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« Previous Page Table of Contents Next Page »1I d más inteligente, de modo que allrenda todo lo ta a a, . f ••• d t' 'd d cesita para el per ecto eJercIcIo e su ac IVI . a ; en que ne 'l' . ." a so el campo no sera muy amp 10 y sus conOClmlen-este c '1 íf' di' . referirán so o a un sector espec ICO e a CienCia, tos se . , , , f d I t O en compensaclon seran mas pro un os y comp eos. pero d· • d'
b . podrá elegir el segun o caminO, es eClr, conocer len f' . I h· I t' 'ricamente super ICla mente muc as cosas re a Ivas a gene I .' .
cuantas novedades. ofrece a, cle~cla, pe~o. sm .una comp~'
tencia específica, Sin maestrla, sm dominiO, sm profund•• La razón por la que hacemos resaltar este hecho se
~arbe a que los valores culturales de la vida de la ciencia :siden casi todos en esa visión profunda de las cosas; es :n ella en donde las duras lecciones, las verdaderas alter· nativas los grandes descubrimientos, las grandes desilu· siones ' las nuevas técnicas, se hallan vivas; claras y deta. liadas: y no en la genérica descripción del progres~ de la ciencia del tipo de la que puede leerse en una enclc!ope.
d~. •
Puestas las cosas en estos términos, está claro que la ciencia no puede ser simple. No puede suceder que cada cosa se halle unida a todas las demás con la misma intensidad, o mediante un único flujo de c()nocimientos crecientes. Todas las ciencias nacen del sentido común. Son fruto de la curiosidad, de la observación y de la re· flexión; se comienza perfeccionan'do las observaciones y
las palabras y explorando y empujando las cosas un poco más allá del punto en que se h!!.lIan en la vida normal. Y esta novedad nos reserva algunas sorpresas; se modifica el propio lenguaje para poder adaptarlo a las mismas, ya que el viejo acaba por ser tan incómodo e inapropiado que se hace evidente la necesidad de un gran cambio, y de esta forma se modifica el lenguaje en\pleado para aquel determinado sector de la ciencia.
Mientras dura este proceso se sigue la norma de de· cir tcido lo que se ha hecho, todo lo que se ha descubier· to, esperando pacientemente para ver si otros han descu– bierto las mismas cosas y tratando al propio tiempo de reducir la ambigüedad del lenguaje humano a fin de que no cree más divergencias. Nosotros vivimos de nuestra ambigüedad, no resolvemos los problemas que se nos plantean porque no creemos necesario hacerlo, imagina. mos más de una cosa a la vez porque la presencia de va· rias cosas en la mente puede ser fuente de belleza. Pero, también al hablar de temas científicos se puede ser ex· tremadamente ambiguos hasta que se llega al punto esen· cial de la cuestión; entonces le contamos a un colega lo que hemos hecho en términos para él comprensibles, ya que ha sido adiestrado para entenderlos, le decimos lo que hemos descubierto y cómo hemos conseguido descu. brirlo; si no nos entiende nos acercamos a él y tratamos de explicárselo mejor; si todavía no nos comprende, vol. vemos a casa y lo rehacemos todo de nuevo, Es así cómo se crea la estabilidad y la solidez de la ciencia. ¿Qué es, pues, lo que ocurre? Cuando se estudian las distintas par. tes de la naturaleza, se exploran con instrumentos diver. Sos objetos diversos; así se consigue hallar ramificaciones de lo que una vez había tenido un significado unívoco. Cada rama desarrolla nuevos instrumentos, nuevas ideas, nuevas palabras aptas para descubrir esa determinada par– te del mundo de la naturaleza. Esta estructura, semejan– te a Un árbol, que nace del tronco común de la común experiencia primordial del hombre, tiene r~mificaciones
qUe ya no se hallan relacionadas con 105 mismos proble.
mas, ni con las mismas palabras y ",enos aún con las mis– mas técnicas. La unidad de la ciencia, aparte de tener su origen común en la vida ordinaria del hombre, no es una unidad en el sentido de que una parte deriva de otra ni de que encuentr.. una identidad entre dos partes distin– tas, por ejemplo enre la genética y la topología, para ha– cer una comparación imposible en la que, sin embargo, alguna conexión existe.
La unidad consiste en dos cosas: ante todo y de ma– ner,! infinitamente sorprendente, en una falta de incohe– rencia. Podeis hablar de la vida en términos l:Ie objeto, de adaptación y de fundón; siendo dificil no /'Iablar ~sí;
sin embargo, en los seres vivienes no encontrareis enga– ño alguno, no encontrareis nada que vaya contra las leyes de la fisíca o de la química y que precisamente por eso mismo, no serán muy interesantes en relación a los gran– des problemas de los seres vivientes. Encontramos una coherencia integral. Cieramente, en este caso, debe– ría hablar, no de nuestras experiencias futuras, sino sola. mente de las pasadas. Entre las distintas disciplinas, si bien se hallen lejos unas de otras como la genética y la topología, podemos encontrar quids alguna dara rela– ción recíproca; se iluminan mutuamente, tienen algo en común. A menudo, en la ciencia, las cosas más importan– tes suceden cuando dos descubrimientos distintos, reali· zados de distinta forma, muestran poseer muchas cosas en común, hasta el punto de ser las bases de un descubri– miento todavía más importante.
La imagen no es la de una exposición ordenada de hechos en la que cada uno de ellos deriva de otra ni"
importante. Se trata más bien de la imagen de una cosa viva, de un árbol, o quizás de algo más importante: un árbol que se comporta de modci no habitual a los árboles, esto es, haciendo creer ocasionalmente sus ramas entrela– zadÍls en forma de red. Los conocimientos que aumentan de esta forma tan extraordinaria, son inevitablemente muy especializados. Dichos conocimientos son distintos para el físico, para el astrónomo, para el biólogo -exis– ten varias dases de biólogos-'- para el matemático, p;¡lra el químico. Existen conexiones; existe esa relación re· cíproca que tan importante es a menudo. Induso para impedir que los distintos sectores de nuestra disciplina vayan cada uno por su lado, o que dos colegas sepa.n ca– da una cosa distinta y no hablen entre sí, no conseguimos llegar enteramente a una completa identificación, a pesar de nuestra pasión por la unidad que es muy fuerte. Las tradiciones de la ciencia son tradiciones especializadas; su fuerza consiste en utilizar las palabras la maquinaria, los conceptos, las teorías adecuadas a sus disciplinas. Son estas tradiciones especializadas las que confieren un eme puje y un poder enormes a la experiencia científica. Es. ta es, además, una de las cosas que crea el gran problema de la enseñanza y de la explicación de las ciencias. Cuan· do llegamos a un resultado ~eneral eficaz, que ilumina una gran parte del mundo de la naturaleza, ello es una consecuencia del hecho de que abar~amos una inmensa cantidad de experiencias y precisamente entonces, en sus conceptos y en su terminología ésta aparece extremada– mente especializada, casi ininteligible, excepto pa!;! las
personas que han practicado en ese campo. Hoy las gran· des leyes de la física, que no IG describen todo, porgue si no los físicos nos encontraríamos sin trabajo, pero que describen casi todo lo que ha sido observado en las nor-
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