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presentaba la espléndida elegancia del plateresco español, y, hoy convertido en un frío a1±ar de cenLento, sín más llama– tivo, que la propia importancia de la ima– gen. Es de madera fínamente pulida con reluciente brillo de bronce, lo que talvez hizo treer al Lic Ayón al escribir en su importante obra que era de ésta re,sis~en­

te aleación; pero sí, cbnserv~ todavla este Cristo un poco ariba del pIe derecho, la huella del sablazo que éon su torpe irres– peto y su odio a lo sagrado, le descarga– ron los piratas, que sólo animaban en sUs pechos el ansia de la mueríe y destruc– ción.

Cada 2 de Julio día de la "Preciosí– sima Sangre de Cristo" se le rendía cu1±o con osfen±osos aefos, corno cosa propia y exclusiva de. su abnegada e incansable mayordoma doña Juliana de Monialván Era de ver aquellos juegos pirotécnicos de toros y castillos, idas y venidas e11 la ora– ción de la noche anterior al día de la fun– ción, la que a su vez revesfía verdadera suntuosidad; y lo mejor para los que, nos encontrábamos en la aurora de. la vída. eran aquellos sabrosos refrescos, exqui– sitos vinos y ape±itosos manjares con que nos regalábamos en las grandes mesal:¡ que doña Juliana servía en los corredores del claustro de Catedral.

Doña Juliana; de orígen salvadoreño pués se decía que había llega do con su esposo a raiz de Malespín, era de atrayen– fe locuacidad, de gran actividad comer~

cial, y tan entregada al amor de la "San– gre de Cristo" que con toda sinceridad se sentía idenfificada con ella en el por– tento de los milagros; yo la ví y varias ve– ces con mi abuela que se hallaba postra– da por causa de un fuerte ataque de as– ma, decirle cada vez que le ponía las ma-

La imagen de "La Sangle de Clisto", de CatedlaJ,

tl aída de León Viejo y llJtL ajada Il01 Jos ph atas

nos en el pecho: •'La Sangre de Cristo y su Mayordomo. te válgan!

Al morir doña Juliana se acabó la grandiosidad de ésta fiesta. ¡La "Sangre de Cristo" la debe haber premiado con el cielo!.

euarta eateclral de ~eóJ1

Como quedó león después de la invasión

de los piratas

Un pequeño opúsculo que encontré completamente destruído junto con otros papeles viejos, del que, apenas pude to– rnar la idea, publicado en el año de 1825 y basado en la defensa polífica de León; nos presenta las relaciones de vecinos de la época de esa invasión, llegadas al ar– ficulista en tradiciones de familia, de co– rno quedó la ciudad después del incendio y saqueo de los piratas:

Era León nos díce,' una ciudad que

ejercía deslumbradora impresión en el ánimo de sus visitantes, "con la evocación que daba de la antígua vida española", en la serie de las bellas estampas del se– ñorío de sus convenios, de la magnifi~

cente arquiteefura de sus templos, de la uniforme blancura de sus casas, en una espléndida y panorámica perspectiva; pe– ro, se llega nos sígue diciendo el día de la "satánica invasión de los piratas ingle– ses", y la ciudad ántes activa y alegre", Se convierte cual aira Palmira, en ccitnpos de tristeza y desolación", haciendo senfir únicamente entre sus ruinas, el recuerdo de lo que fué .

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