resultado no es el esperado, esto es, no se tiene la posibilidad de co. rregirse. Pero los griegos lI~garon muy pronto a esto en su historia. Eran curiosos. Poseían esprritu inventivo. No realizaban experimentos en escala tan grande como nosotros hoy, pero hacían un gran número de ellos. Po– seían --y esto lo hemos apreciado sólo recientemente...– un alto grado de perfección. técnica y tecnológica. Eran capaces de crear instrumentos muy ingeniosps y compli– cados. No escribieron mucho a próppsito de todo elló~

Creo que quids los griegos no haYan llevado. a ,cabo la revoluci6n científica precisamente a causa de algún de¡. fecto de "comunicación" .que, por cuanto sabemos hoy, no dejaba de ser buena. Formaban una peq\leña socie. dad, hablaban libremente unos con otros Y lo que ha,lle. gado hasta nosotros de sus conversaciones .constit..,ye, too davía hoy, una lectura estimulante. Es también posible que el número de personas interesadas no fuese lo sufi. cientemente grande.

Puede ser que ninguna de estas rl!spuestas sea la exacta. Efectivamente, cuando se trata de un advenimintO histórico, no se puede indicar una única causa precisamente porqiJe el advenimiento mismo ha sido único; no se tiene la posibilidad de verificar si la hipótesis era exacta. Creo que la suposición mejor es la de que falt6algo; algo que tampoco tuvo la civilixación china, que ~a1t6 'completa– mente en la hindú así como en la civilización greco-roma· na-mediterránea. Se nesesitaba una idea 'de progreso, no limitado a una mejor comprensi6n, ya que esta idea la poseían también los griegos. Se necesitaba una idea de progreso más ligada a la condición humana y que se halla bien señalada por la segunda mitad de la famosa dicotomia cristiana: fe Y obras; la noci6n de que el mejoramiento de la condición humana, la educación del hombre tlenén un significado y de que todos nosotros tenemos una respon· sabilidad, un deber, tanto en este sentido coíno frente al hombre.

Creo que fue cuando esta idea funda",entil de la condición del hombre, que integra los otros aspectos te· rrenos de la religión, fue fortaléélda·y hecha fecunda con el redes~ubrimiento del mundo antiguo, de los sabios, de los filósofos, de los matemáticos griegos, que comenza– ron los pródromos de la era de la ciencia. 'Esto ocurría en· tre los siglos XIII y XV. Al principio el progreso fue muy lento, caracterizada por la apariCión de pocos genios aii– lados, como Keplero y N,ewton. En el siglo XVII, el hú– mero de estudiosos que contribuían a mejorar' los 'cónóci· mientos humanos o los conocimientos útiles era ya lo suficientemente grande; lis formas de expresión -vá·

riaban según los países, por lo· cual fueron fundadas diversas sociedades, como la Royal Society y otras muo chas, donde los estudiosos podlan conversar entre si Y crear ese elemento indispensable para el perfecciona. miento de la ciencia que consiste en la' colaboración, en la comunieación, en corregir. 10$· 'erro'fes de los colegas y en admirar la habilidad ajená, en dar vida, en fin, a las primeras comunicaciones verdaderamente éientlficas. Ss-

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