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Dos años anteriores a éste de 1685, Ni~
caragua toda en el liioral ,de s~~ dos ma– res sufría el terror de la 1nvaSlon de los
filibust~ros; los que, entrando P?r la costa noríe en 1640, habían ya destruIdo la her– mosa ciudad de Matagalpa en 1645, y sa– queado por primera vez, la ciudad de Nue– va Segovia en 1654.
Los filibusteros o merodeadores, se apoderaron del mar de las antillas en el siglo XVII, autorizados al principio por In– glaterra, Francia X. Holanda, ~n ~u lucha bélica contra Espana; y despues, Impulsa– dos por su propia codicia.
Atraídos quizás por la riqueza natural de Nicaragua y por su fácil comunicación entre sus mares, se posesionaron de las bocas del caudaloso río "San Juan", cu– yo!> raudales casi se habían cerrado al paso de barcos de gran calado, con motivo del gran temblor de 1663; y aquí se estaciona– ron los filibusteros, impidiendo la comuni– cación directa del interior de la Provincia con el Reino de Espafra, habiendo llegado hasta el "Desaguadero". Colocados así, era natural que, Granada, ciudad de de– fensa de la Provincia de Nicaragua! atala– ya rnorisc!l llena de los bellos encantos y salerosa gracia de Andalucía, puería abierta que daba entrada y salida a la gran calle del mar atlántico, sintiera más de cerca la presencia del enemigo en esa ruta, y, la que primero sufriera los feroces ataques de esos tigres humanos. Nicara– gua se hallaba sin proteción de los Mo– narcas de Castilla, y en su desesperada e imperfecta organización, apelaban al servicio personal de sus habita:ntes en for– ma de rondas o compañías patrióticas pa– ra la custodia y defensa, de las ciudades; servicio que, a 10 largo de más de cuatro años, llegó a cansarlos corno era natural. Así. consiinuaron las ciudades, especial– mente Granada; y JUAN DAVID, corsario holandés con arrestos de fiera, desembarca en és!a ciudad a las dos de la mañana del 30 de Junio de 1665; la' torna por asalto, le roba sus haberes, a13esina a gran nú– mero de sus vecinos, y se refira con la pro_ mesa de hallarse presto en la plaza del Realejo y de tañer las campanas de León, Como lo había hecho en Granada.
Se llega después al año de 1670, y es ahora el filibustero Gallal'dillo a quien le toca cebar la zaña de pir¡;¡,ta par segunda vez en Granada. En ésta ocasión duer-
men los granadinos confiados en la resi,?– tencia. del Castila de San Carlos, y en la lealtad de ¡:¡u Castellano, Gonzalo Nogl,lera Rebolledo¡ pero, éste militar entrega la foríaleza al enemigo, y, la ciudad es sor– prendida nuevamente y saqueada, lleván– dose en su retirada, a varios hombres y mujeres.
Estas repetidas invasiones h,abían lle– nado de consternación.a todo el Reino, y, de gran inquietud y :l;emor a los leoneses, por considerar de que muy pronto confi– nuarían los filibusteros su criminal obra destructora, en las ciudades interiores, en busca de mas riquezas que robar. Esta si– tuación de angustia se acrecentó al sa,ber– se en León, de que el filibustero CHARPE andaba en al Mar Pacífico; más, sacando fuerzas de flaquezas, organizan los leone_ ses una pequeña armada al mando del Gral. don Francisco Valdéz, que salió en busca del invasor. P a s a un pequeiío tiempo sin encontrar al pirata, y no pu– diendo seguir manteniendo la armada por los crecidos gastos que requería, la dieron por terminada, volviendo a su in– defensión, lo que aprovechó el astuto pi– rata, y penetra en el Realejo en 1683, con tres navíos de guerra. Pero, "tenía León, un hijo valiente y desinteresado: el Maes– tro de C¡:unpo don Lorenzo González Cal– derón, quién armó mil hombres en losmo_ mentas del conflicto, reclutados en los pueblos dé Chichigalpa, Posoltega y Que– zalguaque y los sostuvo a su propia costa. Se situó E':!n la isla del Cardón, pero los pi– ratas que eran valientes ante los débiles y cobardes ;ante los fueríes, no se le pre– sentaron y más bién se refiraron.
Cási al mísmo tiempo, en 7 de Abril de éste mísmo año de 1683, filibusteros in– gleses y franceses entran a Nicaragua por el puerto de Escalante y penetran por ter~
cera vez a Granada en número de 400
hombres; píden el rescate de la ciudad pe– na de incendiarla, terrible, amenaza que cumplen haciendo arder la Iglesia de San Francisco y 18 casas principales. Después de saquearla, se retiran, saliendo al mar por Masachapa, pasando por Masaya.
Transcurren escasos dos años de éste último acontecimiento, y el gran reloj del tiempo marca para Leóp., el aciago de ..
1685; más, para el relato de la tragedia de ésta ciudad en éste año; una de l!ls más cómodas de todo el reino, 'oígamos lo que
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