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males experiencias humanas con el mundo, físico, no pue· den ser formuladas en términos que puedan razonable– mente definirse sin una larga y esmerada instrucción; esto es verdad también para las otras disciplinas.

En estas especializaciones se encuentran por lo tan– to las comunidades de expertos de las varias ciencias. Estos expertos, trabajan en estrecha colaboración, se ca· nocen unos a otros en todas partes del mundo y saben las investigaciones que se están llevando a cabo; siempre férvidos, entusiastas, generalmente satisfechos cuando un miembro de la comunidad realiza un descubrimiento, a veces celosos, pero siempre en cordiales relaciones, casi como parientes, dentro de los limites en que la vida de la ciencia penetra en una comunidad. Por ejelllplo, creo que lo que ahora Jlamamos"psicología" acabará por dividirse en varias ciencias, que serán practicadas por dis– tintas y numerosas comunidades especializadas que traba· jarán en íntimo contacto; no obstante, cada miembro de esta comunidad tendrá, en su profesión y en su especia– lización, colegas más íntimos que vivirán su misma vida intelectual.

Estas comunidades, o si se prefiere, ostas corpora– ciones, representan una experiencia muy estimulante pa– ra quienes forman parte de ellas. A menudo se ha trata– do de imitarlas, de ver surgir algo parecido en otras ac– tividades humanas. La cosa más sencilla y

de la que se habla mucho, es la siguiente: si los físicos consiguen co– laborar en países de cultura distinta, en países de políti– cas distintas, en países de religiones distintas e induso en países políticamente hostiles. (no sería posible aplicar la, misma doctrina para unir todos los pueblos de la Tie· rra? Esta es sin duda una de las pocas cosas realizadas y que deberíamos realizar; sin embargo, se trata de un me· dio muy frágil y limitado para llevar la armonía al mundo Me ocuparé ahora brevemene de la generalización de és– ta que es una exigencia de nuestro tiempo. Un segundo punto consiste en que los paradigmas y los usos de 111

ciencia, como consecuencia de los expedientes de las uni– versidades, han sido también aplicados 9n cierta medida a otros campos, como por ejemplo a la filosofía o a las bell<ls artes: lo que llamamos "filosofía técnica" que es la filosofía como profesión, la filosofía para otros filósofos

y el arte para los artistas y eríticos. Para mí todo esto re–

presenta una interpretación equivocada, o más aún, una subversión de las verdaderas funciones de la filosoffa y

del arte, que deben ir dirigidas al problema humano en general, a todo el mundo, y no solamente a los especia– listas.

Concluyendo estos comentarios sobre la estructura y el desarrollo, podemos decir que nos hallamos frente a formidables problemas de comunicación, esto es, proble. mas referentes a la enseñanza a los cuales no podemos sustraernos. Tenemos ante nosotros una tarea inmensa que no acabará nunca: la de enseñar, en el verdadero sen– tido de la palabra, a todos los niveles.

A menudo se ha pensado que los grandes descubri. mientas de la ciencia. penetrándo en la vida de los hom– bres, influyan sobre su actitud en relación al pueslo que 'Ocupan en la vida, sóbre sus opiniones y sobre su filoso· fía; ciertamente, algo de verdad encierran estas palabras. Creo q'le los ejemplos mas indicativos son ante todo los

de Darwin. Sin embargo, el ejemplo de NeWlon 110 me parece muy apropiado; porque, si examinamos las cosas un poco más atentamente, podremos darnos cuenla de que Newlon mismo no era para nada neutonio en el sen. tido del Iluminismo, en el sentido de unir la fe en el pro. greso científico y en la razón humana con la fe en el pro. greso político y en la secularización de la vida humana. Por el contratrio, neutonianos serían sus sucesores.

Me parece que existen dos puntos importantes. An. te todo, los descubrimientos de la ciencia, si queremos que ejerzan una influencia benéfica sobre el pensamiento

y sobre la cultura del hombre, deben ser comprensibles. Probablemente, esto es verdad sólo para el primer perío. do de la ciencia, cuando ésta se ocupaba de cosas no de. masiado lejanas de la experiencia ordinaria. Algunos de los descubrimientos de este siglo caen bajo el nombre ele relatividad y de indeterminación. Cuando alyuien oye nombrar estos términos, puede ocurrir que se sienta co. mo yo esta mañana: algo trastornado, con ideas indeter– minadas en la cabeza. En fin, que no tenga la mínima noción de las cuestiones técnicas, ni de las enseñanzas que encierran estos grandes descubrimientos. Creo que la razón por la que el descubrimiento, o mejor la hipó. tesis de Darwin, causó fanfa sensación, se debió al hecho de que se trataba de una cosa simple, expresada en tér· minos simples, sacados de la vida ordinaria. Hoy no podemos hablar de 105' actuales descubrimientos de la biología sirviéndonos del lenguaje de todos tos días; no podemos hablar de ellos refiriéndonos a hechos y a co– sas de la común experiencia de todos nosotros.

Por esto creo que las grandes influencias de las cien· cias, estimulando y enriqueciendo la vida filosófica y los intereses culturales, se hallan necesariamente limita· das al primer período de desarrollo de la ciencia. Sin embargo, existe también otra exigencia. Creo que la condición necesaria para que 105 descubrimientos tengan resonancia y cambien las costumbres mentales de los hombres, es que satisfagan alguna esperanza, alguna neo cesidad preexistente en la sociedad Creo que las verda. deras fuentes del Iluminismo, alimentadas un poco por los acontecimientos científicos de la época, han nacido del redescubrimiento de los clásicos, de la teoríapolítica clá– sica, quizás sobre todo de los est6icos; Cleo que el afán del siglo XVIII de crear en la fuerza de la razón, de desear la eliminación de la autoridad, de secularizar la condición humana y conferirle un aspecto más optimista, haya recu, rridó a Newton y a sus descúbrimientos para demostrar la existencia de algo en que ya se creía profundamente, in· dependientemente de las leyes de la gravedad y del mo– vimiento. Considero que el ansia con la cual el siglo XIX acogió a Darwin se halla en estrecha relación con la creciente conciencia de la historia V de las mutaciones ocurridas, con el gran deseo de hac~r al hombre natural, de insertarlo en el mundo de la naturaleza, deseo ya exis· tente mucho antes que Darwin y que hizo que éste fuese tan bien acogido. En este siglo, he tenido ocasión de ver un caso en el cual el gran físico danés Níels Bohr descu– brió en la teoría de 105 quanta, cuando ésta fue elaborada hace unos treirlta años, este aspecto digno de mención: eS

correcto describir un sistema atómico de una forma mucho menOS completa que la que normalmente adoptamos para

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